Dominio público

Militares y ONG en las guerras de hoy

Luis Solana

militares-ongs-alta-res.jpgLUIS SOLANA

Es muy curioso que los analistas de las actividades de las Fuerzas Armadas españolas –si proceden de la derecha– montan en cólera por el hecho de que nuestros soldados parezcan cada día menos guerreros y más, miembros de una ONG.

Afganistán está siendo la piedra de toque para este debate. Eso de ver en televisión a soldados españoles ayudando a desamparados civiles afganos a reconstruir sus carreteras, a cuidar a sus niños, a levantar modestas viviendas o conducciones de agua, molesta a los que creen que un soldados sólo tiene que ser un guerrero.
Sólo les parece lógico aplaudir el tiroteo contra los talibanes que atacan a un convoy o a un campamento español. Es un modelo de guerrero antiguo y una idea de la guerra que ya no existe.

La novedad es que esos militares españoles tienen a su lado a miembros de ONG o de empresas civiles que hacen posible completar su labor. El que no entienda que, en las guerras actuales, un soldado tiene que ir siempre acompañado por un militante de una ONG es que no entiende cómo son ahora las guerras. Supongo que todos habéis visto la película La delgada línea roja. Yo la he visto tantas veces que hasta mi blog se titula Una delgada línea roja. Por mi interés por los temas militares, por mi posición política de izquierdas y por mi posición roja moderada.

Al inicio de la película, un soldado americano que pronto participará en la batalla de Guadalcanal tiene este diálogo con una mujer nativa:
–¿Tu hijo tiene miedo?
–No
–¿Y tú?
–Yo sí
–¿Por qué?
–Porque eres un soldado.
Hoy, todos los ejércitos saben que su violencia tiene que estar acompañada con la pacificadora y complementaria acción de los civiles.

El primer ciudadano que se dio cuenta de que un ejército necesita a su lado a los civiles fue el suizo

Henry Dunant. Presenció el horror de una batalla (la de Solferino) el 24 de junio de 1859. Unos 40.000 soldados italianos, franceses y austriacos resultaron muertos y heridos.

Dunant se dedicó a organizar a la población de la zona para que atendieran a los heridos. El impacto de la acción de este civil fue tan grande que el mundo entero decidió que había que organizar una institución civil que acompañase a los soldados y mitigase su dolor: había nacido la Cruz Roja.

España se incorporó a la organización en 1864 y supo de sus esfuerzos solidarios en las guerras de África.
Esta necesaria incorporación de los civiles para garantizar la seguridad de los ciudadanos (para eso están los soldados, los guardias civiles y los policías) no es todavía completa en nuestro país.

Unos ejemplos: si tú vas a renovar el carné de identidad, te encontrarás en la comisaría a una serie de funcionarios civiles, amables y colaboradores. Los policías hacen guardia. Muy bien repartidos los papeles. Si tú vas a renovar una licencia de armas, te encontrarás una oficina triste, con una serie de guardias civiles con escaso interés por atender al ciudadano, con actitudes que parecen considerarte un delincuente en potencia y todos uniformados. Una pena que hombres y mujeres que se han entrenado para luchar contra el delito y para proteger a los ciudadanos se dediquen a complementar formularios y a sellar instancias o carnés.

Hay que tener algunas ideas claras en esto de la seguridad. La seguridad o es integral o no es seguridad. Para que tengamos seguridad, los españoles tenemos que contar con soldados, guardias civiles, policías y ciudadanos sin uniformes. Así, podremos responder a las amenazas tan distintas que este siglo nos va a deparar. Ya no hay especializaciones. Un soldado tiene que poder defenderme de un ataque exterior o de un incendio. Un guardia civil tiene que ser capaz de atender un accidente en carretera o unos desórdenes en Haití.

Un policía tiene que poder investigar un crimen o parar el tráfico en la Plaza Mayor de tu pueblo si se ha desprendido una cornisa. Esta mezcla de soldados, policías y civiles es lo que garantiza a los españoles que su seguridad será la mejor posible.
Pero no hay duda de que son los soldados los que tienen más dificultades para conseguir que este concepto integral comprenda su labor.

Los soldados españoles en misiones en el extranjero tienen que tener a su lado a ONG, en particular, y a civiles, en general. De lo contrario no conseguirán ganar las guerras que les hemos encomendado. Sólo a tiros (imprescindibles muchas veces) no se ganan las nuevas guerras.

¡Cómo me gusta saber que los soldados españoles en Afganistán van acompañados de ONG! De todo tipo, además: Médicos Sin Fronteras, Cruz Roja, Ingenieros Sin Fronteras, Empresarios Solidarios (algún día existirán) y todos a los que se os ocurra que se pueden pedir apoyos para esas misiones de guerra, paz y reconstrucción que España tiene por delante.
En Afganistán, nuestros soldados viven casi todos los días la tensión que significa el riesgo de muerte. Pero, junto a ellos, hay civiles que les ayudan en sus misiones humanitarias. Quisieran pensar que, como consecuencia de estas experiencias, la ministra de Defensa, acepte que no puede ser que los soldados hagan de todo. Que se tiene que negociar con civiles para que completen la intransferible labor de los militares. Para construir un hospital, para gestionar la logística, para servir unas comidas, para transportar medios y material o para que el personal esté correctamente atendido en los ordenadores se puede y se debe pedir apoyo a las empresas civiles.

El día que la izquierda acepte que todos somos parte de la seguridad de todos, estaremos cerca de construir una sociedad más solidaria (ya lo estamos haciendo) y más segura (lo conseguiremos cuando todo esto se acepte).

LUIS SOLANA es ex diputado del PSOE y promotor de Nuevas Tecnologías

Ilustración de PATRICK THOMAS

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