Dominio público

Batalla contra el déficit

Robert Reich

Batalla contra el déficit

 

ROBERT REICH

El modo en que se enmarcan los debates resulta crucial para su desarrollo, sobre todo cuando se nos dice que el "centro" o el "terreno intermedio" son la mitad del camino entre dos extremos.
Seguimos escuchando que el gran debate presupuestario tiene dos bandos: el presidente Obama y los demócratas quieren recortar el déficit, principalmente mediante un aumento de impuestos para los ricos y la reducción del gasto militar, pero no mediante la privatización de Medicare. En el otro lado están el miembro republicano de la Cámara de Representantes Paul Ryan, los republicanos y la derecha, que quieren cortar el déficit privatizando Medicare, troceando programas que benefician a los estadounidenses más pobres y, al mismo tiempo, bajando impuestos a los ricos.
En virtud de esta lógica, el centro se encuentra justo en el medio de esas dos posiciones.
Pamplinas.
De acuerdo con el más reciente sondeo Washington Post-ABC, el 78% de los estadounidenses se opone al recorte del gasto en Medicare como un medio para reducir la deuda, y el 72% apoya una subida de impuestos a los ricos, porcentaje que incluye un 68% de independientes y un 54% de republicanos.
En otras palabras, el centro de Estados Unidos no está a medio camino entre los dos bandos. Está abrumadoramente en el lado del presidente y los demócratas.
Yo me apostaría a que muchos más estadounidenses estarían en contra del plan presupuestario de Ryan si supieran también que dos tercios de los recortes presupuestarios salen de programas dirigidos a los ciudadanos de rentas más bajas y moderadas, y cerca del 70% de los ahorros se van en cubrir los recortes de impuestos a los ricos. Y si la gente supiera que el plan de Ryan canalizaría cientos de miles de millones de dólares de su Medicare hacia los bolsillos de aseguradoras sanitarias privadas, casi todos estarían en contra de él.
El plan republicano no debería ser considerado una de las partes de un gran debate. Es más, ni siquiera debería ser considerado para nada. Los estadounidenses no lo quieren.
Por eso me preocupa cuando escucho decir que grupos "bipartidistas" en el Congreso buscan un gran compromiso, como ocurre con el llamado "Grupo de los Seis" en el Senado.

El senador Dick Durbin, demócrata de Illinois y miembro de esa pandilla, dice que se encuentran próximos a un acuerdo en torno a un plan que representará un "terreno intermedio" entre el proyecto de presupuesto republicano de la Cámara de Representantes y el plan esbozado la semana pasada por el presidente.
¡Atentos a vuestros bolsillos!
En mi opinión, incluso el presidente Obama no llega lo suficientemente lejos en la dirección que la mayoría de los estadounidenses aprobaría. Todo cuanto él quiere hacer, esencialmente, es acabar con los beneficios impositivos para los ricos introducidos por Bush –cuyo final estaba previsto de todos modos para 2010– y cerrar unas pocas lagunas más.
Pero ¿por qué no podemos volver a los tipos de impuestos que teníamos hace 30 años, que exigían a los ricos pagar unas cuotas mucho más elevadas de sus ingresos? Uno de los grandes escándalos de nuestro tiempo es el modo tan intenso en que se han concentrado el ingreso y la riqueza en el país. El 1% de arriba recibe hoy el doble de participación en el ingreso nacional de lo que tenía hace tres décadas.
Si los superricos pagasen impuestos a los mismos tipos que había 30 años atrás, aportarían 350.000 millones de dólares más al año de lo que hacen ahora, y sumarían billones de dólares a lo largo de la próxima década. Eso es suficiente para garantizar que cada joven estadounidense tenga sanidad y educación y para que la infraestructura del país se eleve a estándares internacionales de primer nivel.
Tampoco llega la propuesta del presidente suficientemente lejos en el recorte del gasto militar, que no sólo se encuentra fuera de control, sino que está desconectado por completo de las necesidades de defensa de nuestro país: armas extravagantes diseñadas para una época de guerra convencional; cientos de miles de millones de dólares para la Marina y la Fuerza Aérea, cuando la mayor parte de la acción recae en el Ejército, los marines y las fuerzas especiales; y miles de millones más para programas que nadie puede justificar y muy pocos pueden entender.
Si los estadounidenses entendieran cuánto están pagando en defensa y cuán poco están recibiendo, exigirían un presupuesto militar por lo menos un 25% menor que el actual.
Finalmente, el presupuesto que propone el presidente no aborda el escándalo de los colegios públicos en comunidades pobres y de clase media, colegios cuyos profesores reciben sueldos por debajo de los 50.000 dólares al año, cuyas aulas están abarrotadas, que no pueden acceder a libros de texto o laboratorios de ciencias, que han abandonado los programas extracurriculares y cursos como Historia y Arte. La mayoría de los presupuestos de los colegios depende primordialmente de impuestos locales a la propiedad que continúan cayendo en las comunidades de más bajos ingresos. El Gobierno federal debería acudir en su rescate.
Pensar en el "centro" como el medio camino entre las propuestas del presidente Obama y de Paul Ryan es ignorar lo que los estadounidenses necesitan y quieren. Para nuestros representantes políticos encontrar un "terreno intermedio" entre los dos constituiría un acto de travestismo.
http://robertreich.blogspot.com

Robert Reich es es exsecretario de Trabajo de EEUU. Catedrático de Políticas Públicas en la Universidad de Berkeley. Autor de ‘Aftershock’

Ilustraciónde Federico Yankelevich

Más Noticias