Dominio público

Ayuso, Villarejo y los que "limpian la mierda"

Ana Pardo de Vera

Hace tiempo que la presidenta de la Comunidad de Madrid ha dejado claro a qué votantes se dirige y cuáles son sus máximas, llámeseles trumpistas, mileístas, voxistas o ultraderechistas. He leído de todo estos días para calificar las proclamas radicales de Isabel Díaz Ayuso, pero yo creo firmemente que el calificativo a sus políticas viene de ella misma y se llama ayusismo; a estas alturas, la presidenta madrileña se merece su propia corriente ideológica dentro de un Partido Popular bamboleante en manos de Alberto Núñez Feijóo, aunque esta rama de la derecha más dura y pro-privilegiados sea más antigua que el comer y solo se haya adaptado a los tiempos. Y no, no es una ideología liberal, como Ayuso pretende hacernos creer al invitarnos a beber cerveza en las terrazas como si no hubiera un mañana; ésa es la gran perversión de su mensaje, el maltratado uso del término "libertad".

Después de señalar sin pruebas a migrantes de delitos sexuales en Alcalá de Henares, la presidenta madrileña ha estado este jueves en Catalunya Ràdio, en el programa El Matí que dirige y presenta Ricard Ustrell y nos ha dejado muy claro su concepto de defensa del Estado, o mejor, de su concepción del Estado y del país: si Ayuso llegara a la Presidencia del Gobierno, a La Moncloa, estaría de acuerdo con que acciones como la operación Catalunya -que es por lo que le preguntó Ustrell directamente y pese a los intentos de la presidenta de escaquearse de responder- se ejecuten para defender al Estado: "Todo lo que sean herramientas del Estado para protegerse, me parecen bien".

Por mi parte, rechazo toda crítica a Ayuso por mostrarnos abiertamente y con absoluta transparencia cuáles son sus apuestas políticas y, en mi opinión, antidemocráticas, por más votos que la avalen en la Comunidad de Madrid. Así constatamos que de ellas es de lo que tenemos que defendernos cuando, por ejemplo, los dos partidos mayoritarios pactan una reforma del Código Penal que posibilita que una pelea de bar o una manifestación por la independencia de Catalunya se conviertan en terrorismo por arte de juez. Pero no solo, porque Ayuso ha defendido sin pudor las cloacas del Estado.

Cuando Villarejo salió de prisión provisional tras tres años y medio en la cárcel de Estremera, en marzo de 2021, también defendió la existencia de las cloacas; es verdad que a él le iban un inmenso negocio y su defensa penal en ello, pero también es cierto que el excomisario ha estado en las cloacas desde que nos constan las más miserables: el terrorismo de Estado de los GAL en la época de Felipe González. "Las cloacas -nos dejó dicho Villarejo entonces- no generan mierda: la limpian". V dice lo mismo que A, pero en grosero, aunque de forma muy ilustrativa y desde posiciones distintas.


De hecho, tanto el comisario de las cloacas como la presidenta de Madrid emplean el mismo argumento para defenderse a sí mismo, en el primer caso, y a un Gobierno de tu partido, el de Mariano Rajoy: todos los estados disponen de cloacas para autodefenderse o, lo que es lo mismo, en todas partes cuecen habas; porque, como todas sabemos, cuanto más extendido está el mal, menos mal resulta. Como la ultraderecha, como el fascismo y sus políticas: normalizarlas -el gran error de este siglo- las hace parecer menos malas. Aunque no significa que lo sean.

Ayuso, como Villarejo, normalizan las cloacas, es decir, la ilegalidad y los procedimientos antidemocráticos empleando todos los recursos del Estado -que pagamos usted y yo, pero sin consultarnos- para salvaguardar un bien superior, que no es otro, que su concepción única del Estado: el GAL, las operaciones Catalunya, Kitchen o contra Podemos no buscan el bienestar de usted, el mío o el del resto de ciudadanos/as, sino la continuidad en el poder del partido que gobierna y, en su caso, de un régimen de poder que beneficia a ese partido y a unos cuantos actores más, la mayoría que ni han pasado por las urnas para adecentarse un poquito. Y lo hacen saltándose la ley y los principios elementales de la democracia. Esto es lo que hizo el Gobierno de Rajoy, de González en su día y lo que haría Ayuso; e, insisto, es bueno saber a qué nos enfrentamos: si a políticos que aceptan a España como es y gobiernan para ella o a quienes tratan de ajustarla a sus deseos e intereses como sea, incluso, haciendo saltar la democracia por los aires. Limpiando la mierda sin complejos.

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