Dominio público

El inicio de la modernización en España

José María Benegas

JOSÉ MARÍA BENEGAS

28-10-07.jpgSon cosas sabidas, pero que conviene recordar para situar la victoria del socialismo español en el año 1982, en un momento de nuevas esperanzas para la sociedad española, pero, al mismo tiempo, lleno de dificultades e incertidumbres sobre nuestra estabilidad democrática y el futuro económico del país. Ramón Rubial había aprendido la lección de la historia.
Al día siguiente de la gran victoria del 28 de octubre de 1982, se reunió la Comisión Ejecutiva del PSOE. Brindamos con cava por el triunfo en un ambiente de euforia antes de empezar la reunión. Al poco tiempo, Ramón nos conminó a empezar el trabajo y nos dijo a modo de introducción: "Menos alegrías, compañeros. Lo intentamos en el 17, en el 31, en el 36, y en todas esas ocasiones fracasamos. Dimos con nuestros huesos en los cementerios, las cárceles y el exilio. Hemos sufrido una dictadura de cuarenta años. En esta ocasión, no podemos volver a fracasar. Tenemos que conseguir que la libertad sea algo irreversible en la futura historia de España. Éste es el objetivo. El camino no va a ser de rosas, compañeros, así que al trabajo".

De esta manera inició Ramón Rubial aquella reunión de la Comisión Ejecutiva del PSOE. Hoy, con una cierta perspectiva, creo que se puede decir que cumplimos los objetivos que marcó Rubial y desarrollamos un proyecto de dimensión nacional, dirigido por Felipe González, del que podemos estar orgullosos por haber situado a España como un país atractivo en todos los órdenes, habiendo desterrado definitivamente nuestros males seculares.

En el primer tercio del pasado siglo, España era el enfermo de Europa y sus males, recurrentes. La democracia oligárquica y caciquil de la Restauración no pudo resistir los cambios económicos y sociales que trajeron el auge de la primera guerra y luego la crisis de los 30. Sólo una democracia real, asentada en una mayor integración social, habría podido probablemente hacerlo. La insurrección militar del 18 de julio truncó la experiencia republicana y dio paso a una Guerra Civil y a cuarenta años de dictadura.

A finales de 1982, la democracia española tenía poco más de cinco años de vida y una existencia complicada, cuyo peor sobresalto había sido el intento de golpe del 23 de febrero de 1981. La crisis económica estaba maltratando especialmente al país, entre otras cosas por el tiempo perdido desde 1975 a causa de la fragilidad de la base política de los diferentes gobiernos para dar respuesta a la crisis energética y a una situación económica que se
agravaba día a día.

La situación no era fácil. Recuerdo que en plena campaña electoral de las elecciones del 28 de octubre estaba esperando la llegada de Felipe González al aeropuerto de Fuenterrabía. Me comentó la Guardia Civil que habían recibido una comunicación para que Felipe llamara al Rey en cuanto se bajara del avión. Ya después, en el coche, camino del mitin de turno, me comentó Felipe que el Rey estaba preocupado porque los servicios de información habían detectado los preparativos de un golpe de Estado para el día de reflexión, el 27 de octubre, con el fin de evitar la presumible victoria
socialista. Parece que el nuevo intento antidemocrático estaba controlado. Ése era el clima en el que vivíamos en aquel entonces.

Creo que el gran mérito de Felipe González fue tener claro que en esta ocasión el diseño político del Partido Socialista debía ser un proyecto de carácter nacional, no partidista. Un proyecto de carácter nacional se fundamenta en el diagnóstico real y concreto sobre los males seculares de un país y en el diseño de una estrategia para resolverlos. El proyecto nacional de 1982, resumido sintéticamente, consistió en:

Primero. Consolidar la democracia de modo irreversible, terminando con la maldición histórica del intervencionismo militar y las tendencias autoritarias de sectores conservadores de la sociedad española. Para conseguirlo, era necesario consolidar e impulsar el nuevo modelo de convivencia definido en la Constitución de 1978.

Segundo. Superar el atraso económico, siendo imprescindible empezar por corregir el gran déficit en infraestructuras de nuestro país y hacer la reconversión
industrial que no quiso, o no supo hacer, la derecha. En síntesis,
modernizar el país.

Tercero. Resolver los problemas de estructura y modelo de Estado desarrollando el proyecto autonómico contenido en el título VIII de la Constitución.

Cuarto. Romper el aislamiento internacional de España con la incorporación del país a la Unión Europea para participar en su construcción con decisión y voluntad decididamente europeísta.

Éste es el proyecto que se puso en marcha a partir del 28 de octubre de 1982. Después de casi catorce años de gobiernos socialistas presididos por Felipe González, el balance sobre la realización y logro de los retos nacionales mencionados fue altamente positivo. La democracia se consolidó, se sentaron las bases para un desarrollo económico y social sostenible.
Se impulsó ampliamente la implantación del Estado de las autonomías, y España ingresó en Europa y desarrolló un papel protagonista en avances decisivos para su cohesión social. Estos logros tuvieron una dimensión histórica para España y los protagonistas de este periodo merecen el justo reconocimiento por la labor desarrollada.

José María Benegas es diputado del PSOE por Vizcaya

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