Dominio público

Las pequeñas (grandes) sorpresas de la noche electoral

Daniel V. Guisado

Politólogo. Asesor político.

Las pequeñas (grandes) sorpresas de la noche electoral
La alcaldesa de Barcelona y candidata de BComú a la reelección, Ada Colau (c), en un mitin en el Mirador del Carmel, a 20 de mayo de 2023, en Barcelona, Cataluña (España). Lorena Sopêna / EUROPA PRESS

Este domingo las urnas municipales abrirán en todo el país y las autonómicas en hasta 14 regiones (y ciudades). La primera movilización masiva electoral desde las generales del 2019. Este hecho confiere relevancia a unas elecciones que, a pesar de renovar ayuntamientos y parlamentos, son vistas como una suerte de primarias nacionales o primera vuelta de las generales a final de año.

En anteriores artículos hemos comentado la situación en Madrid, el triple empate técnico en Barcelona y la importancia de la Comunitat Valenciana a la hora de cerrar o ampliar el actual ciclo político. Llegados a este punto, es interesante repasar algunas pequeñas sorpresas que pueden suceder la noche del domingo.

El comportamiento de los indecisos y de los tardíos

La anacrónica e ineficaz prohibición de difundir encuestas nos deja los últimos días de campaña sin luces y guías para comprender con detalle cómo se mueve el comportamiento electoral de los indecisos, pero sí podemos sospechar que estos tendrán en sus manos varios gobiernos locales y autonómicos.

Según la última encuesta del CIS, realizada entre el 16 y el 18 de este mes, todavía había un 17% de personas que dudaban sobre su voto y hasta un 14% manifestaba decidir la papeleta entre la jornada de reflexión (sábado) y las mismas elecciones (domingo). En algunos municipios como Barcelona este porcentaje se dispara (200.000) y será determinante, ya que el promedio de encuestas vaticina que la diferencia entre el primero y el tercero puede estar en 20.000 votos. Qué hagan (votar o quedarse en casa) y a quién elijan (qué papeleta cojan) a última hora podrá decantar gobiernos.


La vivienda y cómo movilice

El momento de aprobación de la Ley de Vivienda no ha sido casualidad. Ha dado un importante recurso para que se hable del tema en elecciones y para retratar lo que cada partido, en caso de gobernar, haría en su localidad o región. En tan solo dos meses, la vivienda ha pasado de ser percibido como el decimocuarto problema a ser el quinto.

Los alquileres cada vez más caros y la introducción de la problemática en la primera línea de la campaña, sobre todo por la izquierda, ha conseguido que hasta los votantes de la derecha sientan mayor preocupación por el mismo.

Aunque el aumento asimétrico de su protagonismo (electores del PSOE y Unidas Podemos lo perciben como más urgente que los de Vox y PP) augura que no será un elemento que reordene la fuerza entre bloques, sí podemos esperar que movilice al electorado progresista, sobre todo en las ciudades más grandes, donde no solo los alquileres son más altos, sino donde también ha aumentado más la preocupación por la vivienda según el CIS.


La abstención y los jóvenes

Muchos de los que se encuentran indecisos actualmente acabarán optando, por distintas razones, por quedarse en casa. Y muchos de ellos, probablemente, sean jóvenes y también progresistas.

En la preelectoral del CIS se vio una diferencia de hasta 20 puntos entre los más jóvenes y los más mayores que manifiestan que irán a votar "con toda seguridad" el próximo domingo. De similar modo, casi el 80% de las personas que se ubican en la derecha (8 al 10 en la escala ideológica) tienen claro que irán a votar, mientras que en la izquierda y centroizquierda (1, 4 y 5) apenas supera el 70% que lo da por seguro.

De producirse este tipo de abstención (jóvenes y progresistas se quedan más en casa), sumado a que la derecha va al ataque en nueve de las doce comunidades, la situación puede complicarse para la izquierda.

La mejora de Vox

Vox acude a estas elecciones sabiendo que mejorará sus resultados y ha preparado el terreno para exigir ser partícipe de todos los gobiernos del Partido Popular que requieran de sus concejales y diputados.

Este cambio de rasante en la estrategia de Vox será importante para normalizar totalmente los pactos entre las dos formaciones que, de sumar a final de año, tendrán que entenderse también en el ámbito estatal, de forma análoga al camino que PSOE y Unidas Podemos emprendieron en 2019.

Sin embargo, la incógnita estará en cuánto crezca Vox y en cómo de importante serán sus escaños para llegar a la mayoría absoluta del PP. La capacidad de negociación será mayor cuanto más porcentaje hasta esa mayoría sea, mientras que en lugares como Madrid (región y capital) su ínfimo apoyo puede colocarles en una situación precaria entre regalar los apoyos o entrar muy minoritariamente en los ejecutivos.

Hasta aquí llega Ciudadanos

El partido de Arrimadas encontrará la última piedra a su tumba en estas elecciones. Independientemente de su supervivencia aislada (en Región de Murcia y Aragón por la baja barrera electoral o en Madrid por el impulso que pueda dar Villacís), el papel de caballo perdedor de la derecha no podrá quitárselo de encima.

Su desaparición ha traído un efecto de mayor eficiencia en el bloque de la derecha a la hora de convertir votos en escaños, y estas elecciones solo reforzará la idea de una mayor competitividad en un bloque compuesto por dos patas (PP y Vox) y no por tres en la mente del votante conservador. El elector con ganas de cambiar de gobierno solo tendrá dos opciones a final de año y ninguna llevará el color naranja.

Podemos: entre retrocesos y desaparición

Unidas Podemos está lejos de sufrir una situación como la de Ciudadanos, pero sus expectativas electorales en todas las regiones son de retroceso o incluso peligro de extinción al acercarse al umbral electoral, como en la Comunidad de Madrid, Valenciana o La Rioja. Las dos únicas comunidades donde mejora o repite resultados son Navarra (donde acude bajo las siglas Contigo Navarra) y Extremadura (donde esta vez puede aportar los escaños necesarios para que la izquierda siga gobernando).

Los cuatro años de cogobierno autonómico y estatal han debilitado las distintas siglas moradas y en todas partes se aprecian fugas significativas al PSOE, que gracias a esto conseguirá capear el desgaste de la última legislatura. Si bien Unidas Podemos conseguirá llegar al próximo ciclo electoral, su baja salud y los próximos gobiernos (donde estará todavía en mayor desigualdad de tamaño respecto al PSOE) auguran un 2027 más difícil.

En Madrid se busca otro 2015

Aunque en la Comunidad de Madrid las únicas sorpresas estén en la tabla baja (si Unidas Podemos sobrevive y si Más Madrid adelanta al PSOE), en la capital la batalla está más abierta a la espera de la sorpresa de la noche: una reedición del 2015.

En las elecciones que catapultaron a Manuela Carmena a la alcaldía con Ahora Madrid se dio una situación poco usual: una mayor movilización en las capas más humildes, que tradicionalmente votan menos, y una menor participación en las más opulentas, que salen a votar siempre.

La participación asimétrica, que generalmente beneficia a la derecha, supuso en ese año una ventaja decisiva para la izquierda. No olvidemos que la alcaldía se consiguió por apenas un escaño.

Esta ventana de oportunidad se cerró en 2019, cuando el 20% más pobre de Madrid se abstuvo entre un 50 y un 40%, y el 20% más rico apenas un 15%. Disparando la diferencia entre el bloque de la izquierda y el de la derecha. Esto último, a tenor de las encuestas y solo si Podemos entra, podría acortarse y estar a unos buenos datos de participación de arrebatar la alcaldía a Martínez Almeida. Algo que solo ocurrirá si las clases más populares deciden acudir a las urnas como hicieron en 2015. De darse, sería la sorpresa de la noche.

Alcaldías de segundo orden y primera importancia:

Los que hemos analizado y opinado sobre las elecciones hemos hecho especial énfasis en el triángulo Madrid-Valencia-Barcelona. Es una cuestión que responde a la importancia que, desde la opinión pública, se les ha dado a estos territorios, pero también es relevante considerar aquellos otros lugares que, aunque puedan no acaparar titulares, sí pueden sorprendernos este domingo.

La primera de ellas es Sevilla, donde esta vez Adelante Sevilla se presentará dividida entre Por Andalucía y Adelante Andalucía, lo que convertirá el 14,1% y los cuatro escaños del 2019 en una cifra similar, pero con menor representación, ya que la formación anticapitalista puede quedarse a pocos votos de entrar en el ayuntamiento. El rendimiento de las dos formaciones de izquierda alternativas al PSOE tendrá la última palabra para saber si el PSOE retiene la alcaldía o pasa a manos del PP.

En Andalucía también hay dos plazas interesantes. Córdoba puede pasar de la derecha a la izquierda gracias, fundamentalmente, a la unión de Podemos e Izquierda Unida bajo las siglas Hacemos Córdoba. Las últimas encuestas veían una multiplicación de las fuerzas que ambos partidos obtuvieron en 2019 y hasta un posible sorpasso al PSOE según la Universidad de Córdoba. Resultado contrario puede suceder en Cádiz, donde la renuncia de Kichi a seguir liderando Adelante Cádiz (ahora Izquierda Gaditana) ha dado alas al PP para recuperar la alcaldía. En esta ciudad puede haber hasta cuatro formaciones con relativo peso que se queden sin entrar al consistorio (Cádiz Sí, Ahora Cádiz, Podemos y Ciudadanos).

También habrá una victoria ajustada en Valladolid, donde el PSOE podrá volver a ganar, pero la derecha sumar. Todo a expensas de qué formación auxiliar, Vox para el PP y Valladolid Toma La Palabra para el PSOE, consigue la tercera plaza.

Por último, en Vitoria podría darse un cuádruple empate entre el PNV, PSOE, PP y Bildu. Todos rondando el 20% de los votos con la posibilidad de que la formación de la izquierda abertzale gane y, ante la ausencia de pactos como en 2019, pueda hacerse con la alcaldía de la segunda ciudad de Euskadi por primera vez.

Todas estas pequeñas sorpresas pueden quedar en nada la noche del 28-M, pero su mera existencia invita a acudir el domingo con la mínima imprudencia y con la máximas ganas de dejarnos sorprender.

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