EconoNuestra

Cuando la economía deja de ser creíble

José Antonio Nieto
Profesor titular de Economía Aplicada en la UCM y miembro de la Asociación Econonuestra 

Los discursos oficiales no se entienden. Aunque eso es habitual, resulta menos frecuente que carezcan de la más mínima credibilidad. O al menos que a la mayoría de la población le parezcan un cuento, por ser generosos en la calificación.

¿Qué piensan la mayoría de los españoles cuando Christine Lagarde, directora gerente del FMI, anuncia que estamos saliendo de la crisis: que "siete años de vacas gordas" nos esperan y harán olvidar los "siete años de vacas flacas" que aún tenemos incrustados en nuestra médula?

Es posible que los sondeos de opinión recojan con retraso el impulso de optimismo que el FMI parece querer inyectarnos. O es posible, también, que la sabia opinión de los que no entienden mucho de economía esté cargada de razones suficientes como para ignorar lo que dice el FMI, o en todo caso para escucharlo como si se tratara de un acto de fe: de un reflejo obligado por la "buena voluntad" de hacernos creer que la realidad que vemos no es tan real como pensamos y como la padecemos. Es decir, que el paro empezará a reducirse, que la economía se reactivará, que la corrupción dejará de corroernos, que la gente no tendrá que salir a la calle a clamar contra la estafa masiva que nos han endosado e, incluso, que no existen alambradas que separen a los ricos de los pobres, aunque éstos sean inmigrantes dispuestos a dejarse la piel para no morir de hambre.

¿Estamos saliendo de la crisis? Eso no se lo cree casi nadie, salvo que los eufemismos de los economistas nos cuelen una definición de crisis que no coincide con lo que piensa la mayoría de la población, ni con el más común de los sentidos, al menos en España.

Considera Christine Lagarde que el crecimiento "no ocurrirá por si solo", y dice que para superar la crisis hace falta un "esfuerzo político sostenido y sustancial", además de una "coordinación y combinación adecuada de políticas". ¿Suena a cuento, a buena voluntad, o a quimera? Depende. Depende mucho de a quién vaya dirigido el mensaje. Si los destinatarios son ciudadanos del sur de Europa parecen más bien palabras que flotan en el aire, aisladas de la realidad: ¿De qué esfuerzo político se puede hablar con gobiernos que en lugar de combatir los efectos sociales de la crisis se preocupan de reforzar la represión ciudadana y cercenar los derechos de las mujeres? ¿En qué coordinación de políticas está pensando el FMI si se refiere a Europa, a una Europa que tiene la vista puesta en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 pero no es capaz de utilizar la principal institución de su unión monetaria, el Banco Central Europeo, en beneficio del bienestar de la mayoría de los ciudadanos? ¿De qué crecimiento económico estamos hablando: de volver a la senda depredadora que condujo a la burbuja financiera e inmobiliaria que nos ha dejado sin aire?

En una situación como la actual, cuando la economía deja de ser creíble, se hace obligado buscar nuevos cauces de expresión social, incluso nuevos líderes capaces de afrontar los problemas de otra forma. Las recetas del pasado puede que ya nunca más vuelvan a ser válidas. El crecimiento económico, tal y como se ha entendido hasta ahora, puede haber caducado para siempre. Es difícil pensar que vuelva el crecimiento económico al que se refiere el FMI. Es difícil pensar que la codicia del sector financiero deje de controlar el crecimiento económico. ¿Tal vez las economías emergentes puedan seguir impulsando el crecimiento del comercio mundial? La solución no puede ser esa: el FMI sabe que la población con capacidad de compra en los países emergentes representa una fracción muy reducida de la población mundial. El FMI sabe muy bien que los países más poblados, como China, difícilmente contribuirán al impulso sustantivo de la economía mundial, porque sus dirigentes, cargados de razones aunque no todas sean fáciles de entender o de justificar, buscarán en primer lugar el bienestar de sus ciudadanos y después intentarán, si acaso, afianzar su liderazgo mundial, incluyendo en ese liderazgo su filosofía del "capitalismo confuciano", una singular forma de entender la vida, y dentro de ella el trabajo, y dentro de él la remuneración por las horas trabajadas. Lo que queda fuera de "esa" forma de entender la vida puede que encaje sin grandes problemas en otros lugares del mundo, pero nada tiene que ver con la idea que hasta ahora había en Europa del bienestar colectivo.

Pero, ¿de qué bienestar colectivo estamos hablando? Porque, si hay crecimiento debería conducir a mejorar el bienestar. Y no parece que esa idea esté en la mente que quienes hablan de la recuperación del crecimiento económico, a secas. Al contrario, da la sensación de que la idea de bienestar colectivo ha quedado en el olvido y ha sido sustituida por una idea mucho más "individual" del bienestar. Al menos del bienestar individual de algunos. Individualizar los riesgos de las personas y de su forma de vida es lo que parecen pretender algunos cuando hablan de crecimiento. Tal vez para que olvidemos la idea de colectividad. Así sería más fácil aplicar "políticas coordinadas", aunque los destinatarios no sean la mayoría de la población.

¿Por qué no decirle al FMI, a la UE y al Gobierno de España que hablen de nuestra economía, en lugar de seguir pensando en los parámetros económicos que nos han llevado al desastre actual? ¿Por qué la economía ha dejado de ser "nuestra" y los ciudadanos solo la ven a través de conceptos y palabras tan ajenos como posiblemente falsos, o en el mejor de los casos cargados de buena voluntad? ¿Por qué la mayoría de la población o bien llora amargamente o bien se troncha de risa cuando vienen a decirnos que estamos saliendo de la crisis?

Algo no funciona en el discurso oficial. O algo no funciona en la sociedad. ¿O es que el divorcio entre el discurso oficial y la sociedad es ya insoportable? ¿Por qué los economistas oficiales no dedican un poco más de tiempo y de fuerzas a los problemas reales, en lugar de especular con las ideas y quizá también con la riqueza que acumula de manera creciente una minoría?

Más Noticias