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Cesión de uso. Construyendo lo posible

Berta Iglesias, Nacho Garcia y Nuria Marugan
Cooperativistas de Entrepatios

Existen cooperativas de viviendas donde el término cooperativa alcanza todo su significado: de propiedad y acción colectiva, de ayuda mutua, de intercambio, de autogestión. Personas que se unen para alcanzar un fin común. Algo a lo que no estamos acostumbrados en lo que se refiere a cooperativas de viviendas. Estas cooperativas de las que hablamos, además, son en cesión de uso.

Pero, ¿qué es el derecho de uso? Es un modelo, sin fin de lucro, en el que la propiedad de las viviendas recae sobre la cooperativa. Los cooperativistas disfrutan del uso indefinido de la vivienda a través del pago de una cuota mensual que les otorga ese derecho de uso. A caballo entre la propiedad privada y el alquiler, pretenden ser una alternativa ante las dificultades de acceso a la vivienda que sufrimos en la actualidad, además de ser un modelo que evita la especulación inmobiliaria, entre otras cosas.

Cuando te acercas por primera vez a un proyecto de estas características, uno de los aspectos que en muchos casos cuesta asimilar es, precisamente, el derecho de uso. En un país donde la cultura del ladrillo ha impedido que alternativas fuera del lucro, se hayan desarrollado, el derecho de uso es una rara avis difícil de materializar hasta la fecha. Nos cuesta imaginarlo como un modelo posible y satisfactorio dentro de la cultura en la que hemos crecido y aprendido.

Pero es posible y tenemos cerca buenos ejemplos de ello. La ola del derecho de uso actual podemos datarla en los años 70-80. En ese momento, en Alemania, en Berlín-Kreuzberg, se llevaron a cabo más de doscientos proyectos de casas y muchos todavía existen. Muchos empezaron como ocupaciones, pero fueron legalizados en forma de cooperativas o asociaciones de inquilinos.

También es en esta época cuando en los países escandinavos comienza el Modelo Andel. Este último es una solución muy aceptada en muchas ciudades. De hecho, en Dinamarca proporciona acceso a la vivienda a un tercio de la población. El secreto quizá estriba en que, además de ser una forma de vivir muy apetecible, las autoridades ceden el suelo, con lo que el alquiler resulta bastante ajustado.

Una de las experiencias mas exitosas la encontramos al otro lado del Atlántico: la FUCVAM, la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda de Ayuda Mutua, nacida en 1966 y que agrupa mas de 500 cooperativas de vivienda basadas en la solidaridad, la autogestión y la propiedad colectiva ofreciendo seguridad a las familias y frenando la especulación. Desde 2001, además, ha comenzado un proyecto de Cooperación Sur-Sur apoyado, entre otros, por el propio gobierno para expandir el modelo adaptándolo a las realidades locales, a otros quince países de América Latina. Se establecen federaciones y redes nacionales y se apoyan desde la FUCVAM esfuerzos locales para incidir en las políticas públicas. Tambien han demostrado interés en el proyecto organizaciones africanas.

Actualmente, en el estado español, no se contempla la cesión de suelo público, salvo en muy contados casos. Se tiene noticia de alguna iniciativa inconclusa en Euskadi, y dos cesiones en el Ayuntamiento de Barcelona. Ni siquiera está recogido el derecho de uso en la legislación, salvando los casos de Euskadi, Cataluña y Andalucía, según señala la entidad pionera en el tema Sostre Civic.

En Barcelona, Habitatges La Borda SCCL, que agrupa a unas 50 personas, pretende construir este año 30 viviendas en un suelo cedido por el consistorio. Es una experiencia única por el momento, de doble cesión: cesión de suelo y cesión de uso.
En Madrid se encuentra Entrepatios, la primera cooperativa en cesión de uso reconocida por el Ayuntamiento de Madrid en el 2014. En la actualidad cuenta con unas 40 cooperativistas y dada la dificultad para acceder a suelo público en la ciudad, está optando, de momento, por la promoción privada en uno de los barrios de la ciudad. Aunque este modelo de promoción privada no rompe del todo con el principio de ser accesible para cualquier persona, puede servir para empezar a cambiar el imaginario colectivo de lo posible, intentando empujar para que sea algo habitual en nuestro entorno y ayudar a impulsar el cambio en lo institucional hacia la cesión de suelo público. En el caso de Entrepatios, se añade otra vertiente que ya muchas iniciativas similares están implementando, y es la medioambiental. Tanto en lo relativo al modelo arquitectónico, como en los materiales a utilizar, como en los relativo al consumo energético (pretende ser autosuficiente), persigue generar el menor impacto ecológico posible. Si el número de cooperativistas alcanza el mínimo necesario para poder arrancar el proyecto, en el 2016 comenzarán las obras.

Todos los modelos tienen sus particularidades, pero les une, además de la cesión de uso, la intención de crear modelos de viviendas autogestionados, con participación democrática, donde los espacios comunes toman mas protagonismo y cuyo uso compartido es definido por los cooperativistas.

En definitiva, casas donde poder vivir de otra manera, conceptual y físicamente, recuperando y poniendo en primera línea algunos de esos hilos vecinales que se han ido perdiendo por el camino.

Suena bien, ¿no? ¿Te sumas?

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