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¡Refugiados y emigrantes, Europa os necesita!

José Bautista
Periodista y analista económico (@joseantonio_bg)

Foto apertura
Supongamos que me da absolutamente igual el paradero de cientos de miles de personas que huyen de la guerra porque no tengo el menor atisbo de empatía hacia otros seres humanos. Supongamos que mi corazón es un órgano racional, incluso delante de niños, mutilados y ancianos que intentan llegar a Europa para salvar sus miserables vidas, y que en mi racionalidad lo más lógico es buscar el rendimiento económico por encima de todas las cosas.

Este es el espíritu con el que los gobernantes europeos están plantando cara a la peor crisis de refugiados en el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, sus decisiones no solo carecen de humanismo: también el pragmatismo económico está ausente, con ligeras excepciones en Alemania y Suecia.

Hoy me desprendo del alma y el corazón para explicar por qué la llegada de refugiados y emigrantes es una bendición para Europa, pero también un enorme peligro si los gobiernos europeos no se apresuran en establecer una estrategia común de integración.

El 14 de septiembre el Consejo Europeo decidió "compartir la responsabilidad" de repartir 120.000 refugiados –España acogerá a 14.941-, una cifra desbordada por los más de 700.000 demandantes de asilo que han llegado a Europa en lo que va de año y muy lejana frente a los más de cuatro millones de sirios que huyen de la guerra, por no contar a los afganos, somalíes, iraquíes...

Mientras escribo estas líneas, representantes de los 28 países de la Unión Europea se reúnen una vez más en Bruselas para atajar la crisis de los refugiados. Según fuentes de la agencia EFE, se respira "cierta preocupación" porque las aportaciones económicas de los gobiernos "son muy inferiores" a las que prometieron el mes pasado –concretamente se han recaudado nueve de los 1.800 millones comprometidos.

El tiempo se agota para ellos y para Europa, y mientras tanto:

Europa, el continente de los viejos

Actualmente hay 220 millones de europeos en edad laboral, pero nos hacemos viejos y próximamente la falta de jóvenes trabajadores pondrá en riesgo los sistemas de pensiones. Las tasas de natalidad europeas son extremadamente bajas y a partir de este año la población empezará a decrecer en prácticamente todos los países europeos salvo en Francia y Reino Unido. Los que peor lo pasarán serán Alemania, Italia y España, donde según la ONU la población se reducirá entre el 0,3% y el 0,7% anual de aquí a 2025.

Gráfico 1Hará falta un milagro para que la economía crezca y las finanzas públicas no se derrumben con una población cada vez más pequeña y más vieja. Pongamos el ejemplo de la todopoderosa economía alemana: la ONU estima que en 2025 habrá 2,5 trabajadores por cada jubilado, mientras que hoy esa relación es de 3,1 asalariados por pensionista y en 1990 era de 4,6. En España la ratio es actualmente de 2,26 afiliados a la seguridad social (incluye a los parados) por cada pensionista.

Tabla

Un conocido banco privado con sede en Suiza estima que recibir un millón de inmigrantes al año aumentaría en un 0,2% el PIB europeo, es decir, 300 mil millones de euros para 2025. Para que esto sea posible los gobiernos tendrán que invertir inicialmente en la educación e integración de los refugiados y emigrantes, y en explicar al resto de la sociedad los beneficios de tener más bocas que alimentar y más manos con las que producir prosperidad.

Alemania es el país que más refugiados acoge, mientras que Suecia es el país con más refugiados en proporción al tamaño de su población. Emigrantes y refugiados vienen con ganas de trabajar, y prueba de ello es que muy pocos llaman a las puertas de países con altos índices de desempleo, como España.

Gráfico 2 (1)

ACNUR estima que este año llegarán un millón de refugiados a Europa, una cifra similar que la prevista para 2016. Ahora veamos cuántos refugiados y emigrantes necesitan las principales economías europeas para mantener estable el número de habitantes.

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Alemania tendría un 7% menos de habitantes en 2025 si cerrase sus fronteras a cal y canto. La ONU calcula que necesitarán 700.000 emigrantes al año para evitar este problema. Más por causalidad que por casualidad, entre enero y agosto el gobierno de Merkel tramitó 220.000 peticiones de asilo y espera llegar hasta 800.000 trámites este año, lo que equivaldría al 1% de su población, es decir, el mayor flujo de refugiados jamás registrado en un país de la OCDE.

El verdadero riesgo está en desaprovechar esta oportunidad

Con una población cada vez más vieja y más pequeña, y con una inversión que se mantiene por debajo de los niveles previos a la crisis de 2008, la Unión Europea lo tiene difícil para salir de la espiral de deuda en la que lleva sumida casi una década. Para colmo, los países más endeudados son también los que muestran las peores tendencias demográficas, como Portugal, España e Italia.

Para reducir la deuda pública hace falta una sola cosa: dinero, es decir, superávit fiscal. El famoso banco al que aludí unos párrafos más arriba estima que inyectar cada año un millón de emigrantes a la fuerza laboral de Europa auparía el PIB europeo en un 0,2% anual al principio y en un 3% en 2025, cuando la integración esté concluida.

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Además la inversión pública inicial para mejorar la inserción laboral de refugiados y emigrantes generaría nuevos puestos de trabajo en sectores como la educación, la construcción y el sector textil, por citar algunos ejemplos. Además, un informe reciente de la OCDE sobre migraciones muestra que en promedio los hogares de emigrantes contribuyen con más fuerza al crecimiento económico de Portugal, Italia y España que los hogares de residentes de toda la vida.

Siento ser tan pesado con Alemania, pero es que ese país ya ha aprobado una inversión –que no gasto- de 670 euros por cada refugiado, lo que supone una inyección de 6.000 millones de euros a las venas de la economía más grande de Europa. Los alemanes ya han dicho que apoyarán "más flexibilidad fiscal" para los Estados que se involucren en resolver esta crisis humanitaria, un guiño nada desdeñable.

El alto precio de darles la espalda

Según la Comisión Europea, entre 2013 y 2025 la Unión Europea creará 110 millones de empleos, y la brecha entre la creación de empleo y la disponibilidad de trabajadores crecerá un 3% hasta situarse en 7,5 millones de personas, aunque se destruirán 23,5 millones de empleos de baja cualificación. En resumidas cuentas, Europa necesitará más trabajadores cualificados para mantener su crecimiento económico.

Gráfico 5

Los demandantes de asilo que llegan desde países como Siria son, por lo general, ciudadanos de clase media que pudieron malvender sus propiedades para emprender la ruta hacia Europa. Recuerda que el camino se hace en condiciones pésimas, pero que la falta de políticas europeas permite a las mafias obtener jugosos beneficios del sufrimiento ajeno, por lo que el viaje es de todo menos barato. Como hoy no tengo más lógica que el dinero, iré directo a los datos: más del 40% de los refugiados sirios en Suecia y Alemania completaron la educación secundaria.

La mayoría de los refugiados y emigrantes que llegan a Europa tienen niveles de formación inferiores a la media de los países en los que intentan quedarse. Esta diferencia es particularmente fuerte en España, donde uno de cada tres ciudadanos activos fue a la universidad. El resultado es que los no europeos tienen más problemas para encontrar trabajo en Europa y salir de la pobreza.

Esto representa dos retos que deben abordarse con urgencia. En primer lugar, hay que brindar formación a quienes llegan para que puedan integrarse en el mercado laboral. En segundo lugar, hay que mejorar el nivel educativo de los europeos para que asciendan a trabajos de mayor valor agregado y liberen las vacantes de baja cualificación que, en el inicio, podrían cubrir muchos refugiados y emigrantes. El precio de la pasividad actual se traducirá en más desempleo, más desigualdad y, por consiguiente, más tensiones sociales.

El Eurobarómetro de agosto muestra que la inmigración es la principal preocupación de los europeos, por delante del desempleo y la crisis económica. En la escena política emergen nuevos actores de extrema derecha con discursos basados en el rechazo al extranjero y la disolución –que no reforma- de la Unión Europea. Los mejores ejemplos son el Frente Nacional francés, la Liga Norte italiana, el UKIP de Reino Unido, los nacionalistas Demócratas de Suecia y Aurora Dorada en Grecia.

Por muy altos que sean los nuevos muros con concertina, el miedo de quienes huyen de la guerra y la miseria seguirá imponiéndose a las fronteras. Tal es la desesperación que esta semana la BBC narraba cómo los refugiados han abierto nuevas rutas través del ártico para sortear la hermética Hungría. Europa aún está a tiempo de convertir el episodio más vergonzoso de su historia reciente en un milagro para su economía.

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