Dominio público

Policías que salen a cazar

Sonia Vivas

Policía en excedencia y activista feminista

La policía y los ejércitos, en España, arrastran una mochila que en ocasiones pesa tanto que se cae al suelo. Y en ese acto de impotencia ante la fuerza de la gravedad que todo lo controla, acaba abriéndose por el golpe.

Es entonces, tras el impacto, cuando salen rodando de su interior piezas de fruta visiblemente podridas y hediondas, carcomidas, pasadas de tiempo. Negras y no aptas para ser ingeridas sin provocar una indigestión o una infección en el tracto digestivo de quien se la acabe comiendo.

Dentro de la mochila, sin salir, ocultas, quedan las frutas que estaban debajo y que como el impacto no fue lo suficientemente fuerte, no se desparramaron por el suelo. Manzanas, naranjas, peras y limones. Algunas sanas y otras picadas e infectas a medias, por partes.

Todas ellas representan esa miscelánea sin democratizar que son a día de hoy las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en nuestro país. No se enfaden, pero hay que decirlo porque es la verdad y llegados a este punto, que lo diga alguien que ha patrullado catorce años es un ejercicio de responsabilidad.

Buena prueba de ello es la manera en que la extrema derecha y la derecha franquista sin pulir ni adecentar, beben de los votos de nuestros uniformados. Llegando incluso a hacer injerencias cuarteleras y a aglutinar en sus programas electorales algunas reivindicaciones anacrónicas. Las cuales hablan más de un deseo de seguir siendo un "contrapoder", que de las necesidades de una profesión que forma parte de nuestros servicios públicos.

Cuando la derecha y la derecha franquista de carajillo y de barra de bar, hablan de nuestra policía y la nombran, se genera una desafección similar a cuando vociferan alabanzas al Rey y a la Familia Real.

A viva voz nos recuerdan todas las injusticias que no han quedado atrás porque su legado sigue vivo. Infinidad de atropellos a los que no podemos sustraernos como sociedad.

Alzan la voz y con su bravuconería y su "pelo en pecho", entonan una melodía cuya letra habla de una transición de asesinos de libertades que siguieron cobrando pluses de sangre bajo el eufemismo de "medallas al mérito policial".

Acorde que se entona y recuerda que el Rey fue un hombre de paja, al que colocaron para el continuismo de un sistema vicioso con estribillo de maletines, de dinero negro, de dinero sucio, de dinero opaco, de dinero robado, de dinero, dinero y más.

Y es que el abuelo pese a tener un testículo no descendido, fue capaz de procrear un ejército de hijos y nietos que se le parecen hasta en la forma de caminar.

Que exista una extrema derecha en nuestro país y una derecha cateta, chabacana, zafia y de sinhogarismo mental, que usan nuestras Fuerzas de Seguridad para hacer campaña política, y que pescan votos en los cuarteles, es un grave problema de Seguridad Nacional. Una contrariedad que genera pérdida de confianza en la Institución como tal.

Que los dueños de la gomina y los cuñados con los que nadie quiere pasar la Navidad, obtengan claramente el reconocimiento de gran parte de nuestros uniformados, significa que no se han democratizado esos espacios y que demasiados policías y militares piensan que la violencia machista es un invento y que los extranjeros vienen a robar.

Tener ideas y postulados fascistas contrarios a la libertad es difícil de conciliar con un trabajo de gestión de la diversidad.

Desde que se inició el Estado de Alarma han sido innumerables las imágenes de malas prácticas policiales con la ciudadanía. Pero como estábamos aterrados por la parálisis sin precedentes del mundo y obsesionados contando muertos y abriendo morgues, no hemos podido prestarle el caso debido.

Esos abusos no han sido con toda la ciudadanía, no, sino con aquellos más vulnerables, con los débiles.

Con los que tienen mayores dificultades para alzar su voz ante las injusticias de las que son víctimas. Con esos que no son portadores ni tan sólo, de la verdad como premisa.

Me estoy refiriendo a muchas situaciones, pero de manera concreta al video que pululaba por las redes esta semana pasada y que seguro fue filtrado por algún policía honesto, que se echó las manos a la cabeza al verlo.

Ese en el que un agente atacaba directamente a una mujer transexual llamándola "cerdo, feo, ladrón y jala- pollas".

Me puse en contacto con compañeros policías y hablé también con Jefes de Unidades y todos fueron coincidentes con la existencia de un doble relato a nivel interno. Y he ahí la cuestión.

Existe una minoría sometida al criterio de los que chillan, que habla flojo y que condena claramente el ataque a una mujer en situación de vulnerabilidad.

La otra es esa que grita fuerte, alto y vocifera como Abascal. Esa de ropa prieta como si fuera un cuerpo a punto de estallar, que se queja de unas represalias injustas que se deben a la existencia de un Gobierno progre y comunista que les quiere criminalizar.

Y es entonces cuando me siento a reflexionar y a darle vueltas a este artículo para poder contar la enorme necesidad que tenemos de lograr romper ese "corporativismo mal entendido", que se viste de verde y azul para salir a cazar.

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