Una de las consecuencias que el olvido, la anulación o la persecución de la recuperación de la memoria histórica en estos 46 años ha tenido, ha sido la postergación e incluso la muerte civil de miles personalidades históricas que fueron decisivas en la construcción de nuestro país. Un caso cercano y emblemático ha sido la vandalización de las figuras de Largo Caballero e Indalecio Prieto, así como la destrucción del memorial del cementerio de la Almudena, en Madrid, por parte de la troika conformada por Almeida-Villacís- Ortega Smith. La derecha y la ultraderecha no es que quieran cerrar heridas es que quieren sepultar una vez más la historia de este país.
Cuando paseamos por cualquier ciudad europea nos sigue chocando ver calles, estaciones de metro, plazas con nombres de personas que en nuestro país estarían proscritos. Ver en Francia los nombres de Jean Jaures, Jules Guesde, León Blum o Louise Michel es tan natural como reconocer en Berlín los nombres de Rosa Luxemburg, Karl Lieknecht, August Bebel o Karl Marx. Sin embargo, en casi toda España es una batalla dura y continua, no sólo por eliminar del callejero a los golpistas y criminales de guerra, sino sobre todo por reivindicar aquellas figuras que dieron lo mejor de sí mismo por la igualdad, las libertades y la democracia.
Pues una de esas figuras sepultadas en el silencio es Joaquín Maurín (1896-1973). El 5 de noviembre de 1973 fallecía en New York. Desde mi punto de vista, Maurín es una de las 4 o 5 personalidades de la segunda oleada (después de los fundadores Pablo Iglesias y Anselmo Lorenzo) más importantes del movimiento obrero español. Su nombre se sitúa al nivel de los Salvador Seguí, Ángel Pestaña, Virginia González y Andreu Nin.
Recientemente se han realizado en Aragón unas Jornadas bajo el titulo de Maurín, una historia del Siglo XX, que ha consistido en una sucesión de actos en Zaragoza, Robres, Huesca y Bonansa (su pueblo natal). El próximo 13 de noviembre en el Salón de Actos del Ateneo (donde el maestro de Bonansa dio una conferencia el 8 de junio de 1931) se realizará un homenaje.
Tres características me gustaría resaltar de la personalidad de Maurín:
En primer lugar, Maurín fue un profundo conocedor y estudioso de la historia de su país, simplemente su sintética introducción a la edición de 1965 de Ruedo Ibérico de su obra Revolución y Contrarrevolución en España (ahora reeditada con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento por la Fundación Andreu Nin) es un muestra palmaria del conocimiento de las fuerzas sociales, económicas, políticas y culturales que se encontraban en la arena de 1936, pero también en sus posteriores análisis sobre la evolución del franquismo y las tareas democráticas: "Tres veces las fuerzas históricamente progresivas españolas fracasaron por su incapacidad política: en 1820-23, en 1868-74 , y en 1931-1936; las dos primeras veces, la incapacidad fue de la burguesía liberal; la tercera la culpa la tuvo la clase trabajadora".
El segundo aspecto a resaltar es que Maurín no solo era un lúcido analista sino un constructor y un extraordinario organizador y propagandista del movimiento obrero desde Talión al POUM, pasando por la CNT, los Comités Sindicalistas Revolucionarios, el PCE, la Federación Comunista Catalano Balear, el Bloque Obrero y Campesino. Siempre su pensamiento y su acción estuvo ligada a la organización de las fuerzas de la clase trabajadora. La proyección de su pensamiento se realizaba de forma inequívoca vinculada a esta capacidad de organización y de propaganda.
En tercer lugar, su formación marxista no le lleva a escudarse bajo los textos "sagrados". Alguien con una matriz ideológica diferente como Francisco Fernandez Buey lo reconoce como "uno de los más lúcidos analistas que haya dado el comunismo hispano". Maurín dedicó todo su conocimiento, formación y capacidad intelectual a la tarea de analizar la realidad sin anteojeras previa. Y así se lo decía a sus compañeros del POUM a un nota preliminar a Revolución y Contrarrevolución en España: "En treinta años ha cambiado todo: la situación, los encuadramientos, la filosofía política, las ideologías sociales, las fronteras morales, los enfoques, las perspectivas... Y además naturalmente he cambiado yo".
Conocer a Maurín, como conocer a tantos otros olvidados, es conocer mucho mejor nuestro país y a la vez rescatar los valores y principios que aún hoy siguen vigentes y nos pueden ayudar a orientarnos en nuestro convulso (como en otros tiempos) presente.