Dominio público

La habitación propia de Yolanda Díaz

Sato Díaz

Jefe de Política de 'Público'

La habitación propia de Yolanda Díaz
Yolanda Díaz, durante la presentación este domingo de su candidatura de Sumar a las elecciones generales en el polideportivo Magariños de Madrid. EFE/ Víctor Lerena

Si en 1929 Virginia Woolf reivindicaba en el ensayo Una habitación propia un espacio propio y necesario para las mujeres en el mundo literario, un lugar reservado entonces a los hombres, hoy ha hecho algo parecido Yolanda Díaz con respecto a la política. La actual vicepresidenta del Gobierno ha dado el paso y ha proclamado su candidatura para ser "la primera mujer presidenta de este país".

Díaz ha culminado, con el acto de este domingo en el Polideportivo Magariños de Madrid, el 'proceso de escucha' que le ha llevado a recorrer el Estado español desde que el pasado mes de julio lanzara el proyecto Sumar. Ya es una realidad, Díaz optará a La Moncloa en las próximas elecciones generales previstas para finales de este 2023.

La gallega ha lanzado contundentes mensajes tanto explícitos como implícitos en su discurso y en la escenografía escogida para pronunciarlo. Un acto, en su totalidad, pensado para reivindicar su propio espacio político, su propio proyecto, su novedad con el pasado, su lugar en la política, su habitación propia.

"Las mujeres no somos de nadie, Sumar no es de nadie, estamos cansadas de tutelas". Con esta frase, pronunciada hacia la mitad de su intervención, Díaz ha querido reivindicar la feminización de la política, el feminismo, el papel de las mujeres en la actividad política, tal y como Woolf hizo con la literatura. Pero también ha lanzado un velado mensaje a su interna, en referencia a Podemos. Las principales dirigentes del partido morado no han acudido a un acto, al que estaban invitadas, al no llegar a un acuerdo previo con el equipo de Sumar.

Sumar se independiza de Podemos, aunque seguirá buscando el encuentro con el partido de Ione Belarra e Irene Montero en el futuro próximo. El objetivo es que los morados se integren también en una lista estatal común de las izquierdas que, sobre el papel, puede contar ya más de la docena de formaciones, algunas de ámbito estatal (IU, PCE, Alianza Verde, Equo...) otras, territorial (Más Madrid, Compromís, comunes...). El peso que tenga la formación morada en las listas y cómo se decide este es, ahora mismo, el principal escollo de la división: por un lado Sumar con casi todas las fuerzas progresistas del Estado (sin contar los independentismos) y, por otro, Podemos.

Esa habitación propia y diferenciada de Díaz con respecto a Podemos, y a Pablo Iglesias, ya que fue el exdirigente morado quien le señaló como futura líder del espacio de las izquierdas y, también, como vicepresidenta del Gobierno, la ha dibujado no solo con las palabras, sino también con los gestos.

De este modo, la gallega se ha rodeado como acompañantes hasta el escenario de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y líder del espacio de los comunes, María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada de Unidas Podemos escogida por la formación morada en 2019, y Mónica García, nada más y nada menos que la candidata de Más Madrid a presidir la Comunidad de Madrid. La ausencia de Podemos ha hecho que la gallega haya mostrado gran cercanía con su contrincante en las próximas elecciones madrileñas durante el acto.

También le acompañaba hasta el escenario, y sobre él durante el acto, la activista trans y exdiputada socialista Carla Antonelli. Otro mensaje a la externa y a la interna. Por un lado, Díaz quiere dentro de la habitación propia de Sumar al colectivo LGTBIQ+ y ha tenido al lado a una de sus mayores representantes y se ha comprometido con sus reivindicaciones. Por otro, consigue el apoyo de un referente que se ha mostrado muy cercana a Montero y a Podemos durante la tramitación de la ley trans. Ninguna de las dos ha nombrado a la ministra de Igualdad, pese a que se han hecho referencias a la ley.

La presencia de Antonelli, además, marca una línea divisoria con el PSOE, partido al que abandonó este año por las dudas e incoherencias mostradas en relación a la defensa de los derechos del colectivo trans. Ha subrayado alguna (no muchas) diferencia más con el PSOE, por ejemplo al reivindicar el Mediterráneo como lugar de encuentro y no de separación, y como lugar donde no deben morir más personas migrantes, en clara desavenencia con las políticas migratorias de la UE, en general, y socialistas, en particular. Todavía colea, y mucho, la tragedia de Melilla. Ninguna mención a la cuestión saharaui, como contrapartida, en el discurso de Díaz, un tema sobre el que tenía fácil diferenciarse de los de Pedro Sánchez desde su izquierda.

Más contundencia ha mostrado para marcar una separación clara, un cuarto propio, con los independentistas y soberanistas de izquierdas. En concreto, por la reforma laboral, su mayor logro desde el Ministerio de Trabajo, la cual fue votada en contra tanto por ERC, como por EH Bildu y BNG. Llama la atención cómo Podemos hace, sin embargo, de estos partidos, sus principales aliados parlamentarios en los últimos meses.

Ha agradecido la presencia de los dirigentes de las formaciones que se dieron cita en Magariños: Ada Colau, Joan Ribó, Alberto Garzón, Enrique Santiago, Mónica García, Rita Maestre, Íñigo Errejón, Jaume Asens, Juantxo López de Uralde, Fátima Hamed... "Queda mucha gente por sumar, y vamos a sumarnos", volvía a mandar un mensaje, conciliador, a Podemos.

Por último, cabe destacar su reivindicación de los tiempos propios, otra habitación, para tomar las decisiones, frente a quienes le han presionado para que acelerara los plazos y le reclamaban que asumiera ser candidata a la presidencia del Gobierno con anterioridad. "Dudo mucho, y creo que dudar es bueno para la política con mayúsculas". Dudando, dudando, la izquierda ya tiene candidata a la presidencia del Gobierno. Al menos, buena parte de la izquierda.

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