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Defender Europa de los nuevos fascistas

Miquel Ramos

Defender Europa de los nuevos fascistas
El primer ministro de Hungría, Viktor Orban (2d), es recibido por el líder de VOX, Santiago Abascal (d), este viernes en un céntrico hotel de Madrid. EFE/David Fernández

Madrid acogió este fin de semana la anunciada reunión de los principales líderes de la extrema derecha europea. Vox, a pesar de ser el anfitrión, no le dio excesiva publicidad a priori, pero cuando las cámaras enfocaban más a Orbán, Le Pen y a Morawieki que a Abascal, el partido ultraderechista empezó a asomar el hocico y a buscar su sitio en la foto. La situación no era nada cómoda con el conflicto de Ucrania de fondo, ya que las posturas al respecto de los invitados eran bastante diferentes, incluso opuestas en cuanto a las simpatías o antipatías por Rusia. De hecho, Vox todavía no ha manifestado una posición clara al respecto, debido a las dos almas que cohabitan en la formación: los que vienen del neonazismo y el falangismo, cercanos a posiciones más euroasianistas, y los atlantistas con estrechos lazos con los EE.UU e Israel. Aún así, hay denominadores comunes mucho más importantes que salvan este pequeño detalle que hoy, con el conflicto geopolítico de fondo, han amortiguado como han podido.

La reunión ha sido noticia en todos los medios, también internacionales, que han mostrado la determinación de la extrema derecha por seguir dando pasos para desbancar a los populares del trono de la hegemonía derechista. La editorial de ABC del domingo, que consideraba que estas formaciones defendían ‘una serie de valores absolutamente legítimos, y en buena parte asumibles por un sector de Europa’, alertaba, sin embargo, de las peligrosas compañías. No por los valores que defienden –‘no se trata de discutir esos valores’ decían-, sino de ‘cuestionar el frente internacional con que Santiago Abascal se presenta en Europa’, señalando a Hungría y a Polonia, a quienes tilda de autoritarios por el ’desafío normativo’ a la UE por el que han sido sancionados.

El lema de la reunión era Defender Europa, un título nada ajeno al imaginario ultraderechista. Defend Europe es la marca que vienen usando los neonazis de todo el continente, popularizada a través de unas camisetas con dicho lema y una metralleta. También es el nombre del barco que fletó la organización neofascista francesa Generation Identitaire para entorpecer la labor de los barcos de rescate y las barcas de personas migrantes en el mediterráneo durante la guerra en Siria y Libia. Esta organización fue ilegalizada recientemente por el Gobierno francés, y durante años se la señaló como un auténtico vivero neonazi, con lazos con el partido de Le Pen, como bien retrató un excelente documental con cámara oculta de Al Jazeera titulado Generation Hate. Defender Europa no es más que un dog whistle (un silbato para perros) para las hordas de filonazis y fascistas europeos que nutren los partidos de dicha reunión de militantes, simpatizantes y fuerzas de choque en las calles.

Aunque exista cierta o aparente distancia entre los movimientos sociales neofascistas o los grupúsculos neonazis y estas formaciones, estas son conscientes de la oportunidad que les brinda la presencia de estos partidos en la arena política y en el debate público. Los lemas que durante años llevan abanderando estos grupos marginales son hoy ‘una opinión respetable más’ que ocupa preciados minutos en prime time. Lo admiten ellos mismos, que aborrecen el sionismo y el neoliberalismo de Vox y de gran parte de sus homólogos europeos, pero aplauden cada vez que estos ponen en la diana a las personas migrantes, a las feministas, a los rojos y a la dictadura progre (que también llaman ‘marxismo cultural’). Que Vox allane el camino está bien, ya que, aunque después no les voten, algunos jóvenes ya vendrán impregnados con los prejuicios y odios que estos partidos y sus voceros y propagandistas promueven día tras día.

Precisamente esta semana se celebraba el aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, el 27 de enero de 1945 por parte de las tropas soviéticas. En el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, varias instituciones públicas realizaron diversos homenajes, entre ellas, a los más de 9.000 españoles que pasaron por allí con el beneplácito de Franco. En Madrid, la presidenta Díaz Ayuso aprovechaba la ocasión para cargar contra rojos (como los que liberaron Auschwitz) y ‘enemigos de Israel’, en otra asombrosa pirueta a la que ya nos tiene acostumbrada la derecha de este país cada vez que se habla de nazis y fascistas. Ni una palabra de los españoles que perecieron allí. Eso si, nos recordó que los comunistas (como los que vencieron a Hitler) y los nacionalistas (ella no es nacionalista, recuerden, los españoles no son nacionalistas) son tan malos como los fascistas y los que ‘ponen bombas’ en Israel. Así, del tirón. Ya puestos, dicho homenaje podría haberse celebrado en la calle dedicada a los españoles que combatieron al servicio de Hitler y el III Reich, en la calle de la División Azul que el Ayuntamiento de Madrid mantiene junto a otras calles de homenaje a franquistas. Para rizar el rizo, ya puestos.

También esta misma semana, la Policía Nacional arrestaba a siete ultraderechistas en varias ciudades del Estado español. Tenían armas, munición, manuales para la fabricación de explosivos y todo tipo de propaganda y parafernalia nazi y fascista. Estaban dispuestos, según la nota de la policía, a subvertir el orden constitucional, y se les relaciona con el ataque a un local LGTBI en Alcoi. Sin embargo, lejos de celebrar el trabajo de sus compañeros, una asociación policial con miles de seguidores en redes sociales menospreciaba públicamente esta operación y la labor de sus compañeros, despreciando la amenaza violenta de la extrema derecha y, en una nueva retorcida pirueta, señalar a la izquierda:

"En un país con el terrorismo callejero dominado por la extrema izquierda y la violencia esta desatada en los barrios, se montan esta película de propaganda para unos artículos de colección, un revólver de fogueo y una escopeta de perdigones."

Lamentablemente no sorprende la desfachatez con la que algunos supuestos servidores públicos muestran semejante desprecio a la labor de sus compañeros y esta tremenda banalización del fascismo, incluso cuando este está armado. No les debe preocupar demasiado que algunos funcionarios almuercen cada día en el bar fascista de Usera bajo retratos de Franco y banderas de Falange, ni quienes celebran en sus chats cuando le revientan un ojo a un antifascista con una bala de goma en una manifestación. Son compañeros. Pero la operación policial y la difusión en la red por parte de la cuenta oficial de la Policía es algo raro e incluso atenta contra el prestigio del Cuerpo:

"El Gabinete de Comunicación y el DAO de la Policía Nacional van a acabar con el prestigio de la institución. (...) Mientras, miles de agentes que se la juegan en la calle tienen que poner la cara frente a los ciudadanos. La cuenta policial de Twitter con más seguidores del mundo, tiene más tweets citado que retuits. Pronto les explicaremos muchas cosas."

Ninguno de los siete neonazis que almacenaban armas y manuales de explosivos ha sido acusado de terrorismo. No fue así en el caso de numerosos activistas de izquierdas que han ido a parar directamente a prisión preventiva o han sido acusados de terrorismo sin que se les encontrase ni una sola arma.

Los nuevos fascistas llaman a defender Europa justo cuando las principales agencias de inteligencia de varios países llevan ya años alertando sobre la creciente amenaza para la seguridad que supone el terrorismo y la violencia de extrema derecha. Esta que se nutre del ideario de esos partidos que llaman a Defender Europa, mientras algunos de los policías españoles se rasgan las vestiduras cuando sus compañeros reivindican la detención de neonazis armados. No deben andar muy al tanto de que en Alemania se desarticuló recientemente una unidad militar entera por sus vínculos con la extrema derecha, ni que en Reino Unido, EE.UU y otros países, se vigila muy de cerca a los agentes y militares con conexiones con la extrema derecha. Quizás sí que lo saben, pero se sienten muy seguros en España, donde los sucesivos ministros del Interior no tienen ninguna intención de desinfectar el cuerpo de fascistas. De la misma manera que Europa es incapaz o no tiene ninguna voluntad de desinfectarse a ella misma del nuevo fascismo, este que el fin de semana en Madrid nos recordó que van a por todas y que están aquí para quedarse. Setenta y siete años después de la liberación de Auschwitz, toca defender Europa de los nuevos fascistas.

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