Dominio público

‘Ava’: la cruel realidad de las niñas con discapacidad prostituidas en España

Una vez más, la reconocida y premiada cineasta Mabel Lozano pisa fuerte y mira de frente al sistema prostitucional, interpelándonos a toda la sociedad mientras denuncia una terrible realidad con la que convivimos: la explotación sexual de mujeres y niñas con discapacidad intelectual. 

He visionado el corto documental tres veces, las tres con el corazón en un puño, sintiendo y pensando. Porque sí, yo he recuperado la capacidad de sentir y de pensar después de muchos años de estar fuera de la prostitución y con la ayuda y el acompañamiento de muchas personas extraordinarias, porque los traumas creados por los seres humanos solo se reparan a través de vínculos con otros seres humanos.

El hilo conductor del relato de este impactante documental está narrado por María, la madre adoptiva de Ava. Cuando la adoptó era una niña de seis años "espontánea y cariñosa" que pedía con desespero aquello que todas las personas necesitamos: amor, atención y cuidados. Lo pedía y era capaz de expresar sus necesidades básicas a pesar de que la vida había sido absolutamente despiadada con ella desde que vino a este mundo. Una historia de vida con trauma heredado, ya que un mismo hombre maltrataba y torturaba a Ava, a su madre y a su abuela mientras explotaba sexualmente a las dos últimas. María, la madre adoptiva, dio una nueva oportunidad a la pequeña, pero las heridas emocionales y psíquicas no tardaron en salir a flote.

Con un diagnóstico de trastorno emocional causado por un estado traumático del desarrollo y con un grave daño neurológico causado probablemente por un parto violento, Ava se convirtió en una de esas niñas que el propio sistema destruye primero para después considerarlas insignificantes y merecedoras del mayor horror. De lo peor porque siendo tan solo una adolescente fue captada en Madrid, y trasladada y acogida en Palencia con el fin de ser explotada sexualmente -hechos en sí constituyentes del delito de trata- y además llegó a ser explotada sexualmente por un proxeneta y prostituida por más de veinte hombres al día mientras estaba siendo continuamente drogada y recibía una única comida al dia.

Claro que puedo sentir el horror de esa niña y empatizar con ella, con su indefensión aprendida y con su "no sentir nada" que causa la disociación y la despersonalización que sufrimos en esos campos de concentración que son los prostíbulos. De alguna manera pienso y creo que la prostitución nos limita la inteligencia a todas porque estar en modo supervivencia ya representa un desgaste brutal.

Las dinámicas en la prostitución en general tienen que ver con que nos mostremos más inofensivas, sumisas y desvalidas de lo que ya estamos para que el ejercicio de poder y dominio sobre nosotras sea absoluto.  Esta práctica misógina de superioridad se convierte en suprema cuando los puteros tienen acceso a las mujeres y niñas con discapacidad intelectual. Los puteros más perversos, crueles y sádicos son sus principales demandantes, puesto que su capacidad de defenderse es incluso menor que en el caso de las demás mujeres prostituidas. Los puteros -esos 4 de cada 10 hombres con los que convivimos en este país- demandan esclavas sexuales.

Sin embargo, en el documental Mabel Lozano da voz a otras demandas, las demandas de profesionales que luchan contra la prostitución y atienden diaria y directamente a las víctimas. Todas esas demandas están presentes entre las que las activistas feministas como yo exigimos al poder político de este país en el marco de una Ley Integral Abolicionista del Sistema Prostitucional para prevenir, proteger y reparar a las víctimas, y perseguir y castigar a los responsables de causar daño, a los proxenetas y a los puteros. Necesitamos eso y también mucha investigación y formación, no solo a profesionales sino también a todo el conjunto de la sociedad. 

María y Ava viven ahora mismo apartadas por la propia sociedad que permite (por acción u omisión) que esto ocurra. Intentan sobreponerse y sobrevivir a las terribles consecuencias causadas por la deshumanización más atroz. Ellas somos cualquiera de nosotras. No se nos puede olvidar que los seres humanos nacemos vulnerables. Ese no es el problema, sino parte de nuestra realidad intrínseca. El auténtico problema es el acto de abusar de esa situación de vulnerabilidad de otro ser humano -multiplicada por miles de factores sociopolíticos y culturales- con el fin de dominar y ejercer violencia. El teórico anarquista Piotr Kropotkin ya demostró en su trabajo ‘El apoyo mutuo: Un factor de evolución’ que los seres humanos hemos sobrevivido como especie gracias al apoyo mutuo y la cooperación. No porque seamos seres bondadosos, sino porque somos seres inteligentes, capaces de saber que estas dos cuestiones nos garantizan la posibilidad de alcanzar nuestras metas y el bienestar colectivo e individual, nutriendo la dignidad humana. Y tú, ¿puedes presumir de tu propia dignidad humana?

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