Dominio público

¿Pactos de la Moncloa II?

Enrique del Olmo

Imagen de la forma de los llamados Pactos de la Moncloa, en octubre de 1977. EFE
Imagen de la forma de los llamados Pactos de la Moncloa, en octubre de 1977. EFE

La reedición de unos nuevos Pactos de la Moncloa, ha sido sin duda la noticia política de estos días, obviamente envuelta en la crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo.

El mismo Presidente del Gobierno lo afirmo con rotundidad en su rueda de prensa del domingo día 5 de abril, y todas las fuerzas políticas y responsables institucionales se han ido definiendo alrededor de esta idea, porque hoy en medio de la crisis , ni siquiera puede llegar a ser propuesta, por mas que a Arrrimadas le entren las prisas.

¿Por qué se produce ahora? Más allá de las consideraciones de táctica o estrategia del gobierno o de las fuerzas políticas, hay dos hechos objetivos, incontrovertibles que hace que sea una idea que suena muy bien:

  1. Estamos ante una crisis sanitaria, económica y social sin parangón y toda la sociedad contempla con preocupación (no soy de los que opinan que con miedo) el futuro.
  2. Hay una fortísima corriente de solidaridad social y de unidad para afrontar la crisis y postcrisis, juntos, es una reacción, lógica y razonable, que ancla en la sociedad la necesidad de actuar juntos tanto para derrotar la epidemia como para reconstruir el futuro.

Estos dos son los elementos básicos del sentir social que permitirán articular la respuesta de futuro, habrá muchos matices y sentimientos diversos: más optimistas, muy escépticos, confiados, desconfiados,...pero creo que no  me equivoco mucho al  señalar esos dos factores como los dominantes en el momento actual y posiblemente en el futuro más próximo.

¿Qué fueron los Pactos de la Moncloa y que efecto tuvieron?

Los Pactos de la Moncloa, fueron un acuerdo económico, político y social preanuncio de lo que luego en 1978 fue el pacto constitucional.

En primer lugar fue un acuerdo económico, ante una situación muy deteriorada marcada en primer lugar por la desbocada inflación que se comía los recursos tanto del débil Estado como de las economías domesticas. Se había producido un año antes una oleada de movilizaciones sociales, encabezadas por el movimiento obrero (más de 17.000 huelgas en el primer trimestre de 1976) que había derrumbado el proyecto continuista  del franquismo encabezado por Arias Navarro. Dicho acuerdo buscaba poner freno a la inflación y a las reivindicaciones salariales y en ello junto a la regularización de los salarios con la inflación prevista y no la producida en el ejercicio anterior (reivindicación de los sindicatos), se estableció por vez primera la contratación temporal, y se reconoció el despido libre con el límite del 5% de la plantilla los aumentos de sueldos aprobados en los convenios colectivos reducirán año tras año el poder adquisitivo de los trabajadores, hasta 1987, Estas políticas de contención salarial, asumidas por los sindicatos (aunque la UGT mostro inicialmente su desacuerdo e incluso la provincial de Madrid hizo campaña pública contra los Pactos), no sólo sentaron las bases de la precarización del mercado de trabajo en España –acompañadas por la instauración de los contratos temporales y el despido libre–, sino que causaron una profunda decepción en los trabajadores que se desmovilizaron significativamente. Como resultado global se logró un objetivo  mayor para los empresarios y es que la distribución de la renta nacional entre las rentas del trabajo y las del capital empezase a cambiar de tendencia a favor de estas últimas.

Otros  aspectos que se abordaron fue la contención del déficit, la universalización del gasto público, la reforma laboral con la elaboración de un Estatuto de los Trabajadores (que fue una dura lucha no conquistada hasta después a través del Acuerdo Básico Interconfederal de 1979), la reforma fiscal  (simplemente que se pagasen impuestos, y que quedó en enunciado y no se llego a implantar a fondo hasta la llegada de Josep Borrell a la Secretaria de Estado de Hacienda en 1982), pero no se quedó aquí el alcance también se enuncio la política educativa, el urbanismo y la vivienda, la pesca y agricultura, política energética, el Estatuto de la Empresa Pública.

La auténtica contrapartida no estaba en el terreno económico, sino en el político institucional. Es llamativo que las dos partes del acuerdo fuesen resoluciones tomadas por órganos legislativos diferentes; en el aspecto económico-social por el Congreso de Diputados (la nueva realidad del país) y en los aspectos políticos institucionales en el Senado (donde se aposentaban muchos de los antiguos procuradores de las Cortes franquistas, era como el segundo harakiri del franquismo). Pues bien en este aspecto se abordaron temas tan variopintos como: Libertad de expresión, secretos oficiales, derecho de reunión, derecho de las asociaciones políticas (ni se atrevían a llamarlos partidos políticos), código penal, Ley de Enjuiciamiento Criminal, Orden Público, Reorganización de las Fuerzas de Orden Público.

Como hemos señalado era una auténtica preconstitución

Dichos acuerdos no duraron más de un año y algunos de los negociadores como Ramón Tamames no dejo de clamar en el desierto sobre el cumplimiento asimétrico de los pactos (el olvido de lo que beneficiaba a los trabajadores).

¿Qué significa esta nueva propuesta de los Pactos de la Moncloa bis ?

Con el mismo título cada uno de los actores toca una partitura diferente.

La extrema derecha, ni siquiera acepta el marco constitucional,  niega la legitimidad del gobierno salido del Parlamento, no acepta la estructura del estado que sale de la constitución (las CCAA), apela al ejercito como garante del orden y la preservación de la Corona, defiende una prevalencia del poder de la corona y el ejercito sobre el poder civil salido de las urnas. Es decir se sitúa claramente en los extramuros del sistema, sin renunciar a los beneficios del mismo gracias entre otros al PP y Cs,  para radicalizar un sector de la población (con los instrumentos de Trump y Bolsonaro, los bulos, las mentiras y la política del odio), su objetivo es claro dejar cautivo a un sector de la población en la España una, grande y libre y en la defensa de la libertad absoluta de actuación de las empresas y la eliminación de los derechos sociales y cívicos.

Para el PP la crisis es una gran ocasión para desgastar y si es posible derribar al Gobierno de coalición. Afirma su lealtad en los primeros diez segundos para luego pasar a una carga indiscriminada y en la mayoría de los casos falaz contra el gobierno. Utiliza para ello a toda su artillería: partido, portavoces, presidentes de CCAA,...y en todos la misma cantinela contra Sanchez y el gobierno, pero como el sentimiento unitario es tan fuerte no pueden dejar de hacer guiños de un gran acuerdo con el Psoe, es decir su objetivo es sacar a Podemos de escena, no hay gran diferencia entre la negativa de FAES a negociar con el gobierno socialcomunista y la posición de la dirección del PP en el ataque a la presencia de Podemos en el gabinete. Tiene un claro y único objetivo, derribar al gobierno. Si eso se les pone fácticamente complicado, su plan B innegociable será que se remodele con la expulsión de Podemos y todo lo que significa de orientación progresista y de clara asimetría con una derecha que ha olvidado y, se ha separado, de cualquier espacio de moderación.  En esta línea de ataque al flanco más débil del gabinete no dejan de situarse algunos sectores del mismo PSOE (en este caso no les ha acaudillado Felipe) y de PRISA (con un entusiasmo inusitado por parte de Cebrian) que nunca avalaron el acuerdo con Iglesias, aunque sean por el momento sectores residuales con alguna presencia en Comunidades como Page y Lamban. El comunismo o el chavismo no es lo que les irrita (saben que no es nada más que una formula de agitación); lo que les aturde, a lo que realmente tienen pánico es a que la izquierda demuestre que es posible una mayor justicia social con una redistribución equitativa de la riqueza.

¿Qué está realmente sobre la mesa?

Pedro Sanchez en su comparecencia en el Parlamento de 18 de marzo, señaló algunas claves respecto al plan del gobierno para la reconstrucción post crisis. Todavía no se había introducido la figura de los Pactos de la Moncloa, sino que su propuesta se situaba en el marco de los nuevos Presupuestos: "presentaremos unos 'presupuestos de reconstrucción social y económica' y que queremos contar con el apoyo y la colaboración de todas las fuerzas políticas para su aprobación.Les repito: estamos hablando de reconstruir económica y socialmente nuestro país".

Pero avanzaba también algunos de los ítems fundamentales de este plan:

  • Esta puede ser la primera lección de esta emergencia: protejamos nuestro sistema público de salud y reforzamos nuestro Estado de bienestar.
  • No existe un sistema sanitario público poderoso sin un sistema fiscal justo. (...)No podemos seguir rehuyendo —o tergiversando— la vinculación entre el Estado del Bienestar y su financiación.
  • No podemos seguir ignorando que una buena sanidad requiere un uso racional y muy eficiente de los recursos pero requiere una financiación que solo puede proveer un sistema fiscal justo y también eficiente.
  • Esta emergencia social alcanza también de lleno a las personas dependientes, sabemos que la dependencia, el cuarto pilar del Estado del Bienestar no ha sido adecuadamente cubierta (...),El retraso en la aplicación plena de la Ley de Dependencia que deberemos remediar a lo largo de esta legislatura.Nunca ha dejado de haber largas listas de espera. Nunca ha dejado de haber personas que fallecían sin que se resolviera su solicitud. Nunca ha dejado de haber, en suma, una aplicación insuficiente de la Ley. 
  • Se trabajará para frenar los desahucios y para paliar la pobreza energética y la pobreza infantil.

En resumen: Fortalecer la sanidad pública, llenar de contenido económico la Ley de Dependencia, Sistema fiscal justo y eficiente, pobreza energética, frenar los desahucios, pobreza infantil.

Esta hoja de ruta es muy importante, aunque sea claramente insuficiente al no abordar los déficits estructurales que el capitalismo de la austeridad y los amiguetes ha dejado en la estructura económica del país y en nuestro limitado Estado del Bienestar: dependencia de las burbujas (esencialmente construcción y turismo),peso inusitado de los servicios (que afecta a la calidad del empleo), insuficiente desarrollo tecnológico, crisis estructural del empleo (temporal y de baja calidad), inexistencia de instrumentos financieros públicos (mas allá del ICO, que es otra cosa). Y junto a ello no están presentes dos temas centrales que marcarán la agenda de futuro:

  1. Aquello que en diciembre era punto uno de la agenda: la transición energética y el cambio climático y
  2. La lucha contra la desigualdad. Obviamente en un discurso apremiado por la pandemia en pleno momento de ebullición no puede estar todo un programa de transformación, lo que no quita para que no sepamos hasta donde debe llegar el alcance mínimo de las propuestas de futuro.

Sin entrar a discutir sobre el proyecto de país, ante el primer bloque de urgencia sobre sanidad, dependencia, empleo, exclusión, Estado del Bienestar. ¿Cuál es la propuesta que adelanta el PP y Cs? ¿Cuál es el territorio común para compartir en una negociación? En el momento actual es de difícil visualización, por no decir imposible. Más allá del furibundo ataque al gobierno de Sanchez y de Iglesias, lo único que presentan (Primer plan adelantado por el PP) es menos impuestos y menos Estado. Esa es la tesitura de hierro ante la que estamos, para la derecha hay que incrementar la desprotección social (eso sí envuelta en homenajes, duelos y banderas), desregular aún más la economía, y además para ello tienen la enorme experiencia de haberlo venido haciendo allá donde han gobernado. Los datos para dos ejemplos de dramática actualidad (sanidad pública y residencias de ancianos)  son demoledores:

  • Según datos de la Global Health Expenditure Database (de la Organización Mundial de la Salud), entre 2009 y 2017 el gasto público sanitario gubernamental como porcentaje del PIB descendió en España de un 6,4% a un 5,9%, y en Italia de un 7% a un 6,5%; por otro lado, según datos de la OCDE, entre 2008 y 2016 España redujo sus camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes de 3,2 a 2,97, Italia de 3,79 a 3,17 y los Estados Unidos de 3,13 a 2,77.
  • La expresión de esta privatización y mercantilización de derechos son los siguientes datos: Según el IMSERSO, de los 5.457 centros residenciales que hay en España, cerca de un 75% son de titularidad privada. Es decir, más de 4.000 centros pertenecen al sector privado, mientras que apenas llega a 1.400 el número de residencias públicas. El sector, integrado por más de 150 gestoras de centros y servicios, alcanzó unos ingresos superiores a 3.500 millones de euros en 2016 en España. Tres años después, en 2019, el negocio de la atención a mayores mueve más de 4.500 millones de euros al año y no deja de aumentar.

Sirvan estos dos botones de muestra para saber la profundidad del giro que hay que producir, con Pactos o sin Pactos. Revertir esta situación va a requerir financiación, prioridad absoluta a lo público y decisión de no quedarse a mitad de camino.

La disyuntiva es de hierro: o se desarrolla y profundiza la política de reconstrucción social desde lo público o se deja a la sociedad inerme ante las adversidades.

Pero esta disyuntiva no se negocia simplemente en Moncloa o en el Monasterio de las Huelgas, sino que tiene otro lugar decisivo: Bruselas, es decir Europa y torcer el plan austeritario (ahora un poco más moderado o con barniz solidario) que en el momento de la barbarie antiGrecia. Ya se ha caído un tótem incuestionable: el déficit 0 y se resquebraja el otro: la mutualización de la deuda. Este territorio de la crisis que afecta a todos, expresa también la necesidad de otra Europa solidaria basada en la unidad política, la armonización fiscal, el Tesoro único, el compromiso con la defensa del planeta y los derechos humanos.

Decía Jean Pierre Chevenement Ministro con Mitterrand y Lionel Jospin: "Es toda una reconstrucción, un poco como después de 1945. Una reconstrucción de nuestro tejido industrial y nuestras capacidades tecnológicas. Requerirá mucho dinero. Europa debe ser capaz de endeudarse a muy largo plazo".

Abundando en este simil el cineasta Ken Loach, autor de una película que sirve más que los Pactos de la Moncloa, como paradigma del tipo de salida a la crisis global "El espíritu del 45": "Sólo lo público nos sacará adelante".

Y esta es la convocatoria que hay que hacer al país.

 

 

 

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