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La responsabilidad de Unidos Podemos

Álvaro Gaertner Aranda
Estudiante de Ingeniería Física en la Carl von Ossietzky Universität, en Oldemburgo, Alemania.

Decia Antonio Gramsci que la burocracia (de un partido) es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si ella termina por constituir un cuerpo solidario y aparte y se siente independiente de la masa, el partido es convierte en anacrónico y en los momentos de crisis aguda desaparece su contenido social y queda como en las nubes. Creo que esta cita explica a la perfección el golpe de Estado ocurrido la pasada semana en el PSOE, en el que unos burócratas de partido que, en su mayoría, no han trabajado en otra cosa en su vida han dado un golpe de estado contra Pedro Sánchez por la mera posibilidad (ya no la certeza) de que éste intentase hacer un gobierno con Unidos Podemos apoyado en la investidura por fuerzas catalanas y vascas. Estos burócratas se han desconectado de sus bases, tanto de los votantes del PSOE que manifestaban que preferian un acuerdo de estas características como de unos militantes que llevan 30 años basando gran parte de su identidad en la confrontación con un PP al que ahora los burócratas que les dirigen pretenden apoyar. El golpe y la guerra posterior vivida en el PSOE tendrá consecuencias duraderas. La primera de ellas es que muchos militantes y votantes fieles hasta la médula al proyecto que pensaban que representaba el PSOE están decidiendo abandonar el barco tras ver el esperpéntico espectáculo dado por sus dirigentes. La segunda es que Mariano Rajoy hoy es tan fuerte que no solo pide la abstención del PSOE, sino que les exije condiciones para aceptar esa abstención y no forzar unas terceras elecciones en las que piensa que obtendría mayoría absoluta. La tercera de ellas es que los que se queden en el PSOE estarán profundamente divididos y sus heridas tardarán en cicatrizar, y podrían no cicatrizar si el sector antes llamado crítico y ahora en el poder decide postergar la elección por parte de los militantes de un nuevo secretario general hasta que Susana Díaz piense que su victoria está asegurada. La cuarta de ellas es que el PSOE está hoy más lejos aún de los de abajo y más a la derecha de lo que estaba antes.

Todas estas consecuencias van a afectar a la actuación política del "adversario" del PSOE en el espacio de la izquierda, Unidos Podemos. Habrá gente en este espacio político que se sienta tentada de alegrarse de la suerte corrida por su hermano en el espacio progresista, aplicando aquel principio de cuanto peor, mejor, pensando, por ejemplo, que un PSOE más derechizado hará que los votantes se den cuenta de cuál es la izquierda auténtica y lo abandonen, pero yo creo que sería un error. Creo que los sucesos de esta semana pasada, más que oportunidades, ponen sobre los hombros de las organizaciones que componen UP una responsabilidad que no estaban pidiendo y para la que habrá que ver si están preparados.

En primer lugar, deberán aplicar a toda prisa y antes de realizar los reajustes organizativos que algunos miembros estaban realizando aquel dicho que decía si vis pacem, para bellum (si quieres paz, prepárate para la guerra), lo que traducido a la situación política actual significa varias cosas. En primer lugar, los círculos y las agrupaciones locales de las distintas formaciones deberán empezar a demostrar ya mismo que son útiles en sus territorios para politizar las necesidades insatisfechas de los ciudadanos a la vez que ayudan a solucionarlas para.. Esta transición a lo que se ha venido llamando un movimiento popular se tendrá que realizar mucho más rápido de lo planeado, antes de adecuar las estructuras organizativas de los partidos a las nuevas tareas y de que los militantes hayan interiorizado las nuevas tareas y las nuevas maneras de trabajar, aunque por suerte la reciente puesta en marcha del nuevo programa Impulsa Hacemos o de la iniciativa Vamos por parte de Podemos y el Plan de Acción de IU preparan el terreno para esta transición. Si logran llevar a cabo con éxito esta rápida transición no sólo lograrán empezar a cavar las trincheras en la sociedad civil desde la que se librará la guerra de posiciones de los años venideros, sino que podrán conseguir que aquellas personas activas que hasta ahora militaban o simpatizaban con el PSOE no dejen de participar al desencantarse de su partido anterior, sino que al ver la utilidad de la participación en la política abandonen su desencanto y, ya sea desde dentro o desde fuera de UP, sigan activos y participando para lograr que nuestro país sea más progresista. Todos estos ex-simpatizantes del PSOE son activos muy valiosos que los progresistas no nos podemos permitir perder si queremos cambiar este mundo a mejor, y por eso la crisis del PSOE pone sobre los miembros de UP la gran presión de conseguir que esa gente no abandone la lucha.

En segundo lugar, la aplicación de este dicho debe llevar a UP a ofrecer una salida honrosa al PSOE que no pase por su claudicación ante el PP. Por ello, y pese a reconocer que este motín oligárquico se ha hecho por la posibilidad de que hubiese un gobierno de UP, UP tiene el deber de plantear al PSOE (aunque sea en privado) la posibilidad de un gobierno alternativo, presidido por quién decida el PSOE o, en caso de que no encuentren a nadie, por una figura que despierte simpatía y consenso como Alberto Garzón. En el caso idílico este gobierno saldría adelante, pero incluso si no fuese posible su mera posibilidad podría reforzar el poder de negociación del PSOE frente al PP y hacer que su claudicación fuese menos deshonrosa y lo que es más importante, más reversible en el futuro próximo.

En tercer lugar, la preparación para la guerra debe significar la preparación para unas hipotéticas terceras elecciones. En este momento, la automutilación del PSOE haría que el espacio progresista retrocediese en favor de los reaccionarios a niveles que dejarían su influencia en la política nacional a cero, y UP tiene la responsabilidad de hacer que ese escenario no se de en ningún caso. Esto implica, por un lado, que deberá llevar a cabo sus debates internos con mucha más discreción que hasta ahora, para no desperdiciar su presencia mediática en debates internos. También implica que deberá tratar con guante de seda a los ex-votantes del PSOE para lograr que no se vayan a la abstención al dejar el PSOE, a la vez que pone presión pública sobre el actual PSOE para evitar que claudique ante el PP. Además, requerirá de todas las capacidades de todos los cuadros dirigentes de UP, de su actuación como un equipo perfectamente compenetrado en el que cada uno se dedique a su tarea con la mayor concentración y efectividad posible, dejando todos los debates prescindibles para el momento posterior a las elecciones o a la formación de gobierno. Este equipo tendrá la responsabilidad de plantear las líneas estratégicas de discurso y acción política capaces de hacer que los que se abstuvieron sientan la necesidad imperiosa de votar, ya sea a través de la reedición del célebre si tu no vas, ellos vienen o de cualquier otra estrategia que todas esas cabezas pensantes y competentes que saben mucho más que yo puedan pensar.

Por último, UP y el ala progresista del PSOE tienen la responsabilidad de lograr que tras el próximo congreso el PSOE vuelva a estar en el espacio progresista, alejándose del camino por el que Felipe González y Susana Díaz quieren llevarle. Esto puede pasar por varias estrategias, que dependen fundamentalmente del número de militantes progresistas del PSOE que dejen el partido en estos días tras el motin oligárquico que han sufrido. Si los militantes aguantan hasta el congreso, la actual popularidad de Pedro Sánchez entre ellos debería ser suficiente para derrotar a la baronesa responsable del motín y de dar el gobierno al PP (aunque esperemos que esto no pase). Eso significa que UP y el ala progresista del PSOE deberán olvidar que Pedro Sánchez es un hombre de principios tan firmes como para firmar un día un pacto neoliberal y centralista con Ciudadanos y al siguiente intentar un pacto con Podemos y los nacionalistas catalanes y vascos y ayudar a que mantenga esa popularidad entre los militantes pese a las presiones que sufrirán de los aparatos y de la gestora del PSOE y de otros poderes externos como PRISA o La Sexta. No hay garantías de que Pedro Sánchez resituase al PSOE en el espacio progresista, pero al menos tendría las ataduras de su discurso de no a Rajoy y su dependencia de las bases para mantener el poder que harían que viese necesario hacer ese cambio. Sin embargo, si la fuga de militantes  fuese tan grande como para hacer peligrar la ventaja numérica de Pedro Sánchez, desde UP y, sobre todo, el ala progresista del PSOE, deberán encontrar una solución alternativa, ya que Pedro Sánchez es un candidato muy divisivo y polarizador. Esta solución podría pasar por encontrar una candidata/o capaz de reeditar el efecto Carmena dentro del PSOE, ya que la candidata rival, Susana Díaz, es a la vez impopular y polarizadora, igual que Aguirre. Yo no sé quién podría satisfacer este papel, aunque de los dirigentes del PSOE más públicos el que podría satisfacer mejor los requisitos podría ser Pérez Tapias. En este caso, Pedro Sánchez debería sacrificar sus ambiciones personales, poner toda la maquinaria de la que disponga al servicio de esa hipotética "Carmena", para lograr que el PSOE no deje definitivamente el espacio progresista y que no ocurra en España lo que pasó en Italia durante 40 años, en los que la alianza entre el Partido Socialista Italiano y la democracia cristiana impidió al PCI gobernar.

En estos momentos se están jugando en España varias batallas fundamentales para el futuro de Europa, como el papel de la socialdemocracia o la capacidad de todos los progresistas para construir una alternativa al status quo actual, asi que espero que tanto el ala progresista del PSOE como UP estemos a la altura de las circunstancias y cumplamos con nuestra responsabilidad histórica, porque ya sabemos que si no lo hacemos en ese claroscuro surgirán los monstruos.

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