Dominio público

A Feijóo no le importan "los muertos" de ETA

Ana Pardo de Vera

En un alarde de "insolvencia o mala fe", al ser preguntado por la salida de los restos de Queipo de Llano de la basílica de La Macarena, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo aseguró que él "prefiere hablar de los vivos y dejar a los muertos en paz". Todo ello, entendemos, para no defraudar las expectativas y el cabreo de los y las franquistas de su partido y del de enfrente, Vox, que consideran que los más 45.000 asesinados del general genocida -entre ellos, Federico García Lorca- bien muertos y muertas están por "rojos" y que es mejor tener a un dictador golpista al frente del Estado que a un Gobierno socialdemócrata.

¿Qué pasaría si a preguntas de la prensa por un hecho tan importante como la exhumación tardía de Queipo (qué vergüenza ...) a Pedro Sánchez o a cualquier otro líder político le pidieran su opinión sobre los asesinatos de ETA y la respuesta fuera que es mejor "hablar de los vivos y dejar a los muertos en paz"? ¿Alguien imagina la reacción furibunda de la (ultra)derecha ante semejante barbaridad, que lo sería? Entonces, ¿qué nos quiere decir el líder del principal partido de la oposición? ¿Que los muertos y muertas de Queipo, de Franco, de otros asesinos de la dictadura, son de menor categoría que los de ETA? ¿Que merecen otra consideración distinta a la de víctimas? No sé, por ejemplo, la de asesinados por accidente, por cosas de la política, de la historia ... ¿Cree eso Feijóo, lo cree el PP que lidera ...?

Según las asociaciones de memoria histórica, todavía hay más de 140.000 víctimas del franquismo enterradas en cunetas, desaparecidas, incluidas muchas del general Queipo, que entre otras crueldades para torturar y matar "rojos", animaba a sus tropas a violar a sus mujeres para que se enterasen de lo que era "un hombre" de verdad. Hay multitud de grabaciones que permiten escuchar al genocida lanzando estas soflamas, también Feijóo puede oírlas, aunque él prefiere no pronunciarse, no alegrarse, como todos los españoles de bien, de que por fin, ¡por fin!, Queipo deje de tener su homenaje perpetuo en un lugar emblemático de Sevilla.

Ante semejantes palabras, que resultan insoportables viniendo del presidente de un partido que se dice democrático y ha gobernado y gobierna instituciones del país, es lógico pensar que España no puede considerarse una "democracia plena". Si hay una cuenta que tiene pendiente nuestra memoria no es solo la de encontrar, honrar y dar una sepultura digna a tantos asesinados por la dictadura, que también; no es solo la de incluir a los verdugos como tales en las leyes de memoria democrática, que también, sino que es la de tener una derecha plenamente democrática, que condene y reconozca sin titubeos los crímenes de Franco, el golpe de Estado que propició la Guerra Civil y el terror que supusieron los 40 años de dictadura. En Alemania o Italia existe esa derecha, condena abiertamente el nazismo y el fascismo respectivamente, el PP la considera su homóloga (no lo es, a la vista está) y es plenamente democrática.


Mientras los sucesivos presidentes del PP prefieran mirar para otro lado, financiar a fundaciones franquistas, insultar a quienes buscan a sus familiares en cunetas perdidas o asfixiar las cuentas públicas que deberían ayudar en esa tarea de reparación, España seguirá siendo una democracia incompleta, por más que se empeñen en engrandecer los calificativos que se le destinan desde las instituciones. Hay que hablar de los muertos, sí, alto y claro, también desde el PP; hay que hablar de todas las víctimas, poner nombres y apellidos a sus asesinos, los que sean, y condenar sus crímenes, advirtiendo sobre sus consecuencias y el riesgo que existe siempre de que la historia se repita si las democracias no se vigilan y cuidan. Salvo que se pretenda que se repita esa historia, claro, porque entonces, es mejor "no hablar de los muertos" y practicar la indecencia del silencio.

 

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