Dominio público

¿Y quién espía a los espías?

Ana Pardo de Vera

La idea de la frase no es mía, quizás les suene: "Es el más viejo de todos nuestros problemas ... ¿Quién puede espiar a los espías?". Es de El topo, la novela de John le Carré llevada al cine, la última vez, protagonizada por el genio Gary Oldman en el papel de George Smiley. Si les gustan las películas del espionaje, su ambientación durante la Guerra Fría, se la recomiendo; si les gusta Oldman, también. La novela es fascinante.

En España no tenemos quien espíe a los espías, o lo que es lo mismo, no tenemos quien controle a los agentes secretos y sus herramientas, que por momentos, parecería que funcionan de forma autónoma, sin nadie que les tosa. Como Pegasus, o Candiru, o Predator ... Hay spyware, programas espía, para aburrir. Y al parecer, también hay "democracias plenas" como la española que no tienen reparo en utilizarlos de forma presuntamente ilegal hasta que se demuestre lo contrario.

Así lo concluye la Comisión de Investigación del Parlamento Europeo responsable de investigar el uso de Pegasus y otros programas equivalentes en un duro informe que habría sacado las vergüenzas de cualquier Estado democrático (para empezar, se equipara a España con Polonia y Hungría en el uso de estos programas) si en éste no estuviéramos inmersos en un curso de primero de derechos humanos, intentando digerir la masacre de Melilla y la negación de la evidencia audiovisual por parte de Marlaska.

El informe del Parlamento Europeo ha tenido poca repercusión pese a la dureza -insisto- de las acusaciones que se imputan a España. Se habla del espionaje externo (de otro Estado) al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y a sus ministros Robles y Marlaska, aunque no confirma la autoría marroquí que ha sido apuntada desde distintos ámbitos. Pero sobre todo, el informe se centra en la parte que concierne a Catalunya, 65 personas espiadas -que se sepa-, independentistas catalanes.


Ése es el quid: no hay escándalo estos días, ni vergüenza siquiera, porque en esta España nuestra nos hemos acostumbrado a que si eres independentista o una amenaza para el statu quo del 78, que te espíen por orden institucional y sin orden judicial es el menor de tus problemas. Y que te espíen con orden judicial, tampoco te garantiza nada, pues como recoge el informe europeo, España no ha aclarado cuál era el peligro que constituían las personas espiadas con orden judicial para pedirse la misma.

El informe deja cuestiones gravísimas que nos colocan en un lugar deplorable: un Gobierno y un partido de Gobierno, el PP, que no colaboran con las investigaciones; el señalamiento porque se haya espiado a políticos/as por pensar de una forma determinada (la citada independentista), el uso sin control democrático de programas diseñado para estados autoritarios y el papel de una justicia patriotera, que no ha explicado -se desconoce el contenido de las 17 órdenes judiciales que el Gobierno confirmó que existían- el porqué los/as espiados son "una amenaza para la seguridad nacional o la integridad del Estado", entre ellos, el actual presidente de la Generalitat de Catalunya, Pere Aragonès.

El informe del Parlamento Europeo es un primer borrador, habrá más, y desde el Govern de ERC se conforman -de momento- con este "toque de atención" al Ejecutivo de Sánchez -que en la misma semana del informe ha anunciado la derogación del delito de sedición- y al que fuera el Gobierno de Mariano Rajoy, aunque todas sabemos que no es esto lo que va a quitar el sueño a Alberto Núñez Feijóo. Sus monstruos viven en la Puerta del Sol en estos momentos. Los nuestros alados, en todas partes.


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