EconoNuestra

América latina, ¿vuelta a los años noventa?

Antonio Palazuelos Manso
Economista y sociólogo, profesor de la UCM

A muchos lectores que siguen los acontecimientos de América Latina les puede sorprender lo que está ocurriendo en los últimos años y especialmente en los últimos meses, sobre todo si lo comparamos con las noticias que nos llegaban en años anteriores donde parecía que la región se encontraba "en el mejor de los mundos": su economía crecía a un ritmo envidiable, sorteando mal que bien las crisis internacionales, a nivel social se evidenciaban avances en materia de empleo, reducción de la pobreza y mejora en la reducción de la desigualdad, se elevaba el acceso al consumo y los bienes básicos a las grandes mayorías a la vez que se ampliaba una clase media en ascenso. A nivel político parecía que la democracia se estaba consolidando si tenemos en cuenta la rotación en el acceso al poder y lo novedoso en la última década de la llegada al gobierno de movimientos, partidos y grupos políticos progresistas o de izquierdas.

Esta visión, pudiera parecer que ha dado un giro de ciento ochenta grados y lo que acontece hoy es prácticamente todo lo contrario, ya que la mayoría de las economías se encuentran estancadas o en clara recesión, nuevamente vuelve a incrementarse el deterioro social y la desigualdad, y sobre todo, la inestabilidad política se asienta de nuevo en el escenario.

Hay algunos aspectos que evidenciarían esos cambios tan drásticos que se están produciendo en la región, y que van a tener graves consecuencias en el medio plazo en numerosos sentidos.

Para ello me voy a referir a algunas reflexiones realizadas por el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en una conferencia que ofreció hace apenas unas semanas en la Universidad de Buenos Aires, bajo el título "Restauración conservadora y nuevas resistencias en Latinoamérica" donde el conferenciante opinaba, entre otras muchas cosas, que "después de diez años de irradiación de avances territoriales de gobiernos revolucionarios y progresistas, ese avance se detuvo... y estamos en un momento de inflexión histórica...donde las fuerzas conservadoras han triunfado en algunos países, y hay un acelerado proceso de reconstrucción de las viejas elites de los años 80 y 90, que nuevamente quieren asumir el control de la gestión estatal"

Entonces, nos preguntamos ¿hasta qué punto estamos realmente ante un cambio de ciclo en América Latina? ¿Cuáles son los signos más evidentes de dicho cambio? Sin tratar de responden pormenorizadamente a estas cuestiones, hoy me voy a detener simplemente en resaltar aquellos elementos, que desde mi punto de vista, estarían reflejando claramente cambios cualitativos que evidencia un paso atrás, un retroceso de casi dos décadas.

En primer lugar destacaría que, frente a los intentos de diversos países de asentar su soberanía, y una mayor independencia frente a la hegemonía estadounidense en la región - que pretendía no solo redefinir las relaciones bilaterales en términos de una mayor igualdad, sino también, y de forma muy significativa, reducir el protagonismo e intromisión de las organizaciones panamericanas bajo la égida de los EEUU (esencialmente la OEA, o el fallido ALCA), se crearon organismos económicos y políticos subregionales como MERCOSUR, UNASUR o CELAC, donde se buscaba no solo conseguir una mayor integración que permitiera la cooperación económica y el desarrollo, sino también la autonomía política para posicionarse como países, y como región, en el escenario internacional (BRICS, NNUU, OMC).

Significativo ha sido en las últimas semanas algunos hechos, como: el vergonzante papel jugado por el actual secretario general de la OEA (Luis Almagro), tratando de hacer resurgir la organización a través de imponer la denominada "Carta democrática" al legítimo gobierno venezolano, haciendo el papel de "vocero" de la más que discutible oposición "democrática" de ese país, o siguiendo las directrices de "no se sabe muy bien quien". Pero quizás, más significativo e importante haya sido el giro copernicano que se ha producido en las relaciones externas del nuevo gobierno argentino y el nuevo gobierno golpista y corrupto de Brasil.

Pareciera que Macri está dispuesto a recuperar "las relaciones carnales con los EEUU", así como el ¿cuasi abandono? de proyectos como MERCOSUR y UNASUR, dada la importancia y protagonismo que pretende asumir su integración al eje del Pacífico, amén de su protagonismo frente al "eje bolivariano". En cuanto a Brasil, la nueva política de las provisionales autoridades parecen poner de manifiesto la supuesta – e idealizada por décadas – independencia y profesionalidad de Itamaraty (Ministerio de relaciones internacionales), pues la prisa que se ha dado su flamante ministro de exteriores en "recuperar" las relaciones privilegiadas con los EEUU, y "redefinir" el papel exterior de Brasil y sus prioridades así lo demuestran.

Un segundo aspecto de interés a resaltar es el cambio drástico impuesto no sólo a la política económica convencional que suele acompañar a todo nuevo gobierno, sino esencialmente, a la base del propio proceso de acumulación capitalista, donde se evidencia una vuelta a los noventa. Esto es enormemente claro en el caso argentino, donde el gobierno de Macri parece querer desandar en apenas seis meses todo lo realizado laboriosamente, con elementos de interés y muchos otros criticables, los gobiernos del matrimonio Kirchner en el país, en los últimos 16 años. El intento de construir un modelo económico basado en el mercado interno (consumo privado e inversión pública), pero fuertemente vinculado al mercado sudamericano e internacional, con gran preocupación por la redistribución de los frutos del crecimiento económico (significativo durante más de 10 años), y tratando de garantizar cierta independencia externa (esencialmente financiera), está dando paso – nuevamente - a potenciar la economía financiarizada, la llegada del capital especulativo y la inserción internacional (fundamentalmente financiera) lograda a través de los grandes consorcios y los mercados internacionales. Se trata de una vuelta al endeudamiento externo, a la competitividad espúrea, a la intromisión del FMI y a gobernar para las minorías, a partir de claras ayudas a los grandes consorcios nacionales e internacionales, subvenciones a los oligarcas agrarios e industriales o la amnistía fiscal.

Un tercer elemento a considerar tiene que ver con la nueva realidad política que evidencia una gran debilidad de los procesos democráticos en la región, que se refleja en los sucesivos golpes blandos o blancos que han acontecido en la última década (Venezuela 2002, Honduras 2009, Paraguay 2012, y el más significativo - por la importancia del país para América Latina, Brasil hace apenas unas semanas); y los innumerables intentos de desestabilización de gobiernos democráticamente elegidos (recuérdese los intentos secesionistas de Santa Cruz en Bolivia en 2008 o el alzamiento policial-militar en Ecuador en 2010). Parece que la oligarquía latinoamericana "no tiene paciencia", tiene prisa por recuperar "su poder", y no está dispuesta a esperar los tiempos de la alternancia democrática (tras sucesivas derrotas electorales), y cuando las perspectivas de cambio se hacen "demasiado largas", se trata de alterar el orden constitucional y democrático de la manera que sea.

Esta realidad a nosotros (los europeos) no puede extrañarnos, si nos atenemos a lo acontecido en la democrática Europa, cuando las autoridades comunitarias llevan a cabo en 2011 sucesivos golpes políticos incruentos en la Grecia de Papandreu o la Italia de Berlusconi.

Un cuarto elemento a considerar tiene que ver con la debilidad e instrumentación política de las débiles instituciones latinoamericanas (poder judicial, policía, servicios de inteligencia, etc.), así como el enorme poder de "los Medias" a la hora de forzar los cambios políticos en los países a favor de las oligarquías conservadoras y los intereses que representan. Lo ocurrido en Brasil en los últimos meses hasta el supuesto impeachmet de la presidenta Dilma Rousseff pasara a la historia como "el manual del golpista democrático". La implicación de ciertos jueces, cuerpos de policías, grupos evangélicos, y sobre todo, los grandes medios de comunicación O Globo y Folha en el golpe de estado es incuestionable y nos plantea una reflexión que atañe a la hipocresía de los gobiernos y la manipulación de los grandes medios de comunicación internacionales, incluyendo los españoles, a la hora de defender los derechos humanos y la libertad de prensa. ¿Dónde están los grandes titulares de la prensa ante lo que está aconteciendo en Brasil o Argentina, cuando se muestran "tan sensibles" a estos temas cuando ocurre en Venezuela, Ecuador o las políticas de comunicación de Cristina de Kirschner?

Por último, y en relación con lo anterior, resulta importante destacar el grave retroceso que se está produciendo en relación a los derechos individuales y las libertades si tenemos en cuenta ciertas leyes que se están aprobando o algunas políticas que se están aplicando por estos nuevos gobiernos conservadores en relación con hechos como la memoria histórica (en países que padecieron brutales dictaduras militares), el recorte de libertades civiles o laborales, la intromisión política en los órganos de gobierno de los jueces o la misma libertad de prensa.

Querría acabar haciendo una breve reflexión sobre "lo complicado, costoso y difícil que resulta avanzar en los países cuando existen gobiernos a favor de las mayorías sociales, donde no sólo debe existir voluntad política para cambiar las cosas, sino miles de factores favorables al proceso, y....... lo aparente sencillo que resulta tratar de desmantelar dichos avances en apenas unos meses, cuando un gobierno de las minorías oligárquicas se hace con el poder", lo cual me hace volver a las reflexiones de García Linera en Buenos Aires, cuando decía que no hay que desesperar "ya que la revolución es un proceso por oleadas... y estamos ante el fin de la primera oleada y está viniendo el repliegue... pero más pronto que tarde habrá una segunda oleada, y lo que tenemos que hacer es prepararnos, debatiendo qué cosas hicimos mal en la primera oleada, dónde cometimos errores, qué nos faltó por hacer....Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles es su aire... y el tiempo histórico está de nuestro lado... ya que ellos no tienen alternativa... Nosotros somos el futuro, somos la esperanza".

Analizar el por qué y el cómo se ha llegado a esta situación, así como las debilidades y virtudes de los procesos de cambio progresista exige un análisis pormenorizado de diferentes factores, pero eso será en otro momento.

Más Noticias