Dominio público

Morir en la cama o morir en la cárcel

María García Yeregui

Doctoranda en Historia de la Universidad de Zaragoza

María García Yeregui
Doctoranda en Historia de la Universidad de Zaragoza

Adivina adivinanza, como cantara Sabina refiriéndose al entierro del "sepulturero mayor": Franco.
14 de marzo. Habemus papam argentino. Francisco I encarna novedades históricas. Pero centrémonos en los "viejos lugares comunes". Bergoglio es un ejemplo de complicidades de la iglesia católica con la última dictadura argentina. La relación de las jerarquías eclesiásticas con poderes autoritarios es un "clásico histórico" que tuvo lugar tanto en Argentina como en España. La consideración fundamentalista católica propia de mentalidades castrenses autoerigiéndose cruzados salvadores de la patria y de la civilización occidental existió en la interpretación de la guerra civil española como "Cruzada nacional-católica" y en el ideario militar hegemónico durante los 60 y 70 en Argentina, usado como justificación de la represión sistemática. Ambos casos nutridos por las doctrinas internacionales del anticomunismo.

Años, los 70, en los que la teología de la liberación tomaba fuerza en el continente americano. En Argentina, el autollamado "Proceso de reorganización nacional", a cuya cabeza estaba Videla, hacía desaparecer como parte del "enemigo interno subversivo" a miles de personas, entre ellas religiosos/as. Una de las últimas fotos de Videla fue en el banquillo de los acusados con los colores del Vaticano, en apoyo al recién ungido compatriota.

16 de marzo. De sus últimas imágenes, a sus últimas palabras: entrevista en la revista española Cambio 16. Un auténtico "paseo militar". Cómodo despliegue del ex dictador, condenado por crímenes de lesa humanidad, sin una pregunta que interrumpiera su oda a la justificación de la eliminación sistemática: "[el golpe] confería más libertad de acción, garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado...hasta el aniquilamiento definitivo".

En Argentina existe unanimidad en el repudio a lo que Videla representaba. "Murió Videla, el símbolo de la dictadura militar"; "lo que nunca más queremos que se repita en Argentina"; "ha muerto un genocida". Éstas son declaraciones de sectores que, en aquel momento, se refirieron a las Madres como "las locas de la plaza" y afirmaron que los desaparecidos estaban en Europa, como decía el gobierno militar.

Videla fue declarado responsable del plan sistemático de eliminación y represión implementado desde el estado, eso sí, clandestino e ilegal. Un plan que eligió como metodología represiva la desaparición para que no se conociera ni verificara jamás. Un método en la órbita del decreto nazi "noche y niebla", la escuela de las Américas norteamericana y el ejército francés en Argelia. Sin embargo, por la lucha de familiares y sobrevivientes, la figura del desaparecido es símbolo de la resistencia a las negaciones de los crímenes del poder en la historia y a la impunidad de represiones masivas planificadas.

El motivo de alivio ante la muerte de Videla que han declarado sentir los que sufrieron directamente el terrorismo de estado es que "murió donde tenía que morir": en una cárcel común.
Videla afirmó que en Argentina hubo una guerra. Sí la hubo en España, 40 años antes al fracasar parcialmente el golpe de Estado militar. En Argentina, hace 30, se retomó la forma democrática que juzgó a las cúpulas militares y guerrilleras para después indultarlas. Hace 10 años, tras la crisis de 2001, comenzó el final de la impunidad por crímenes de lesa humanidad.

Según Videla, vencieron pero el enemigo les derrotó después en la "batalla cultural". Guerra y eliminación sistemática, represión legal o ilegal, ¿todo en virtud de la derrota o la victoria? En España, Franco ganó la guerra, gobernó casi 40 años, reprimió sistemáticamente con su legalidad y sin ella, y murió en la cama. A los 30 años de su muerte El País decía: "su recuerdo aún provoca controversia...el ministro J. Utrera Molina le define como "el mejor estadista desde Felipe II", y el historiador Ricardo de la Cierva le atribuye "la más amplia, profunda y positiva transformación de España en toda su historia". Sobre su muerte se cantó: "en leguas a la redonda el champán se terminó". No hubo champán por la muerte de Videla. Se renegó, al menos públicamente, de la celebración. Sí se descorcharon botellas al morir Margaret Thatcher, el 8 de Abril.

La guerra de las Malvinas dio la estocada final a la dictadura argentina con una derrota bélica. En una declaración sobre esa victoria, Thatcher demostró estar hermanada en conceptos ideológico-represivos, además de económicos, con ese enemigo: "hemos vencido al enemigo externo pero (...) el enemigo interno es más peligroso para la libertad". El conflicto minero comenzaba en 1984. 50 años después de la revolución de Asturias. Casi 30 años más tarde, el año pasado, el neoliberalismo quiso acabar con la minería en España. Una vez más, hubo resistencia minera. Otra muerte en un pulso a la "Dama de Hierro" fue la de Bobby Sands, del IRA, por huelga de hambre en 1981. En los murales de Belfast puede leerse: "la historia es escrita por los vencedores".

El mismo 8 de abril, el gobierno del PP censuró las declaraciones de testigos de la causa abierta en un tribunal argentino por crímenes franquistas.

El 12 de mayo, se emite Salvados: "Sed de justicia". En dicho programa se evidencia el uso sistemático del indulto por relaciones de poder y la práctica de torturas en cárceles y comisarías de nuestro país. Recordemos que en España hubo terrorismo de estado después de la dictadura: los GAL.

17 de mayo. Muere Videla en la cárcel de Marcos Paz. El gobierno de España aprueba la LOMCE. "Espectros" entrecruzados: Franco, su Iglesia y Thatcher, ministra de educación en los 70 ¿Con champán "celebran la victoria que la historia les robó, más que alegría la suya era desesperación"?

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