EconoNuestra

A vueltas con los datos sobre pobreza energética

Marta Victoria, José Luis Velasco, Iván Calvo
Observatorio Crítico de la Energía y Círculo Economía, Ecología, Energía de PODEMOS

La semana pasada, el centro de investigación privado Economics for Energy (entre cuyos socios se encuentran Iberdrola y Gas Natural Fenosa, como puede leerse en su web) publicó su Informe "Pobreza Energética en España". Enseguida, algunos medios de comunicación se hicieron eco de una de sus conclusiones más destacadas: con los nuevos indicadores y metodología propuestos en el informe, "solo" el 9,9% de los hogares españoles se encontraría en situación de pobreza energética. Este resultado contrasta con el estudio de referencia en este asunto, el de la Asociación de Ciencias Ambientales, que afirma que el 18,2% de la población española se halla en tal situación.

En primer lugar, queremos destacar que consideramos muy positivo que el centro Economics for Energy dedique su esfuerzo a estudiar de manera rigurosa el problema de la pobreza energética. Suele ocurrir que, en muchos asuntos de enorme importancia para nuestra sociedad, la formación de la opinión pública se basa en tópicos o prejuicios y es notable la ausencia de análisis que sinteticen los datos existentes y permitan alcanzar conclusiones informadas (no olvidemos que, hace menos de un año, el presidente de la patronal del sector eléctrico despachaba el asunto con un "de todas las pobrezas, la pobreza energética probablemente no sea la más acuciante"). Además, el informe es completo y comprensible. Nos gustaría, sin embargo, ofrecer nuestro punto de vista sobre dos de los aspectos que comprende dicho informe. El primero de ellos hace referencia a las cifras de pobreza energética y al método utilizado para calcularlas. El segundo aspecto tiene que ver con las propuestas para reducir la pobreza energética.

El informe de la Asociación de Ciencias Ambientales (al igual que estudios previos realizados en otros países) utiliza como criterio para considerar un hogar en pobreza energética el hecho de que más del 10% de los ingresos se dedique a pagar los consumos energéticos. Este es un indicador sencillo de calcular, fácil de comunicar y versátil, aunque también tiene sus limitaciones. Los investigadores de Economics for Energy argumentan que este indicador puede incluir falsos positivos; es decir, puede contabilizar como pobres energéticos aquellos hogares que, aun consumiendo mucha energía, tengan unos ingresos muy elevados. En ese caso, se estarían contando como hogares en pobreza energética aquellos que tienen un nivel de renta muy elevado pero son despilfarradores.

Economics for Energy propone entonces un indicador basado en la renta mínima aceptable o MIS (las siglas del término inglés Minimum Income Standard). MIS es la renta mínima de un hogar que permite a sus miembros una integración activa en la sociedad. Así, el informe considera pobre energético aquel hogar en el que al restar de los ingresos totales los costes de la vivienda y la renta mínima aceptable (MIS), el importe restante es menor que lo que dedica a pagar sus consumos energéticos. El objetivo de este método es incluir en la contabilidad de la pobreza energética los ingresos de cada hogar. Como se demuestra en el informe, el indicador evita los falsos positivos de los que hablábamos antes. Ahora bien, el principal problema, que ya habrá intuido el lector, consiste en determinar esta renta mínima aceptable o MIS, cuyo valor influye directamente en la estimación del número de hogares en pobreza energética.

En el Reino Unido, donde inicialmente se ha propuesto este indicador, la renta mínima aceptable se obtiene a través de un proceso deliberativo en el que participan personas escogidas como representantes de diversos colectivos sociales. El valor adjudicado al MIS para realizar el estudio es determinante para que este capture adecuada o inadecuadamente la gravedad del fenómeno que es su objeto; en este caso, la pobreza energética. En el estudio de Economics for Energy, el MIS es una media ponderada de la renta mínima de inserción que se paga en las distintas Comunidades Autónomas, y resulta en 415,2 € [1] . Nos preguntamos si no será este MIS demasiado bajo. Es decir, en el afán por evitar falsos positivos, ¿está el informe de Economics for Energy dejando de contabilizar positivos auténticos, y por tanto subestimando la cifra de hogares en pobreza energética? Sospechamos que esto podría ser así. Si considerásemos que un hogar en España se encuentra en situación de pobreza (no pobreza energética, sino pobreza general) cuando sus ingresos son inferiores al MIS, en 2013 el 10,1% de los hogares sería pobre, mientras que según el criterio habitual [2]  la tasa de pobreza en España es del 19 % y empeorando.

Hasta aquí, nuestras reticencias respecto a la metodología del estudio de Economics for Energy para determinar la tasa de pobreza energética en un momento dado. Sin embargo, uno de los resultados más interesantes y menos comentados del informe de Economics for Energy es el que se refiere a la evolución temporal de la pobreza energética. Aun cuando se utilizan los indicadores basados en el MIS, los resultados son muy ilustrativos y no queremos dejar pasar la oportunidad de resaltarlos. Entre 2007 y 2013 los hogares en pobreza general se han multiplicado por dos (del 5% al 10,1%) mientras que los hogares en pobreza energética se han multiplicado por tres (del 3,6% al 9,9%). El motivo principal es, sin duda alguna, el aumento de la factura de electricidad en un 76% durante el mismo período, los años de la crisis, en que además los ingresos promedio de las familias han disminuido.

Tras la discusión de estos asuntos técnicos relacionados con la metodología del informe, y tras el análisis del marco global, llegamos a la segunda parte de este artículo: las propuestas para luchar contra la pobreza energética. Algunas propuestas de Economics for Energy nos parecen en principio acertadas. En particular, coincidimos en que el bono social debe ser modificado. En la actualidad la mayoría de beneficiarios de dicho bono son hogares que tienen contratada una potencia inferior a 3kW, independientemente del número de personas en el hogar o su renta. Estamos de acuerdo en proponer una modificación del bono social que tenga en cuenta indicadores reales de la situación de pobreza energética. También nos parece adecuado que las medidas de ahorro y eficiencia se apliquen prioritariamente a estos hogares en pobreza energética. Al igual que Economics for Energy, creemos necesario acabar con los cortes de luz y gas de los hogares en una situación vulnerable y asegurar la garantía de un suministro de energía mínimo.

Sin embargo, aunque el informe de Economics for Energy considera esto último "esencial", inmediatamente después lo califica como "subsidiario" ya que, dice, la garantía de suministro será innecesaria con un bono social bien diseñado. Ese buen diseño incluye que el bono social sea sufragado en exclusiva mediante el gasto público. Se argumenta que así se evita que sean los consumidores de electricidad los que corran con el coste de sufragar estas medidas; en la práctica, las que se librarían de costear estas medidas son las empresas eléctricas. De hecho, llevan años proponiendo esto, sin necesidad de ningún informe, y mientras minimizaban el problema de la pobreza energética.

Sin embargo, en nuestra opinión, los propios datos del informe de Economics for Energy apoyan nuestra postura, según la cual es muy razonable proponer que las eléctricas costeen ese futuro bono social mejorado: esos datos dicen que la pobreza energética ha crecido más rápidamente que la pobreza general, de modo que aquella no puede explicarse tan solo por el empobrecimiento generalizado al que nos han llevado las políticas de los últimos gobiernos, sino que hay causas dentro del sistema eléctrico. Para tener la visión completa de lo ocurrido en este periodo, debemos saber que los beneficios en España de las principales empresas eléctricas no se han visto apenas afectados por la crisis. De hecho, los beneficios antes de intereses e impuestos (EBIT) de las eléctricas españolas han sido en media del 14%, mientras que los de sus homólogas europeas alcanzaban el 9%. Los cálculos detallados de estos beneficios (y su relación con el déficit de tarifa) pueden consultarse en este otro artículo.

En definitiva, proponemos un bono social modificado y cuyo diseño, sin ánimo de ser exhaustivos, debería ser tal que: (i) La ayuda sirva para disminuir la factura que pagan los hogares en pobreza energética y para mitigar esta situación. En cada caso las administraciones públicas evaluarán, usando indicadores adecuados, la situación de pobreza energética del receptor para adjudicar la cuantía del bono. (ii) Garantice un suministro mínimo de energía. La progresividad del bono social ha de ser tal que nadie, por bajos que sean sus ingresos, quede sin acceso a un mínimo vital de energía en su primera vivienda. (iii) Sean las compañías eléctricas las que asuman los costes de estas medidas sin repercutirlas al resto de consumidores. Creemos que los datos del informe de Economics for Energy (independientemente de nuestras reticencias sobre su metodología), así como los beneficios de las compañías energéticas, hacen plenamente justificadas y factibles estas propuestas.

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[1] Este sería el valor de renta mínima o MIS para un hogar ocupado por un único adulto. A este valor se le aplica un factor corrector en función de los miembros del hogar y sus edades. Como ejemplo, para un hogar ocupado por dos adultos y dos niños menores de 14 años, la renta mínima aceptable o MIS calculado según el método propuesto por Economics for Energy es de 872€/mes. El proceso participativo de Reino Unido recogido en el informe de A mínimum income standard for Britain: What people think (Bradshaw et al. 2008) determinó, para un hogar con los mismos miembros, un valor de MIS de 1586£/mes (unos 2200€/mes al cambio actual).
[2] Según el criterio habitual se considera un hogar por debajo de la línea de pobreza cuando sus ingresos son inferiores al 60% de la renta mediana.

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