Dominio público

¿De dónde van a sacar el dinero los Estados para combatir la crisis del coronavirus?

Eduardo Garzón

Economista

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c) preside la reunión del Consejo de Ministros en el palacio de la Moncloa este martes donde se deciden las nuevas las medidas adoptadas contra el coronavirus. EFE/Moncloa/José María Cuadrado Jiménez/Pool
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (c) preside la reunión del Consejo de Ministros en el palacio de la Moncloa este martes donde se deciden las nuevas las medidas adoptadas contra el coronavirus. EFE/Moncloa/José María Cuadrado Jiménez/Pool

Tras el anuncio de ayudas públicas multimillonarias por parte de muchos países para combatir la crisis económica y social del coronavirus mucha gente se está haciendo la misma pregunta: ¿de dónde van a sacar el dinero? ¿Quién va a pagar todas esas ayudas? El mismo hecho de que nos hagamos estas preguntas y no otras es una prueba más del dominio que tienen los planteamientos económicos ortodoxos en nuestra cabeza, una prueba más de que pensamos como el stablishment quiere que pensemos. Me explico: ¿por qué nunca nos preguntamos de dónde van a sacar el dinero empresas y familias para realizar sus compras e inversiones? ¿Por qué no nos preocupa nunca que gaste el sector privado pero siempre que lo haga el público? Es fácil: porque nos han hecho creer que el Estado es una especie de parásito que utiliza el dinero de familias y empresas para operar. Según esta visión dominante, el dinero sería una "cosa" que se genera (por arte de magia al parecer) en el sector privado al calor de los intercambios comerciales, de forma que el Estado tendría que esperar a que dicho dinero se generase para poder recaudarlo y posteriormente gastarlo. Pues bien, todo esto es un cuento y se puede desmontar muy fácilmente.

El dinero no es una "cosa", es más bien una "magnitud". Es un invento del ser humano para poder medir capacidad de gasto (con la que podemos comprar, pagar deudas, invertir, etc). Al igual que el ser humano creó unidades para medir la distancia, también creó el dinero para medir dicha capacidad económica. Y como magnitud que es, utiliza números. Y como números que son, no tiene sentido hablar de su escasez; los números son infinitos. ¿A que nadie se imagina un profesor de matemáticas diciendo que no puede dar clases magistrales porque se ha quedado sin números? Pues lo mismo debería ocurrir con el dinero, con la capacidad de gasto: como sociedad, podemos crear tanta capacidad de pago como queramos (otra cuestión distinta es hasta qué punto tiene sentido hacer eso pero, por poder, podemos).

El dinero lo crean y regulan los Estados, concretamente sus bancos centrales, y son las únicas instituciones que pueden hacerlo por ley. Los euros los crea el Banco Central Europeo, las libras el Banco de Inglaterra, los dólares la Reserva Federal, etc. Eso sí, nuestro sistema monetario actual es complejo y permite que las instituciones bancarias privadas puedan crear también dinero. Cuando un banco concede un préstamo a una persona, lo que está haciendo es dotarle de capacidad de pago. Nada más. Es importante entender que el banco no necesita disponer antes de nada: la capacidad de gasto es una convención social, es simplemente dotar de un derecho a una persona para poder gastar en el futuro. Por eso el dinero no es una cosa, es un derecho. Al contrario de lo que se piensa, los bancos no prestan el dinero de una persona a otra; lo que hacen es crear capacidad de pago. Y los límites que tienen para hacerlo –así como otros condicionantes- los deciden y fijan las autoridades públicas.

Por eso el dinero es una herramienta controlada por el sector público, no por el sector privado. Ésta es una verdad irrefutable aunque nunca se hable de ella: el dinero lo crea y regula el sector público, no el privado. El Estado no es un parásito del sector privado como a menudo se dice y se piensa, sino que es el suministrador del dinero que necesitan familias y empresas para operar. Sin esta competencia del Estado, las familias y empresas no podrían operar de la forma en la que operan en la actualidad.

¿Se entiende ahora mejor por qué no tiene sentido preguntarse de dónde van a sacar el dinero los Estados? Los Estados tienen, a través de sus bancos centrales, capacidad ilimitada de generar capacidad de gasto. Esto es una obviedad y lo han reconocido multitud de presidentes de bancos centrales. El problema es que en nuestros sistemas monetarios los bancos centrales se atan voluntariamente las manos a la espalda y se limitan a dar facilidades a los bancos privados para que sean ellos quienes generen la mayor parte de la capacidad de gasto de nuestras economías. ¿Por qué se hace así? Pues porque se quiere que la banca haga negocio. No hay ninguna otra razón.

Sugiero al lector que se haga la siguiente reflexión. Lo único que pretenden las ayudas públicas para combatir la crisis del coronavirus es compensar la caída de gasto del sector privado. Es decir, si el gasto privado cae en 1.000, estas ayudas pretenden aumentar el gasto en, pongamos, 600, para que el efecto negativo total en la economía sea sólo de 400. Si el Estado está simplemente rellenando un hueco que antes estaba lleno, ¿por qué nos preguntamos ahora de dónde va a salir ese dinero? ¿Por qué no nos preguntábamos antes cómo rellenaba ese hueco el sector privado? Porque han pensado por nosotros. Ese hueco lo ocupaba el gasto del sector privado alimentado con dinero proveniente de los bancos privados con el permiso y apoyo de los bancos centrales. Ahora que proponen saltarse el paso de los bancos privados nos alarmamos y nos preguntamos de dónde va a salir ese dinero. Pues la respuesta es sencilla: del mismo sitio, pero ahora sin que los bancos se lucren por ello.

Con la concesión de ayudas estatales el gasto público va a aumentar y también el déficit y la deuda. "¡Alarma! ¡Esto es muy grave! ¡Estaremos endeudados hasta el día del apocalipsis!" son algunos de los mensajes que escucharemos en los días venideros. Pero esto no es más que la absurda conclusión a la que se llega cuando no se conoce bien lo que es el dinero o cuando se sabe pero se utiliza interesadamente para atacar lo público y defender el negocio bancario. Los indicadores de déficit y deuda pública nos señalan simplemente la capacidad de gasto que se está creando. Nada más. No es la peste negra, no es el coronavirus; es simplemente un indicador, un número. Es exactamente lo mismo que los indicadores de crédito concedido por los bancos privados: un número que señala cuánto dinero se ha creado. Pero, qué casualidad, estos indicadores nunca reciben atención (aunque nos lleven a crisis financieras tan graves como las del 2008) pero sí los del Estado y además de forma alarmante. Se les ve el plumero, a pesar de que este chiringuito lleve tanto tiempo montado y a pesar de que haya recibido pocas críticas. Yo animo desde aquí a todo el mundo a que despierte de este engaño que tanto tiempo llevan utilizando sobre nosotros y espero que lo hagamos pronto para así poder combatir los intereses de una minoría y podamos defender lo público sin caer en sus engaños y trampas.

¿De dónde van a sacar el dinero los Estados para combatir la crisis del coronavirus? Pues del mismo sitio que antes, sólo que ahora los bancos no harán negocio por el camino.

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