El corredor de cetáceos del Mediterráneo occidental se sitúa entre el cabo de Creus en Girona y el cabo de la Nao en la costa alicantina y las islas de Ibiza y Formentera en Baleares, con una superficie de más de 46.000 km2 y una anchura media de 85 km. En 2019, a propuesta del gobierno español, que ya lo declaró Área Marina Protegida el año anterior, fue incluido en la lista de Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo (ZEPIM) del Convenio para la Protección del Mar Mediterráneo contra la contaminación, conocido generalmente como Convenio de Barcelona[1].
Entre las especies que lo transitan el calderón gris, el calderón común, el zifio de Cuvier, el rorcual común, el cachalote común, los delfines mular y común, especies algunas de ellas catalogadas en la categoría de "vulnerable" en el Catálogo Español de Especies Amenazadas. Aunque el Decreto de 2018 se centraba en la protección de cetáceos y no ser objeto de la declaración otras especies, lo cierto es que esta área sirve para proteger otras especies marinas como la tortuga boba o aves marinas como la críticamente amenazada pardela balear, la pardela cenicienta y el paíño europeo, al actuar este corredor de conector entre las zonas de reproducción en Baleares y las zonas de alimentación en aguas del levante ibérico.
El Parlamento balear aprobó por unanimidad en 2018 un proyecto de ley de protección de la mar mediterránea que fue elevado al Congreso de los Diputados para su valoración al implicar su contenido a varias comunidades autónomas, siendo aprobado en marzo de 2021[2].
No obstante, este corredor marino, aun representando una zona amplia entre la península y las Baleares, no comprende la totalidad de lo denominado por la Organización Hidrográfica Internacional (IHO) mar balear, la zona más occidental de la mar mediterránea. Hemos de ampliar entonces el foco para incorporar los espacios litorales, tanto peninsulares como los de las cinco islas baleares para disponer de una visión integral. Algo que resulta indispensable para comprender su riqueza biológica, sometida a las varias amenazas encuadradas en el preocupante marco general de la pérdida global de biodiversidad.
Entre ellas el cambio climático, que afecta al mediterráneo en general ya que, según datos del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad y Ecología, la temperatura ha llegado ya al 1,5ºC de aumento con respecto a la era preindustrial, un 20% más que la media global, generando efectos graves sobre el medio marino.
Uno de ellos, según la Red de Expertos Mediterráneos sobre los cambios climáticos y ambientales (MedECC), es la acidificación del conjunto marino, con consecuencias graves para diversos organismo pelágicos y bénticos de esqueleto o concha calcáreos[3], que afecta a los procesos de calcificación de moluscos, crustáceos y microorganismos como diatomeas o foraminíferos, según nos explica la revista Scientific Reports[4]. El aumento de la temperatura del agua, además de la mortandad en masa de corales, esponjas o moluscos, implica cambios en la cadena trófica, lo cual repercute en la bajada de organismos planctónicos calcificantes e influye en aquellos que se alimentan de ellos en un efecto dominó sobre el resto de organismos dependientes. Este aumento supone a su vez la proliferación de distintas especies de medusa, que se desplazan al litoral atraídas por su mayor carga de nutrientes o la disminución paulatina de depredadores, como la tortuga boba o el atún rojo.
La llegada de especies invasoras representa otro impacto significativo en los ecosistemas marinos. Según el Informe Mar Balear[5] existen en las Islas Baleares al menos identificadas nueve especies, siete algas y dos crustáceos[6]. En el delta del Ebro cinco especies de moluscos[7], provenientes de los descartes de la acuicultura. Por otra parte, la llegada a este mar del alga, de origen tropical, Halimeda incrassata es un claro ejemplo de lo que empieza a denominarse tropicalización del Mediterráneo, con subidas de la temperatura del agua, cambios en la distribución de especies y en el funcionamiento de los propios ecosistemas. Estas especies, invasoras o no, en el Mediterráneo llegan sobre todo por la ampliación del Canal de Suez, por el desagüe de las sentinas de los barcos mercantes o los grandes cruceros que provienen de lugares lejanos y llevan en esas aguas de lastre especies potencialmente invasoras.
Caso paradigmático es el alga tropical invasora Caulerpa racemosa que disputa su hábitat a Cymodocea nodosa y Posidonia oceánica, dos fanerógamas del mediterráneo occidental, especialmente emblemática la segunda por su carácter endémico y ser indicadora de calidad de las aguas, además de ser especie protegida en Cataluña, Baleares y País Valenciano y estar catalogada como hábitat prioritario por la Unión Europea.
Los vertidos de origen diferente son otra de las presiones importantes que se producen en el litoral. Están en servicio en el mar balear 17 desaladoras (8 en Baleares, 2 en Cataluña y 7 en la Comunidad Valenciana), con cambios locales de salinidad producidos por los vertidos de salmueras al mar y los efectos negativos de los puntuales de productos químicos asociados al tratamiento de las aguas, así como los cambios de temperatura en el lugar del vertido.
En cuanto a las depuradoras, en un contexto en el que España tiene abiertos cinco grandes procedimientos en la UE por mala depuración de las aguas urbanas residuales, los impactos que se producen se derivan de la contaminación difusa por fecales, la sobrepoblación en verano que satura la capacidad de los EDAR, los vertidos no autorizados y en algunos casos ausencia de depuración adecuada.
Tampoco ayuda que, según el informe de Ecologistas en Acción[8], de los 37 EDAR analizados en Baleares, 39 en Cataluña y 56 en la Comunidad de Valencia, los datos aportados por la Administración son insuficientes en las dos primeras comunidades, dificultando por tanto un conocimiento más exacto del estado de los vertidos al mar.
Asimismo, los vertidos de todo tipo de sustancias acaban generando una contaminación marina heterogénea, pero de graves consecuencias para la biodiversidad. Destacan, por su permanencia en el medio, la creciente presencia de plásticos y microplásticos, como nos indica, a modo de ejemplo, el estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), que advierte que el Ebro vierte anualmente 2.200 millones de microplásticos al Mar Mediterráneo[9]. Pero también son persistentes en este medio los restos de plaguicidas, herbicididas, fertiizantes, metales pesados, hidrocarburos y otros productos químicos que llegan al mar desde la línea de costa o desde el interior continental a través de los ríos. El carácter de cuenca cerrada del mediterráneo contribuye a la permanencia prolongada de estos residuos, así como la incidencia de grandes aglomeraciones urbanas litorales y la presión ejercida por el turismo localizada en esa misma línea de costa que multiplica su efecto en la época estival. La consecuencia de todo ello es la bioacumulación de sustancias tóxicas en la cadena trófica con el consiguiente peligro para las especies marinas -también para la nuestra-, la eutrofización del litoral por aumento de materia orgánica, la reducción de oxígeno y por tanto de la vida por anoxia.
El aumento de la urbanización modelado por la presión turística es elemento directamente responsable de la transformación radical de las dinámicas ecológicas en la línea de costa. El informe de Greenpeace "A toda Costa" de 2018[10] estudia regionalmente la afectación de la urbanización en el litoral y cuantifica la pérdida de sus servicios ecosistémicos desglosados en diez indicadores.
En relación con ello, la transformación de la dinámica litoral, producida por las innumerables y diferentes obras de defensa -diques, escolleras, espigones- o de ocio y turismo-paseos marítimos, puertos deportivos- que jalonan la costa provoca indudables alteraciones en los hábitats costeros. Son infraestructuras que se establecen como barrera a los aportes naturales de sedimentos de los ríos, ya limitados por el represamiento de sus aguas en los embalses del interior. Una situación que, en un contexto de cambio climático y episodios climáticos extremos, no facilita la adaptabilidad ecosistémica y exacerba, por el contrario, las condiciones ambientales que acaban provocando el colapso del propio sistema artificial costero, como pudo verse con la tormenta "Gloria"[11].
La sobreexplotación pesquera es algo recurrente cuando hablamos de biodiversidad. Es cierto que la promulgación de diversas reservas marinas, particularmente en Baleares -donde hay once frente a las tres valencianas y las dos catalanas- y planes de control de la pesca con diferentes medidas como las propuestas por el Instituto Español de Oceanografía (IEO)[12] han suavizado la tendencia al alza de la merma de poblaciones pesqueras. No obstante, WWF en colaboración con científicos del CNRS-CRIOBE francés, la Iniciativa Internacional Ecoath y el ICM-CSIC español pide un aumento en las áreas protegidas, hasta alcanzar el 30% de la superficie marina total en 2030, frente al 9,68% actual[13].
En definitiva, la mar balear, y no solo este espacio marino, sino el mediterráneo en su conjunto, es un medio biológico de una gran diversidad, como lo indica el hecho de que se localicen el 6% de las especies marinas conocidas en todo el mundo en un espacio que representa el 0.8% de la superficie del conjunto de mares y océanos[14], pero que sufre graves amenazas que ponen en peligro esa riqueza. Desde 1950 se han perdido el 34% de sus peces y el 41% de sus depredadores según constata un estudio de Scientific Reports[15]. En él, también se constata un aumento del 23% de los organismos inferiores de la cadena trófica, así como otros indicadores ecológicos que reflejan el empobrecimiento paulatino de los ecosistemas marinos. Indudablemente esta situación es debida en gran medida a la presión de la población humana, cifrada en unos 350 millones de personas.
¿Qué alternativas encontramos a este manifiesto declive de la vida en el Mediterráneo occidental? Cumplir con los Acuerdos de Paris, con el Convenio de la Biodiversidad o con el Convenio de Barcelona parecerían objetivos asumibles, dado que están firmados por los países ribereños de este mar y concretamente por España de la que depende íntegramente la zona marina tratada en este texto. El anuncio reciente de la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico[16], Teresa Ribera, de dotar de fondos a la conservación y restauración de ecosistemas y su biodiversidad, y la preservación del espacio litoral, puede ser una buena noticia para esta zona al igual que los compromisos adquiridos en la 21ª Conferencia de las partes del Convenio de Barcelona (Nápoles, diciembre 2019)[17] que, entre otras medidas, apoya un plan para la biodiversidad y los ecosistemas y la posible designación de un Área de Control de Emisiones (ECA) en el Mar Mediterráneo. Quedan, no obstante, siempre las dudas sobre medidas que pueden resultar insuficientes o pueden demorarse en su ejecución, posponerse o definitivamente no ser llevadas a cabo, como ha quedado de manifiesto en el continuo incumplimiento de los acuerdos climáticos o en el no haber alcanzado los objetivos marcados en las Metas de Aichi sobre biodiversidad.
No obstante, hay trabajos e investigaciones en el ámbito regional y local que merecen apoyo y seguimiento como, entre otras iniciativas, el nuevo programa de seguimiento científico de los espacios marinos que impulsa el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat en colaboración con la Universidad de Barcelona, las investigaciones y estudios de dinámicas marinas, servicios ecosistémicos y estado de pesquerías del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA-CSIC) de Baleares o el trabajo de divulgación de los ecosistemas marinos del Centro de Investigación Marina de Santa Pola (CIMAR), fruto del acuerdo entre el Ayuntamiento y la Universidad de Alicante. Esperemos que las iniciativas referenciadas al igual que otras de diferentes organizaciones, ya sean públicas o del ámbito de los grupos defensores de la naturaleza, tengan la resonancia suficiente para convertirse en normas que el estado sea capaz de asumir. Una primera muestra de ello sería la aprobación definitiva por parte del Congreso de los Diputados del Proyecto de Ley de Protección de la mar Mediterránea del Parlament balear.
[1] https://www.miteco.gob.es/es/costas/temas/proteccion-medio-marino/proteccion-internacional-mar/convenios-internacionales/convenio_de_barcelona.aspx
[2] https://www.caib.es/pidip2front/jsp/es/ficha-convocatoria/9675360
[3] https://www.medecc.org/wp-content/uploads/2018/12/MedECC-Booklet_FR_WEB.pdf
[4] https://www.nature.com/articles/s41598-019-52084-x
[5] https://www.informemarbalear.org/
[6] https://www.ambientum.com/ambientum/biodiversidad/hallada-nueva-especie-invasora-mediterraneo.asp
[7] https://www.researchgate.net/profile/Joaquin-Lopez-Soriano/publication/346814718_Primeras_citas_de_diversos_moluscos_marinos_aloctonos_en_el_Delta_del_Ebro_Cataluna_Espana/links/5fd120e992851c00f86206de/Primeras-citas-de-diversos-moluscos-marinos-aloctonos-en-el-Delta-del-Ebro-Cataluna-Espana.pdf
[8] https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/2021/01/informe-depuracion-litoral.pdf
[9] https://www.uab.cat/web/sala-de-prensa/detalle-noticia/el-rio-ebro-vierte-anualmente-2-200-millones-de-microplasticos-al-mar-mediterraneo-1345667994339.html?noticiaid=1345793197199
[10] https://es.greenpeace.org/es/wp-content/uploads/sites/3/2018/07/A-Toda-Costa-Informe-Ampliado-1.pdf
[11] https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20200209/gloria-ultimo-aviso-a-las-playas-7839199
[12] http://www.ba.ieo.es/es/rokstories/1937-cientificos-del-ieo-proponen-un-plan-para-la-sostenibilidad-de-las-pesquerias-de-las-islas-baleares
[13] https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/wwf_med_30x30_full_report_2021.pdf?56340/Identificamos-las-zonas-clave-para-proteger-el-30-del-mar-Mediterraneo
[14] http://www.ub.edu/irbio/biodiversidad-marina-mediterranea-situacion-actual-perspectivas-a-67-ca
[15] https://www.nature.com/articles/srep44491
[16] https://www.miteco.gob.es/es/prensa/ultimas-noticias/teresa-ribera-presenta-los-avances-del-plan-de-recuperaci%C3%B3n-en-materia-de-biodiversidad-econom%C3%ADa-circular-y-protecci%C3%B3n-del-litoral-y-recursos-h%C3%AD/tcm:30-525140
[17] https://wedocs.unep.org/bitstream/handle/20.500.11822/31785/19ig24_22_NaplesDeclaration_spa.pdf?sequence=6&isAllowed=y
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