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Economía con sentido común

Alfredo del Río
Miembro de Econonuestra y de Economía Alternativa

El siguiente texto se refiere al documental largometraje "De sentido común", co-producido, entre otros, por Econonuestra y Economía Alternativa. La próxima presentación será el miércoles 28 de mayo, a las 18:00h, en el Espacio abierto FUHEM (calle Duque de Sesto, 40. Metro Goya). Más información en: http://desentidocomun.org/.

Desde el inicio de la crisis algunas frases aparentemente inocuas se han colado entre las expresiones más comunes del lenguaje popular. "Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" o "hay que apretarse el cinturón" son frases que sitúan a toda la población en el mismo barco y que culpabilizan a todos sus tripulantes por igual. En consecuencia, la forma de evitar que el barco se vaya a pique implica que todos ellos hagan el mismo esfuerzo, como si todos los tripulantes tuvieran los mismos agujeros en el cinturón.

Dichas frases son repetidas hasta la saciedad en todos los medios de comunicación masivos. En la gran mayoría de emisoras de radio o de cadenas de televisión hay programas a los que acuden unos personajes, llamados "expertos", que recitan este tipo de enunciados como si de una verdad absoluta e irrevocable se tratara. Estos "expertos" no se limitan únicamente a participar en tertulias sino que también son utilizados por diferentes gobiernos para legitimar socialmente medidas impopulares. Un ejemplo es el "Consejo de sabios", configurado por el actual Gobierno para preparar la reforma del sistema público de pensiones. Dicho Consejo entregó en junio de 2013 el "Informe del Comité de expertos sobre el factor de sostenibilidad del sistema público de pensiones", el cual sugiere vincular la cuantía de las pensiones a la evolución del ciclo económico y disminuir la pensión inicial conforme aumenta la esperanza de vida y el número de años en los que se cobra pensión. Es decir, que la población española cobrará una menor pensión anual si vive más años que ahora y si hay recesión económica.

Pero este no es el último ejemplo. En febrero de este año, se hizo entrega al ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, del "Informe de la Comisión de expertos para la reforma del sistema tributario español". Imaginen qué tipo de propuestas ha proporcionado este conjunto de académicos renombrados al Gobierno. Si han pensado en una disminución del Impuesto sobre Sociedades, en una supresión total del Impuesto sobre el Patrimonio o en una subida del IVA para algunos productos o servicios con tipo reducido, han acertado.

Estos "expertos" no son elegidos por su prestigioso currículum o sus descubrimientos científicos sino porque su orientación política coincide con la del Gobierno. Quizá, comentar los puestos de algunos de los miembros del Comité de expertos formado para la reforma de las pensiones nos pueda ayudar a entender mejor lo anterior: Jefe de Estudios del BBVA, Consejeros independientes de Mapfre o AVIVA (aseguradoras privadas), Jefe de asesoría fiscal de la CECA (Confederación Española de las Cajas de Ahorro). Es evidente que conocer algunas pinceladas de su experiencia profesional nos simplifica mucho la tarea de identificar qué intereses defienden estos personajes. Debido a que muchos de ellos también trabajan en las universidades, sus posicionamientos teóricos y sus opiniones, coincidentes con las de la mayoría de think tanks, han conseguido dominar las aulas en las que se imparte Economía y adornar esta disciplina con una gran carga matemática. De esta manera, pretenden otorgar un carácter científico tanto a su análisis de la realidad como a sus propuestas de política económica, consiguiendo así alejar estos temas de la gran mayoría social.

Evidentemente hay otras perspectivas, agrupadas bajo el paraguas de lo que se ha llamado economía crítica, que tratan de hacer frente a esta teoría económica dominante. En general, los puntos principales que diferencian la economía crítica de la teoría dominante son, por un lado, la identificación de distintas clases sociales con intereses contrapuestos y, por otro lado, la inexistencia de la tendencia al equilibrio, situación deseada e imaginada constantemente por los economistas del establishment. Más concretamente, los y las economistas críticas suelen aludir a la necesidad de una mayor distribución de la riqueza social como medida alternativa a los recortes impuestos por el actual Gobierno y diseñados por esos "expertos" de los que estamos hablando. En este sentido, hay un dato muy representativo: en 1978 el 68% del PIB se destinaba a remunerar a los trabajadores y en 2013 dicha cantidad se redujo al 52% del PIB. Entonces, podemos afirmar que los recortes no se han implantado por falta de recursos sino para satisfacer los intereses empresariales. Por tanto, si realmente se hubiera querido defender los intereses de las clases populares se podrían haber tomado medidas que habrían generado un cambio radical en la distribución de la renta.

Esta visión de las perspectivas críticas concuerda en gran medida con todo el saber que se gesta en los márgenes de las esferas de producción de conocimiento oficialmente reconocidas, esto es, las asambleas de barrio, los ateneos populares, las cooperativas, etc. Todas estas experiencias contradicen la visión, que emana de las facultades de Economía y que actualmente es hegemónica, de que la competencia es buena para todos, que lo importante es acumular grandes beneficios, etc. En suma, todo este saber popular, que va gestando nuestro sentido común, entra en conflicto con aquel que nos quieren imponer los "expertos" economistas de la televisión y la radio. En este sentido, el empoderamiento que proporciona la creación de nuestros propios espacios y de nuestro propio discurso, o sentido común, nos sitúa en una mejor posición para afrontar la disputa por la construcción de una sociedad no capitalista ya que dicho conflicto no queda aislado en el plano de las ideas, sino que va mucho más allá.

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