Dominio público

¡Mayday, Mayday, Mayday! PSOE-A navegando a la deriva

Luis Ángel Hierro

Militante socialista, fue candidato en las Primarias del PSOE-A de 2021

El Secretario General del PSOE-A, Juan Espadas, durante el Comité Director de la federación socialista andaluza en el Teatro Auditorio de Riberas del Guadaíra, a 14 de julio de 2022 en Sevilla (Andalucía, España). -Joaquin Corchero / Europa Press
El Secretario General del PSOE-A, Juan Espadas, durante el Comité Director de la federación socialista andaluza en el Teatro Auditorio de Riberas del Guadaíra, a 14 de julio de 2022 en Sevilla (Andalucía, España). -Joaquin Corchero / Europa Press

Antes de que Juan Espadas supiera que iba a ser el líder del PSOE andaluz, por motivo de un artículo que publiqué en este diario, tuve una conversación con alguien que a la postre sería uno de sus principales valedores. En ese café matutino mi acompañante me comunicó que Juan podría ser el candidato oficialista para sustituir a Susana Díaz y mi respuesta fue muy clara: "Juan Espadas no es representativo de la ideología socialista y no estoy de acuerdo en que se le entregue el PSOE-A a los social-liberales, nos va a hundir y llevará al partido a la autodestrucción". Mi interlocutor, una persona poco propicia a hablar de ideología, pero sí mucho de la fontanería del partido, no le dio importancia a esa cuestión. Su razonamiento era muy simple: había que quitar a Susana, Juan era el alcalde de la ciudad más grande gobernada por el PSOE y además le quitaba apoyos a Susana en Sevilla.

Mi preocupación por sus palabras fue tal que cuando unos días más tarde algunos y algunas compañeras activistas del sanchismo me propusieron trabajar por un proyecto netamente socialdemócrata para el PSOE-A, no lo dudé. Ese grupo dio lugar al proyecto programático Andalucía Socialista-Bases en Marcha, del que surgió la candidatura a las primarias. Durante esas primarias intenté por todos los medios introducir la cuestión ideológica en la campaña. El objetivo era que Juan Espadas (un mix de social-liberalismo y socialcristianismo) y Susana Díaz (socialcristianismo) dejaran claras sus ideologías para que la militancia votara según ese parámetro. El esfuerzo resultó infructuoso, pues desde el minuto uno la campaña se dilucidó en términos de plebiscito: echar o mantener a Susana. La mayoría no pensó más allá. Eso sí, mi insistencia obligó a que Juan Espadas firmara un acuerdo con Izquierda Socialista, organizado desde arriba, para introducir algo de sesgo de izquierda en su candidatura.

Fue finalizadas las primarias, cuando la concepción ideológica del nuevo Secretario General vio la luz, en la ponencia marco del 14 Congreso del PSOE-A. En ese documento apareció por doquier un lenguaje propio de la derecha: la "colaboración público-privada" (eufemismo que usa la derecha para denominar a la privatización de servicios públicos) el capitalismo inclusivo, el moralismo, el humanismo, e incluso el patriotismo españolista, todo ello trufado con un tender la mano a los partidos de derechas. Las conclusiones del Congreso parecían más de Ciudadanos que del PSOE. Incluso se cambió el "rojo PSOE" de la cartelería del congreso por un "rojo anaranjado" que apuntalaba visualmente el giro ideológico.

Terminado el Congreso tocaba redefinir la oposición en el Parlamento. Ésta se articuló en base a ese posicionamiento ideológico que miraba a la derecha y Juan Espadas ofreció un acuerdo presupuestario al PP. Moreno Bonilla obviamente declinó, pero le sirvió para limar más aún sus aristas. "Muy de derechas no será Juanma cuando el PSOE quiere pactar con él" me decía con sorna algún amigo del PP.

Las elecciones autonómicas, como algunos habíamos predicho, se convirtieron en el mayor desastre electoral de la historia del PSOE en Andalucía y Juan Espadas, en lugar de hacer lo que reclamó a Susana Díaz, apartarse por la falta de apoyo del electorado, decidió enrocarse igual que hizo ella, buscando culpabilidad en todo menos en él y en su Ejecutiva. Eso sí, con la imprescindible cobertura de sus promotores del aparato del PSOE federal, empeñados en "sostenella y no enmendalla".

Con ese sostén, en pleno verano, Juan se ha lanzado a una huida hacia adelante, como si el peor resultado electoral del PSOE en Andalucía no fuera con él, y ha decidido mantener el rumbo, obcecado en su estrategia pactista a la derecha y sin tener en cuenta que el PP tiene mayoría absoluta. Con ello ha introducido al PSOE-A en un Déjà vu, cuyo pactómetro creo que va por 7 a 0. Siete ofertas hechas, cero aceptadas.

No obstante, no querer percibir la realidad y aferrase al cargo no es lo más preocupante. Lo preocupante de verdad es que en esa huida hacia adelante ha aparecido de forma clara y expresa el peligro que transmití a mi compañero de café: la autodestrucción ideológica del PSOE-A. Así, en un ataque de locuacidad veraniega, nuestro Secretario General ha decidido cruzar el Rubicón y comunicar por fin y de forma clara su concepción ideológica, basada en un concepto que él llama de "centralidad política" para llegar a un "espectro de la sociedad mayoritaria que no es de derecha ni de izquierda, sino que quiere mejorar sus condiciones de vida...".

De verdad que lamento no haberme equivocado. Llevo 46 años de militancia socialista y he oído de todo: que la mejor política industrial es la que no existe (Solchaga), que el PSOE es un partido radical (Rubalcaba) o que bajar impuestos es de izquierdas (Zapatero o Montero), pero jamás había oído a un líder del PSOE que dijera públicamente que el PSOE debía ser "ni de derecha ni de izquierda". Alguien debería recordarle el discurso de José Antonio Primo de Rivera del día de la fundación de la Falange para evitar que lo repita. También sería bueno que él y sus apoyos leyeran el libro del profesor George Lakoff: Punto de Reflexión. Manual del progresista. En él se explica que el centro político no existe, que lo que existen son votantes "biconceptuales", que son de izquierdas en unos aspectos y de derechas en otros, cuyo voto se gana reafirmando su marco de valores de izquierda y se pierde cuando se refuerza en ellos el marco de valores de derecha, como está haciendo y pretende seguir haciendo Juan Espadas.

En 2016, una de las plumas más afiladas de la prensa conservadora sevillana, la de Antonio Burgos, escribió un artículo con el título Laudatio Gladii, en el que decía lo siguiente: "Le ocurre a Espadas lo que dije un día a mi querido Gómez Marín: «José Antonio, a ti lo que te pasa es que eres de derechas y no lo sabes». Lo mismo le ocurre a Espadas: es de derechas y no lo sabe. Por eso está tan contenta con él la Sevilla conservadora".

Yo no digo que sea de derechas, pero sí afirmo, atendiendo al profesor Lakoff, que Juan, al acercarse a su "centralidad", ha reforzado el marco de valores de derechas en los votantes biconceptuales y con ello ha contribuido a la mayoría absoluta de Moreno Bonilla. Y afirmo que de no ponerle freno puede llevar al PSOE-A a la autodestrucción ideológica: primero, porque rompe la concepción del PSOE como partido de izquierdas; segundo, porque elimina de un plumazo el fundamento de la existencia del propio partido y su trayectoria de casi siglo y medio de historia, ¿si no somos de izquierdas para qué existimos?; tercero, porque nos separa definitivamente de nuestra base; y cuarto y último, porque todo lo anterior podría provocar un abandono masivo de militancia o un traslado de la misma a otras opciones de izquierdas, como ha ocurrido en Francia y en Grecia, que podría llevar al PSOE-A a la insignificancia política.

Y lo que de verdad no entiendo es como después de declarar lo declarado, que es exactamente lo contrario al movimiento a la izquierda que está reforzando Pedro Sánchez, el PSOE federal sigue dándole cobertura. ¿De verdad van a consentir que Juan lleve al PSOE-A al vacío del centro? ¿De verdad piensan que los y las votantes en Andalucía van a discernir entre el PSOE y el PSOE-A? ¿De verdad piensan que no va a existir efecto contagio más allá de Despeñaperros?

El PSOE tiene 143 años de historia, precisamente porque nació como partido socialista para defender a los trabajadores y las trabajadoras y porque a pesar de todos los cambios históricos ha intentado no traicionar esa condición de socialista. Es cierto que algunas veces ha sido difícil, fundamentalmente por la acogida que hemos dado a defensores de dos ideologías que en España están huérfanas de partido, la demócrata cristiana y la liberal radical, y por las imposiciones europeas. No obstante, al final, las bases y los/as propios/as votantes nos han llevado a enderezar el timón y hemos podido recomponernos, aunque siempre dejándonos algunos pelos en la gatera.

En fin, considero que el PSOE-A está en un grave peligro de supervivencia tal y como lo hemos conocido y que en estos momentos su problema es, como predije, un problema ideológico ligado a un liderazgo ya amortizado por decisión de los y las andaluzas. Cómo resolver ese problema si no hay dimisiones es cosa de los fontaneros de Ferraz, que bien supieron tejer la tela en el caso de Susana Díaz. Doctores tiene la Iglesia.

Mientras tanto, como pasajero del barco del socialismo andaluz, desde los últimos camarotes en los que viajamos las bases, lanzo este mensaje desesperado a quien me escuche: ¡Mayday, Mayday, Mayday! PSOE-A navegando a la deriva.

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