Ecologismo de emergencia

¿La última oportunidad para la biodiversidad?

Theo Oberhuber

¿La última oportunidad para la biodiversidad?
Fotografía del 29 de septiembre de 2021 que muestra a un grupo de visitantes que recorre un rio lleno algas acuáticas llamadas "macarenias" -Rhyncholacis clavigera- que le dan un color rosado a las aguas, en zona rural de San José de Guaviare (Colombia).- EFE

Cuando quedan pocas semanas para qué empiece la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que sin duda tendrá gran repercusión mediática, se ha celebrado la primera parte de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15), que se ha celebrado de forma virtual entre el 11 y el 15 de octubre estando previsto que la segunda parte se celebre presencialmente entre abril y mayo de 2022.

La ciencia y el movimiento ecologista vienen avisando desde hace años de que la biodiversidad es esencial también para los seres humanos, y que todas y todos dependemos de ella, no se trata solo de que un millón de especies estén ya en riegos de desaparición, el oxígeno que respiramos es producido por las plantas, las cuales además almacenan carbono, ambas cosas importantes para la regulación del clima y la creación de aire respirable, pero también liberan agua y compuestos volátiles a la atmósfera, que a su vez influyen en la formación de las nubes y las precipitaciones.  La biodiversidad proporciona alimentos que comemos directamente y apoya la producción de alimentos en la agricultura a través de procesos como la polinización, el control de plagas y la salud del suelo. Además de ella obtenemos importantes beneficios culturales y de bienestar, ya que como han demostrado múltiples estudios un simple paseo por el campo o una zona verde reduce nuestro estrés y tiene múltiples beneficios mentales. Con la destrucción de la biodiversidad lo que está en riesgo es nada menos que el sustento de la vida. Sin embargo, no han existido grandes portadas en los medios de comunicación dedicadas a esta Cumbre Mundial, algo difícil de entender.

Aunque los grandes acuerdos de esta Conferencia de las Partes  del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica se alcanzarán en su segunda parte, que se celebrará en Kunming (China) del 25 de abril al 8 de mayo de 2022, estos días se ha demostrado el firme compromiso verbal de los países miembros del Convenio en conservar la biodiversidad, pero también la falta de contundencia a la hora de abordar las causas subyacentes de la destrucción de la naturaleza. El principal ejemplo de esta falta de contundencia es la llamada "Declaración de Kunming", que ha supuesto un paso positivo en las negociaciones, pero está lastrado por su falta de definición. En ella se reconoce que las crisis ecológicas (pérdida de biodiversidad, cambio climático, degradación y desertificación de las tierras y los océanos) comparten muchos factores subyacentes impulsores del cambio" y demanda "acciones destinadas a transformar los sistemas económicos y financieros y garantizar la producción y el consumo sostenibles", pero no se definen las medidas concretas a adoptar. La gravedad que supone el inminente colapso de los ecosistemas requiere acciones urgentes y específicas. Sin una reformulación radical del sistema económico, basada en el decrecimiento global del consumo de energía y materiales, con criterios de justicia social, de redistribución y que reconozca los límites planetarios, no será posible parar la pérdida de diversidad biológica.

Pero el acuerdo más importante que se deberá adoptar en esta cumbre, y en el que se viene trabajando desde 2020 es el Marco Global post 2020. Una estrategia que comprende 21 objetivos y 10 hitos propuestos para 2030, que pese a las diversas reuniones negociadoras continúan careciendo de la necesaria ambición, no es suficientemente transformadora, y no será vinculante. En su contenido destaca la Meta 3 del actual borrador que establece como objetivo la declaración del 30% de las zonas terrestres y marinas como áreas protegidas para 2030 (la llamada meta 30x30). Las últimas décadas han demostrado que, aun siendo importante la protección de espacios, esta es una medida insuficiente para detener la destrucción de la naturaleza. A lo largo de estos años ha existido un gran aumento en el número y extensión de áreas protegidas a nivel global, pero de forma simultánea la pérdida de biodiversidad se ha acelerado. Por ello es imprescindible lograr una gestión enfocada a la conservación y uso sostenible del 100% de la superficie terrestre y marinas. Afortunadamente todavía hay tiempo para que en la siguiente ronda de negociaciones se logren avances sustanciales en esta importante estrategia.

 Aunque durante la primera parte de la cumbre se han anunciado importantes aportaciones económicas es vital que se logren compromisos económicos de otros países para asegurar la adecuada financiación del convenio y aumentar la prestación de apoyo financiero a los países en desarrollo, necesario para implementar el Marco Mundial post 2020. Esta es una de las asignaturas pendientes, pero debemos desconfiar del peso que se le está dando a la financiación privada y al papel de las corporaciones en el discurso económico del convenio y del Marco Global post 2020. La transformación integral o "Teoría del cambio" que plantea el Marco Global debe estar fundamentada en la movilización de fondos públicos, y así lo debería expresar la Meta 19 del documento.

Tal y como lo han reflejado en los últimos años los estudios La Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 5 del Convenio para la Diversidad Biológica y el Informe de evaluación Mundial sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas de Naciones Unidas, los países miembros del Convenio no han cumplido los acuerdos alcanzados en 2010 para detener la pérdida de biodiversidad en 2020, como ya había sucedido con los acuerdos de 2001. Estos fracasos han permitido que el ritmo de destrucción de la biodiversidad se haya acelerado, y que cada año que pase resulte más complicado cambiar nuestro modelo de producción y consumo.

Pese al escaso interés de los medios de comunicación, es esencial que la sociedad civil nos movilicemos y exijamos a los representantes políticos que le den a este Convenio la importancia que realmente tiene y se empiece ya a tomar medidas. No podemos permitirnos fracasar de nuevo en 2030, por lo que  nos enfrentamos a la que posiblemente será la última oportunidad para detener la pérdida de biodiversidad. Es posible que para 2030 se haya superado un punto sin retorno que reducirá la capacidad de los ecosistemas para recuperarse y propiciar los procesos y bienes que son esenciales para los seres vivos, incluidos los humanos...

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