Dominio público

El Madrid de Ayuso bendice el ciclo 'trumpista' de Feijóo

Ana Pardo de Vera

Feijóo y Ayuso en un mitin del PP.- EFE
Feijóo y Ayuso en un mitin del PP.- EFE

Alberto Núñez Feijóo ha ganado las elecciones sin matices, aunque el PP consolida su dependencia de Vox, que sigue firme, pese a ligeros vaivenes. Es en la Comunidad de Madrid, no obstante, donde el PP ha fijado la posición para el partido en toda España: no se equivocó Isabel Díaz Ayuso cuando inclinó la estrategia electoral hacia la radicalización del mensaje contra el Gobierno de coalición ni la nacionalización de las elecciones municipales y autonómicas.

Feijóo decidió evitar la confrontación con Ayuso, siguió sus pautas trumpistas para la campaña, elevando las elecciones a categoría de (pre)generales, y ganó. El expresidente de la Xunta de Galicia, lo mismo que ha demostrado que su solvencia prefabricada por el poder mediático de la comunidad estaba sobrevalorada, ha confirmado, una vez más, que pasar al extremo de infravalorarlo es tan ingenuo como peligroso: "Cuidado con Feijóo, no os confiéis ...", decían algunos y algunas relevantes nombres de la izquierda gallega al ver al PSOE envalentonarse estos meses ante la flojera intelectual y argumentativa del gallego.

Ni el PSOE ni el espacio a su izquierda tenían esperanzas reales de hacerse con el poder en Madrid, ni en la Comunidad ni en el ayuntamiento, aunque confiaban en que ni Ayuso (70 escaños) ni, mucho menos, Jose Luis Martínez-Almeida (29 escaños), alcanzaran la mayoría absoluta y dieran más oxígeno a Feijóo del que ya ha conseguido en el resto de España, recuperando feudos que parecían inexpugnables en las pasadas elecciones municipales y autonómicas (Aragón, Extremadura, Illes Balears, País Valencià, Sevilla, ...) Madrid es definitivamente azul, apenas quedan alcaldías importantes al PSOE, y el PP ni siquiera necesita a Vox ni en la Asamblea ni en la capital.

Con estos mimbres, Ayuso se ha quedado sin margen para disputar a Feijóo el liderazgo nacional del Partido Popular, al menos, hasta las elecciones generales de diciembre y el gallego puede respirar tranquilo unos meses, que son muchos en política, a pesar de todo y aunque los resultados de este 28 de mayo indiquen un cambio de ciclo político en toda España, de izquierda a derecha.

Tras la celebración de la victoria, Feijóo ya habrá tomado buena nota del éxito de la agresiva campaña ejecutada por el PP, pese a la inquietud que generaba en el sector más moderado de la calle Génova, incluido él mismo en algunos momentos: el método Trump funciona, por un lado, para fortalecer la base del voto de derechas, de por sí muy movilizada casi siempre, y por otro, para desmovilizar a una izquierda siempre dispuesta al hastío, el cansancio, el enfurruñamiento consigo misma y la autocrítica depresiva. Sí, es posible que el votante de izquierdas esté contento con las medidas del Gobierno de coalición, o eso dicen las encuestas, pero no es suficiente para que quienes las respaldan vayan a votar de forma entusiasta, ni mucho menos (salvo a Bildu, que consigue resultados históricos, una vez más, y está a un paso de sustituir al PNV como fuerza hegemónica en Euskadi)

La izquierda tiene un problema grave de movilización y la derecha ha sabido aprovecharlo muy bien; lo único que estos días podría quitar el sueño a Feijóo es su sucesor en Galicia, Alfonso Rueda, cuyos resultados en las municipales han quedado por debajo de las expectativas, pese a la mayoría absoluta del PP en Ferrol y la victoria en votos (no en gobiernos) en 191 de los 313 concellos, la única ciudad importante que gobernarán los de Rueda. Pero de eso toca ocuparse en 2024, cuando se celebren las elecciones gallegas.

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