Ecologismo de emergencia

Residuos: es la hora de los sistemas de devolución y retorno

Juan López de Uralde

 

Camiones de basura en ruta hacia un vertedero. ANA BELTRÁN
Camiones de basura en ruta hacia un vertedero. ANA BELTRÁN

Desde finales de los años 80 del pasado siglo hay una preocupación creciente por el impacto de los residuos en el medio ambiente y en la salud. Por ello, impulsada desde la sociedad civil, se promovió una legislación específica sobre una fracción de las basuras cuyo volumen no paraba de crecer: los envases. El objetivo era prevenir o reducir su impacto sobre el medio ambiente, y el reto que la motivaba era reducir la cantidad y toxicidad de los envases y embalajes que ocupaban un volumen cada vez mayor del cubo de basura. Sin embargo, como desgraciadamente ocurre demasiado a menudo, la intervención de los lobbies vinculados a la industria aguaron los efectos aquella Directiva que finalmente se aprobó en 1994, que se convirtió en una herramienta para gestionar los residuos, pero no para evitarlos ni reducirlos.

La Directiva, no obstante establecía el objetivo de que "a más tardar el 31 de diciembre de 2008 (!!!) se reciclará entre un mínimo del 55 % y un máximo del 80 % en peso de los residuos de envases". Estamos en 2021, y esos objetivos siguen sin cumplirse.

Tampoco, por cierto, la UE fue capaz de elaborar una Directiva sobre el tratamiento de la materia orgánica, nuevamente gracias al trabajo de los lobbies de gestión de residuos que consideraban contrario a sus intereses que se hiciera una recogida separada orgánica.

El resultado más relevante de aquella Directiva fue que de ella derivaron lo que se llamó Sistemas Integrados de Gestión (SIGs). Se trata de sistemas, según plantea la directiva, "abiertos a la participación de los agentes económicos, como de las autoridades públicas competentes" cuyo objetivo era asegurar que se cumplan los objetivos establecidos en la Directiva. Sobra decir que en España la cosa quedó en manos de los "agentes económicos", sin participación alguna de las autoridades públicas competentes. En el caso de los envases (cubo amarillo) se constituyó Ecoembes; Ecovidrio para la gestión de los envases de vidrio, y así sucesivamente para las distintas líneas de residuos. Sobre la materia orgánica nada se hizo a nivel legislativo, y sólo más recientemente comenzaron de abajo arriba (algunos municipios en primer lugar) las administraciones a ocuparse de esta fracción tan importante de los residuos.

Ahora el Congreso ha comenzado a tramitar una nueva Ley de Residuos que pondrá al día la legislación en la materia, transponiendo también las nuevas directivas europeas que prohíben algunos productos plásticos de un solo uso.

La polémica parece centrarse en el previsible y necesario establecimiento de Sistemas de Depósito Devolución y Retorno (SDDR) en la Ley. Se trata de un sistema de recogida ampliamente extendido en la UE, a través  del cual el consumidor recupera lo pagado por el envase a devolverlo. Un sistema con una tasa de eficacia altísima en los países en los que está implantado, y que es la versión moderna de la devolución del casco al tendero que los más mayores hacíamos de chavales.

Comenzaré explicando que la propia Directiva Europea de 1994, ya llamaba en su Artículo 7 a los sistema de gestión como Sistemas de Devolución Recogida y Valorización. Sin embargo, por el arte de los lobbies, la palabra Devolución desapareció, para llamarse Sistemas de Gestión... El lenguaje, como siempre, no es indiferente.

Si los objetivos de reciclaje se hubieran alcanzado, la oposición de Ecoembes a la introducción del SDDR podría explicarse, pero no ha sido así. A pesar de la dificultad de obtener datos confiables, Greenpeace ha tasado en un 25 % la cantidad de residuos de envases y embalajes que se reciclan, todavía muy alejados de aquellos objetivos fijados para 2008 (!!!). Por tanto es imprescindible introducir cambios para avanzar en las tasas del recuperación: es evidente que el sistema actual del cubo amarillo es insuficiente e ineficaz.

Por ello esperamos que la ley pueda conseguir los apoyos suficientes para salir adelante introduciendo innovaciones como el SDDR que sin duda supondrán una mejora en la recuperación de envases, y por la tanto para nuestro medio ambiente. Esperemos que los agentes económicos entiendan que no podemos seguir permitiendo que nuestras playas, nuestros mares y ríos, se llenen de basuras cuando hay sistemas que están funcionando con gran eficacia para su recogida más eficaz.

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