Dominio público

“No puedes ir por la vida siendo un espectador”

Octavio Alberola

Histórico militante anarcosindicalista y luchador antifranquista

Recorte de prensa de la detención de Stuart Christie en Madrid.
Recorte de prensa de la detención de Stuart Christie en Madrid.

In memoriam del anarquista escocés Stuart Christie que trató de matar a Franco con sólo 18 años

Stuart Christie, el anarquista escocés que acaba de fallecer este 15 de agosto a los 74 años, tiene 18 años cuando es detenido en Madrid, el 14 de agosto de 1964, junto al libertario español Fernando Carballo.

Su detención es noticia de primera plana de la prensa española y de la prensa internacional, aunque en ésta con menor relevancia. Los titulares de la prensa franquista, como era habitual, los presentaba como "dos peligrosos terroristas" cuyo "objetivo era desarrollar una campaña de violencia en Madrid y otras ciudades españolas" (La Vanguardia, 16/8/1964). Aunque luego trascendió que su verdadera misión era participar en la preparación de un atentado contra Franco, al considerarlo el tribunal militar, que los juzgó el 2 de septiembre de ese mismo año, como agravante para condenar a Christie a 20 años de prisión, y a 30 a Carballo.

Un año antes, en 1963, habían sido ejecutados en Madrid el comunista Julián Grimau y los jóvenes anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granado, pese a las protestas internacionales en su favor. Precisamente, el aniversario de sus ejecuciones se cumplió este último 17 de agosto.

Es en el curso de estas protestas que el joven anarquista escocés Stuart Christie se sensibiliza por la causa del pueblo español y comienza a frecuentar los locales de los libertarios españoles, exiliados en Inglaterra, con la intención de apoyar su lucha contra el régimen del general Franco. Un apoyo que se concreta, a principios del mes de agosto de 1964, al aceptar la misión de llevar, de París a Madrid, unos explosivos necesarios para un atentado contra el dictador que está preparando un grupo libertario en la capital de España.

Tres años después de su detención, Christie es indultado por Franco, el 21 de septiembre de 1967, tras una campaña de acciones antifranquistas en Inglaterra en pleno conflicto por la soberanía de Gibraltar, reclamado entonces por el régimen franquista. En cambio, Carballo no sale en libertad hasta enero de 1977, más de un año después de la muerte del general Franco, y por eso se le considera el preso político que más tiempo ha pasado en las cárceles franquistas.

Tras su liberación, Christie es expulsado a su país, en donde prosigue su militancia anarquista y funda, con Albert Meltzer, la Cruz Negra Anarquista y el periódico Black Flag (Bandera Negra), para promover la solidaridad activa con los presos anarquistas en España y en el mundo. Una actividad que le lleva a comprometerse con las acciones de solidaridad revolucionaria internacional realizadas por el Grupo Primero de Mayo en los años 1968, 1969 y 1970. Más tarde, su compañera Brenda cumplirá unas semanas de cárcel en Alemania como sospechosa de participación en esas acciones.

Al comienzo de los años setenta permenece detenido durante 18 meses porque la Policía inglesa quiere comprometerle con las acciones del grupo anarquista inglés The Angry Brigade (La Brigada Airada); pero en el juicio de 1972, conocido como el de "Stoke Newington Eight" ("Los Ocho de Stoke Newington"), es absuelto.

Luego crea la editorial Cienfuegos Press con la que edita numerosos libros anarquistas y memorias de su propia vida y de otros militantes. Y más tarde su web christiebooks.com con la que difunde libros y filmes sobre anarquismo.

Como escritor ha publicado numerosas obras, pero la más conocida en España es Mi abuela me convirtió en anarquista, el general Franco es terrorista, por haber sido publicada por la editorial Temas de Hoy en 2005, bajo el título Franco me hizo terrorista. Pero se le recordará sobre todo por haber sido siempre solidario con los y las que luchaban contra la injusticia y la opresión. Pues, al igual que las personas que se unieron las Brigadas Internacionales para combatir el fascismo en España, Stuart Christie es un ejemplo de la solidaridad entre los pueblos en la lucha por un mundo de justicia y libertad.

La noticia del fallecimiento de Stuart Christie me la comunicó por teléfono, ese mismo día a media tarde, el compañero René después de preguntarme si estaba enterado de la nueva mala noticia y tras contestarle yo bruscamente: "¿Quién ha muerto?" Pues por el tono de su voz intuí enseguida que debía tratarse de la muerte de alguien cercano.

Su respuesta me dejó de piedra porque, a pesar de haberme confirmado Stuart una semana antes que seguía afónico por el cáncer y que los resultados de los exámenes médicos no eran muy alentadores, en ningún momento había pensado en un final tan rápido para él. A mi alrededor son varios los compañeros y compañeras –más o menos de mi edad– que no están en muy buen estado de salud, y lo normal, a mi edad (pronto 93 años), es pensar que es a ti al que el tiempo te está contado...

Por eso, en el caso de Stuart, ¿cómo pensarlo siendo 18 años menor que yo? Además, los dos estábamos en proyectos comunes y decididos a seguir participando en los combates contra el mundo del poder y de la explotación.

Para mí, su muerte no es, pues, sólo la pérdida de un compañero, de un amigo; es el fin de una colaboración de muchos años en acciones e iniciativas comunes para denunciar las injusticias del mundo en el que vivimos y luchar por otro más justo y libre. Un mundo posible y para todos, que no hemos cesado de anhelar e intentar construir a través de la práctica consecuente de la solidaridad revolucionaria activa e internacionalista.

Muchos años de relación fraternal desde nuestro primer encuentro, en ese mes de agosto de 1964, hasta este de 2020. Más de medio siglo de estar nuestras vidas vinculadas, de una manera o de otra, a una causa común a pesar de las fronteras... Puesto que, pese a estar centrada en los avatares políticos y sociales del pueblo español, primero bajo la dictadura de Franco y luego bajo esta falsa democracia parida por la Transición/Transacción, esa lucha se enmarcó siempre en una perspectiva revolucionaria internacionalista.

La prueba, para él, sus vivencias carcelarias en España e Inglaterra, y para Brenda, su compañera, en Alemania, y para Ariane y yo mismo en Bélgica y Francia. Vivencias que testimonian de aquellas luchas sin fronteras, por ser conscientes de que la condición de la libertad es la de ser de todos y todas.

Cómo, pues, no sentir la necesidad de recordarlo en estos momentos en que esa confraternización con Stuart termina con su muerte. Y también por el fallecimiento hace pocos días de la compañera alemana Doris Ensinger, la compañera de Luis Andrés Edo, con el que Stuart también compartió vivencias carcelarias y confraternización en las luchas; pues es obvio que la desaparición de Doris también significó para mí, de cierta manera, el punto final definitivo de mi confraternización en las luchas con Luis. Un final comenzado unos años antes con su muerte.

En 2014, cuando se cumplían cincuenta años de su detención, al final de una extensa entrevista, el entrevistador le preguntó a Christie: "¿Qué siente 50 años después?" Y él le contestó:

"Todavía soy un anarquista y no veo cómo esto pueda cambiar en el futuro. Es más, el tiempo que pasé en prisión fortaleció y consolidó mis ideas... Mi abuela me dijo, no puedes ir por la vida siendo un espectador, debes ser responsable de tus acciones. Ese sentido de responsabilidad fue lo que me llevó a involucrarme en la resistencia antifranquista. Sentí que no tenía alternativa".

Efectivamente, si no se quiere "ir por la vida siendo un espectador", no hay otra alternativa que involucrarse en las luchas por un mundo sostenible y de libertad  y justicia para todos y todas.

El hecho es que también con Doris me quedé de piedra, sorprendido por la noticia de su fallecimiento que me comunicaba Manel; pues hacia apenas una semana que ella nos había enviado, a Tomás y a mí, un correo para anunciarnos que le habían llamado del hospital súbitamente y hecho un trasplante... Que ya estaba en su domicilio y se sentía bien...

O sea que una vez más me veo confrontado a la provisionalidad de nuestra existencia y a la necesidad de preservar la memoria de lo que hemos intentado ser y hacer hasta la muerte.

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