Dominio público

Rajoy sólo quiere un amiguito

Ana Pardo de Vera

Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior del PP imputado en la Kitchen.- EFE
Jorge Fernández Díaz, exministro del Interior del PP imputado en la Kitchen.- EFE

En la tarde de este jueves, llegó una sorpresa más de la mano de El Periódico de Catalunya, en una información de la periodista Pilar Santos. Aterrizó la noticia, de hecho, incluida en esta vomitona de situaciones de corrupción que estamos viviendo y que tiene como protagonistas a altos cargos del bipartidismo, PP y PSOE. Los de Alberto Núñez Feijóo están inmersos en una causa judicial, con el presidente de la Audiencia Nacional implicado y el exministro del Interior y su número dos, entre otros, imputados; una causa que ilustra la corrupción institucional a gran escala y de primer nivel.

Los socialistas, por su parte, aparte de provocarnos un déjà vu del caso Roldán, con sus fotos de cocaína, calzoncillos rellenos de hombres ramplones y prostitutas, se dividirían en tres grupos: los que no sabían nada, como seguramente los cargos principales del Gobierno y del partido y varios/as parlamentarias; los que sospechaban o sabían y callaban, pese a no participar en las saturnales de garrafón, porque este tipo de corrupciones son más frecuentes de lo que parece y hay muchísimos que hacen la vista gorda, y, por el momento, los culpables institucionales: tito Berni, su sobrino director general del Gobierno canario y un general de la Guardia Civil, que es para mí, la figura más siniestra y perversa del caso.

Las que peinamos canas en este oficio, no obstante, sabemos que este tipo de sujetos, como el mediador que grabó todo y que da nombre al caso -un discípulo isleño de Villarejo-, se mueven mucho, muy bien y por todas partes; ergo, les da igual la ideología, el partido o zarandajas similares si ven negocio por el medio logrando favores del político seducido para los empresarios que pagan la mordida. El Mediador es una figura clásica entre las clásicas de la corrupción que busca el enriquecimiento; una cutrecorrupción chusca, avariciosa, indecente, criminal, putera y malvada;  y la Kitchen es otra cosa que me parece muchísimo más grave porque toca y corrompe el núcleo del Estado con prácticas criminales propias de la mafia infiltrada en las instituciones para mantener el poder y controlar un país entero.

En la Kitchen se quedó la información de El Periódico cuando nos sorprendió en las ultimas horas publicando que Mariano Rajoy -M. Rajoy para los adversarios- llamó a Jorge Fernández Díaz, "su amigo desde hace 30 años", tras saberse que la Fiscalía pedía 15 años al ex responsable de Interior y -si no le abandona por mal comportamiento- para el ángel Marcelo, que dice que le acompaña siempre. Todo esto demuestra que el expresidente del Gobierno es una persona cariñosa y considerada, pero sobre todo, muy agradecida. Lo evidenció con su otrora amigo Luis Bárcenas ("Luis, sé fuerte"); con su amiguísima Rita Barberá, a la que lloró mucho cuando se murió al poco tiempo de que el propio Rajoy la expulsara del PP, y ahora con el caro Fernández Díaz, al que abraza en su dolor de posible futuro encarcelado en la cúspide del crimen de Estado.


Y seguro que se ha solidarizado con varios o varias más de su panda de impresentables. Se me ocurre Dolores de Cospedal, ahora que conocemos que la misma Audiencia Nacional que la deja fuera del caso está presidida por un colega del segundo principal imputado de la Kitchen. ¿Qué información tendrá esta mujer? ¿Por qué Fernández Díaz, sí, y Cospedal, no?

A lo mejor, digo, M. Rajoy llamó a Jaume Matas en su día; o a Eduardo Zaplana ... a Rodrigo Rato, no, porque no tenían una especial conexión personal. Tantos amigos y amigas a los que Rajoy tiene la deferencia de llamar y consolar. Qué gran tipo, y eso que solo lo están librando a él de los tribunales, siendo el presidente de un Gobierno que se hundió por la corrupción que sigue coleando. ¡Y decíamos de la boda de la hija de Aznar, con todo aquel desfile de futuros presidiarios vestidos de etiqueta! Rajoy ha superado todas las expectativas, un grande que convencerá a su amigo Jorge para que no cante La traviata en el banquillo, porque su Dios católico le ha encomendado esta misión patriótica y unos opusinos como Marcelo y el exministro no pueden defraudar al Altísimo. Es demencial, lo sé, pero como si lo viera.

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