Dominio público

¿Rescate o secuestro?

Miren Etxezarreta

Catedrática emérita de Economía Aplicada de la UABIlustración Diego Mir

Miren Etxezarreta
Catedrática emérita de Economía Aplicada de la UAB
Ilustración Diego Mir

Cada vez es más difícil entender la posición de los países que dominan la UE y a las autoridades de la misma. Parece que quienes detentan el poder en esta institución están empeñados en destruir a los miembros más débiles de la misma, con una creciente arrogancia e ignorancia, como dice Wolfgang Münchau, del Financial Times. Haciendo inevitable el castigo tras la supuesta culpa, como en el más obsoleto cristianismo del pasado. La actuación de las autoridades comunitarias frente a lo que califican de rescate de Grecia, y posiblemente pronto de Portugal, pone de manifiesto que no es el satisfacer el compromiso de la deuda lo que motiva sus políticas, sino que sus objetivos son de mucho mayor alcance, consistiendo en reestructurar las economías de la UE por un largo periodo para favorecer los procesos de acumulación.
Es obvio que Grecia no puede pagar su deuda y que un país que nunca se ha contado entre los ricos de la UE no puede soportar más austeridad: recortes presupuestarios, disminución de sueldos y del salario mínimo por encima del 20%, lo mismo con el importe de las pensiones, despido de 15.000 funcionarios inmediatamente y 150.000 antes de 2015, y la exigencia de que se privatice todo lo que es patrimonio público, etc. Además, junto a esta presión de austeridad para la población, es difícil imaginar una pretensión mayor de abandono de soberanía –un "comisario de la UE controlará las cuentas griegas"–, sin olvidar cómo bajo el mecanismo de los programas para satisfacer la deuda se está reconfigurando el poder político y debilitando la democracia.

Todo ello supuestamente para intentar que la deuda pública se reduzca al 120% del PIB este año. Frente a ciertos comentarios favorables a prorrogar los plazos para cubrir el déficit, se ha impuesto, de hecho, la brutal exigencia de forzar las medidas para cumplir los imposibles compromisos. La reducción de la deuda, ¿no podría realizarse en un periodo de tiempo más largo, ni el déficit reducirse más lentamente?, ¿qué es lo que lo impide, excepto la intransigencia del tándem Merkozy?

Se negocia la quita en una deuda que, debido a sus altos intereses, es cada vez mayor (30 puntos más en 2012 que en 2009). ¿Se trata de castigar por ella a la ciudadanía? Se retiene la entrega del primer plazo del segundo rescate, porque no se han cumplido exactamente las condiciones que fueron impuestas, sabiendo que Grecia tiene que pagar 14.400 millones de euros antes del 20 de marzo y no podrá hacerlo si no dispone de esta ayuda. Y que una parte de los acreedores de Grecia, especialmente el BCE, no está dispuesta a acceder a la quita. Frente a un aumento del número de economistas ortodoxos e incluso especuladores financieros que consideran que esta no es la vía, la ortodoxia europea, el establishment de la UE, insiste y se aferra a sus obsoletas medidas y duras exigencias.

Esto es mucho más un secuestro que un rescate. Y, lo que es peor, todo ello para forzar un programa que sólo puede empeorar las cosas, pues con este ajuste draconiano es imposible pensar que Grecia podrá rehacerse. La población se muestra desesperada. Un pueblo no sale a la calle como está saliendo la ciudadanía griega si no está inmerso en la desesperanza; no es apoyado por los personajes míticos de su población –Theodorakis y Manolis Glasis, el héroe de la Segunda Guerra Mundial, entre otros muchos– sin una muy sólida causa; no se revuelve frente a una inicua y escandalosa represión por la fuerza, si no está exasperada hasta el límite. Hasta la Policía ha emitido un comunicado advirtiendo que no disparará contra la población... Es el secuestro de una población sometida.

¿A dónde está llevando la UE a uno de sus países miembros?, ¿quiere hacer de él un ejemplo para otros, o señala lo que se propone hacer con los demás países que fallen? Es dramático constatar el enfoque hacia los países en dificultades que tienen quienes mandan en la Unión y en los países que la controlan.

El panorama que ofrece Grecia y el trato que se le está dispensando tienen por objeto impresionar y asustar a todos los países débiles de la UE. ¿Es esto lo que nos espera si las cosas van a peor, como es de temer? Sin ser todavía "rescatados" oficialmente, nos exigen adoptar muchas de las medidas que se han impuesto a Grecia –disminución de personal interino y contratado en los servicios sociales, fuerte recorte presupuestario en sanidad y educación en algunas comunidades autónomas, además de la imposición del copago, reforma de las pensiones, y una drástica reforma laboral que supone la disminución de salarios, indemnizaciones de despido, y el deterioro de las condiciones laborales, etc.–.

En una misma semana, una de las reputadas agencias de evaluación disminuye la calificación de la economía española –a pesar de haber aprobado una tiránica reforma laboral–; se nos repite que hay que realizar un recorte de 40.000 millones de euros en 2012 para cumplir nuestros compromisos fiscales, en el marco de unos dos puntos aproximadamente de recesión; nos avisan de que no se podrá cumplir la predicción del límite del 4,4% establecido para el déficit; nuestras máximas autoridades nos avanzan sin el menor reparo que la situación de los 5.400.000 parados no mejorará este año a pesar de una durísima reforma laboral que abarata sustancialmente el trabajo para los empresarios... ¿A dónde se pretende llegar?, ¿no nos están anticipando que es el trato a la griega lo que nos espera?

Nos recomiendan aplicar las medidas a las que el país "se ha comprometido con sus socios europeos como la mejor manera de protegerse del contagio" (palabras del portavoz comunitario de Economía). Es decir, el contagio se contempla posible y... ¿esperado? Nunca mejor que ahora parece válido el refrán popular "cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar". ¿Esperaremos hasta que los golpes sean inevitables para
reaccionar?

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