Dominio público

Aquellas lágrimas de Garamendi

Ana Pardo de Vera

Al presidente de la  Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) no se le puede acusar de no ir de frente, aunque el ridículo asome en sus pataletas contra el Gobierno, al que apoyó dócilmente, en cambio, cuando se negociaban ayudas estatales para los ERTE durante la pandemia.

Antonio Garamendi, en una misma semana, ha plantado al Ejecutivo dos veces, ambas trascendentales para los y las españolas, que es de lo que se trata, supongo: durante la negociación entre el Ejecutivo y los sindicatos para fijar la subida del salario mínimo y alcanzar un incremento del 60% en total y en Rabat, cuando este jueves, Pedro Sánchez y varios ministros y ministras se tragaron su dignidad (y la nuestra) y viajaron con toda pompa a la cumbre bilateral con Marruecos, la XII Reunión de Alto Nivel.

El líder de la patronal, por su parte, decidió que a ver qué se le había perdido a él -y a las empresas que representa- en un foro con el país vecino que tiene como destino el 55,4% de las exportaciones españolas a toda África entre enero y octubre de 2022, los últimos datos conocidos. Nada, apenas 9.870 millones de euros en exportaciones para España, 674 empresas españolas con al menos un 10% del capital marroquí y 529 empresas marroquíes que son filiales de empresas españolas. ¿Qué se le habrá perdido, insisto, a Garamendi en Marruecos?

Hubo un tiempo, cuando la pandemia paralizó al país y al mundo, y la mascarilla, la soledad del paso rápido y los perros de paseo formaban parte del único paisaje urbano, que Antonio Garamendi lloró; pero no lloró por las empresas que se salvaron gracias al plan de ERTE del Gobierno que ahora detesta y que mantuvo tres millones de empleos, según CC.OO. No, el líder de la patronal lloró porque el expresidente del PP, Pablo Casado, criticó que se mostrase favorable a los indultos concendidos por el Ejecutivo socialcomunista-etarra-bolivariano-satánico a los independentistas catalanes encarcelados/as. Qué lástima.


Es sabido que luego hizo las paces con Casado, a éste se lo cargó Ayuso, aterrizó un Feijóo triunfal en la calle Génova, Garamendi le mostró su admiración-adhesión y las aguas volvieron a su cauce, sobre todo, después de que el presidente de la CEOE volviese a ser elegido tal el pasado mes de noviembre: el Gobierno, a su cueva de mataniños, y la CEOE, con el PP, que es de donde nunca se tenía que haber movido ... salvo que necesite dinero del Estado. No se pasen.

Garamendi no acudió a la reuniones entre el Gobierno y los sindicatos, digo, porque a él no se le pierde nada en las negociaciones sobre asuntos que no comparte; todas sabemos que a las negociaciones se va solo cuando ganas, por eso se llaman así, y no te pagan a ti (a Garamendi) por perder el tiempo. Tampoco fue a Rabat porque estaba enfermo, nos dijeron, aunque unas horas antes compartió cháchara y sonrisas con el equipo de campaña del PP en la calle Génova, durante un encuentro que los de Feijóo no incluyeron en su agenda pública; un encuentro entre amiguetes, vamos -de hecho, en las fotos que distribuyó el PP, se observa que estaban reunidas dos mujeres y cuatro hombres, para no perder las buenas costumbres patronales-.

Las aguas vuelven a su cauce: no es que Garamendi vaya a financiar al PP de Ayuso, como hizo su antecesor Gerardo Díaz Ferrán con el de Esperanza Aguirre, pero su apoyo está donde está y de donde nunca debería haber salido, qué carallo de indultos y qué carallo de ERTEs; está con los que anulan impuestos a las grandes fortunas y con los que privatizan a destajo los servicios públicos. Porque que la pela es la pela, el negocio es el negocio y es "el mercado, amigo" lo saben desde Rabat a Washington pasando por la calle Génova. Y después nos vienen llorando (otra vez) con la mala prensa social de los empresarios.


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