Ecologismo de emergencia

A tiros con la protección animal

Nuria Menéndez de Llano

Abogada y activista por los derechos de los animales

Pixabay
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Siempre he sentido fascinación por el zorro (Vulpes vulpes). Inteligente, bello, tímido y precavido. Siempre huyendo de los peligros y atento a todo ruido que se produzca a su alrededor. Toda precaución hacia los humanos es poca. Ningún animal está a salvo de la prepotencia humana. Cualquier animal, especialmente los salvajes, puede estar en el punto de mira de quien los cosifica y trata como objetos a los que disparar, como trofeos o como alimañas.

España chorrea sangre de estas nobles vidas. Su pecado ha sido estar a tiro de seres incalificables a los que les gusta salir a matar animales. El pasado fin de semana ha tenido lugar, en Galicia, una de las masacres más brutales de cuantas se llevan a cabo en este país, y no son pocas. El campeonato de caza del zorro. Consiste en matar a cuantos más zorros mejor. Todo ello porque se le pone en los plomos a los cazadores ¿Se imaginan por qué se siguen tolerando, sin contemplaciones, estas matanzas? ¿Por qué no se planta cara a este salvajismo cerril?

Ya sabíamos que el sector de la caza, el lobby cinegético, es poderoso. Recuerdo vivamente el gran momento televisivo en el que Cristina Narbona, exministra socialista de Medio Ambiente, tuvo el coraje, en prime time, de reconocerle a Jordi Évole cómo se las gastaba este colectivo durante su mandato y éste se quedó anonadado. Por no hablar, más recientemente, de la diana virtual apuntando a la cabeza del Director General de Derechos de los Animales del Gobierno de España. Y es que la gente, la gente normal, a la que no le gustan ni las armas ni la sangre ni la muerte, no tiene ni idea de hasta dónde llegan sus zarpas.

Ya hace unos cuantos años que me dedico a la defensa de los animales y al asesoramiento legal en Derecho Animal, y he presenciado cosas que a más de uno dejarían enmudecido. No sólo tiran con bala a animales indefensos. También los hay, según publica la prensa, a los que les gusta encañonar a personas o anunciar querellas a diputados o a quien pudiera hacer o decir algo que les incomode.

Se saben privilegiados y saben cómo activar sus tentáculos. No se trata solo de matar por placer y sin que nadie les tosa. Como si el campo y los animales estuvieran puestos ahí, en un decorado inerte, para su desahogo sanguinario. Va mucho más allá. Que tienen influencia en las altas esferas de poder de este país es un secreto a voces. Se nota y se hacen notar moviendo los hilos.

Si pensábamos que sólo la derecha política les bailaba el agua, estábamos muy equivocados. El PSOE parece estar totalmente rendido a sus deseos. Esto no deja de resultar deshonesto para los millones de votantes del PSOE, e insultante para los ciudadanos que, en general, vemos cómo los socialistas de bien no son capaces de pararle los pies a sus barones más rancios y dejan que estos señoros de bala y copazo hagan y deshagan con manoseo grosero en la sede la soberanía popular.

Voy a explicar, con un poco más de detalle, con dos ejemplos, cómo están presionando estos colectivos al Poder Ejecutivo y al Legislativo para que con algunas reformas legales no se "sal-pique" a sus intereses. Y, créanme, no es una exageración.

Muchos ya sabrán que se están tramitando en el Parlamento dos importantes leyes de protección animal. Una de ellas es una ley (ordinaria) administrativa y que está llamada a ser la primera ley de protección animal estatal de nuestro país. Se está tramitando bajo la denominación de proyecto de ley de protección de los derechos y bienestar de los animales.  Aunque me parece que es una ley mejorable en bastantes aspectos, viene a cumplir unas funciones vitales y necesarias para que se proteja de forma integral a los animales a nivel estatal. Pese a lo anterior, en el curso de su tramitación parlamentaria, esta norma está sufriendo unas mermas inconcebibles y sin precedentes: su aplicación excluye a los perros utilizados para usos ganaderos y cinegéticos. Esta merma tan injustificada y tan desproporcionada, que pretende dejar fuera de la única ley de estatal de protección animal española a los perros más vulnerables y estadísticamente más abandonados y maltratados, se ha introducido, vía enmienda, por el PSOE, plegándose a los intereses del lobby cinegético.

Si lo precedente ya llevaba a la náusea, prepárense porque vienen curvas. Más curvas socialistas. También se está tramitando la reforma del Código Penal en materia de protección animal. Esta vez, por razón de la materia, se tramita como una ley orgánica cuyo proyecto se denomina de Ley Orgánica de modificación de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en materia de maltrato animal. En este caso, aunque esta reforma, aún en curso, incorpora adelantos y mejoras, también está sufriendo unos recortes que no pasan desapercibidos. Y es que pese a que, por fin, se pretendía proteger a todos los animales frente al abandono y el maltrato, utilizando la fórmula del legislador alemán, "animales vertebrados", lo cierto es que esta modificación legal, tal y como están intentando colarla, de nuevo, por la vía de enmienda socialista, es un regalo envenenado. Digo esto, sobre todo, porque se empecinan en mantener como pena alternativa a la pena privativa de libertad, la pena multa. Algo que supone una involución penológica del delito de maltrato animal, delito que se tipificó hace ya 20 años y, sobre cuya evolución y aumento progresivo de las penas, tuve ocasión de escribir en el Diario La Ley tras la reforma penal de 2015.

Además de lo anterior, en los supuestos de hecho que caen dentro de ámbito de aplicación del delito de maltrato animal con resultado de muerte (los supuestos más graves que acaban con el animal muerto) en el texto que llevan al Pleno del Congreso de los Diputados, se vuelve a eliminar el término "animal vertebrado" y se retorna al doctrinalmente denostado listado de animales anterior a la reforma (referido a animales domésticos, amansados, domesticados o que vivan temporal o permanentemente bajo el control humano) para con ello, de facto y de iure, aminorar el reproche penal del maltrato violento con resultado de muerte de los animales salvajes. Ante estas afrentas al Derecho Animal cabe preguntarse: ¿Tanta anunciada reforma para que, al final, el maltrato animal pueda quedar relegado a una mera multa? ¿Por qué se quiere dulcificar, en general, el reproche penal a actos violentos contra animales indefensos y, en particular, el maltrato que sufren los animales salvajes? ¿A quién beneficia este despropósito? Tocado y hundido.

Señoras y señores del Gobierno de España, señoras y señores legisladores, hemos votado y elegido democráticamente a unos cargos públicos que se deben a sus votantes y que se espera que no sigan callados ante estos ataques a la democracia. Tramas que se están urdiendo al primar los privilegios y las prerrogativas de unos pocos, a los que les gusta salir a matar animales, frente al interés general y frente a una sociedad civil pacífica y comprometida con la defensa y con los derechos de los animales. Paren este asalto a la democracia. Serán recordados por dejar que los de las armas lleven el timón político y parlamentario de las reformas de Derecho Animal de este país. Ni los animales víctimas de esta panda, ni la mayoritaria sociedad civil que aboga por una convivencia pacífica, nos merecemos este ultraje.

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