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Villar Mir y el bien común

José Bembibre
Ingeniero industrial

La Xunta de Galicia responsable, en última instancia, de que se segregue la producción hidráulica de la de ferroaleaciones en las factorías de Villar Mir en Cee y Dumbria  en A Coruña, ha señalado, a pesar de repetidas sentencias en contra  del Tribunal Superior de Xusticia de Galicia, que en su decisión final actuará en función del "bien común" considerando los puestos de trabajo prometidos por Villar Mir.  Así que conviene revisar cuanto "bien común" ha repartido el Marqués de Villar Mir hasta la fecha.

El Marqués de Villar Mir compra, en 1992, las factorías de Ferroatlántica y las concesiones hidráulicas anejas de los ríos Xallas y Grande, por el equivalente a unos 60 M€. Una compra, a precio de derribo de Carburos Metálicos, con dinero prestado por el propio vendedor: Banesto, que se hace sin duda pensando en el "bien común".

Un bien común que se manifestó en no invertir ni un euro en las factorías  y disfrutar de una tarifa eléctrica preferente, la G4, para el consumo de energía que sufragábamos todos, aunque entonces no los sabíamos, y que terminó en el Déficit de Tarifa, que pagarán hasta nuestros nietos. Todo por el "bien común".

El paroxismo del bien común llega a partir de 2006. El boletín de propaganda de Ferroatlántica los llama tímidamente "años de bonanza".

Desde 2007 hasta 2012 las factorías de Ferroatlántica además de la ventajosa tarifa G4 gozaron de un descuento adicional que podía llegar al 60% por prestar el servicio de interrumpibilidad. Una interrumpibilidad que, conviene decirlo,  no se activó en este periodo.

Por el lado de la venta de energía, las cosas no iban peor. Al contrario, desde 2007, con el RD 661/2007 de incentivos a la generación utilizando energías renovables, a las centrales del Xallas y Grande se les garantizó, gracias a las primas a la producción, un precio mínimo de 68 €/MWh de media. Esta cifra adquiere su verdadera dimensión si consideramos que para las factorías de Ferroatlántica el coste de la energía, con todos los descuentos incluidos, era de unos 30 €/MWh.

Y Ferroatlántica descubrió que podía hacer más por el "bien común".

Así,  en lugar de adquirir en el Mercado Eléctrico únicamente la energía adicional que necesitaba para las factorías, se apuntó al sistema conocido como Todo-Todo.

Vendía en el Mercado, y recibía la prima correspondiente, toda la energía producida y compraba en el Mercado la totalidad del consumo de las factorías al que aplicaba los descuentos por interrumpibilidad. Es decir, la energía producida en las centrales y consumida en las factorías estaba subvencionada en la venta y en la compra. Algo que se conocía, en el sector eléctrico como "bombeo de prima".

Este trasiego supuso que, entre 2007 y 2012, Ferroatlántica no solo no paga nada por la energía consumida sino que, se embolsa más de 4 M€ al año, por el bien común, naturalmente. Y ¿a quien se le ocurre modernizar unas factorías que cuanto más energía derrochan mas "bien común" reparten?

En 2012, ya sin tarifa G4,  y con menores descuentos por interrumpibilidad,  las cosas cambiaron, pero aun así,  las factorías durante 2013 y 2014 tuvieron precios de la energía, incluyendo la producción de las Centrales Hidráulicas,  de unos 8 €/MWh, cinco veces inferiores a los de su competencia en la UE. Según un informe del Fraunhofer Institut de 2013 los precios en Francia y Alemania fueron 42 €/MWh y 46,9 €/MWh respectivamente.

La cosa se tuerce cuando en 2015, con el RD 413/2014 se suprimen las ayudas  a las renovables para la práctica totalidad de las centrales hidráulicas, por considerar que están totalmente amortizadas, y se endurecen las condiciones para prestar el servicio de interrumpibilidad, reduciendo además el monto de la ayudas. A pesar de todo, en 2015 y 2016, gracias a la aportación de las centrales del Xallas y Grande, las factorías tuvieron precios de la energía muy competitivos: 20 y 13 €/MWh respectivamente.

Es decir un negocio espléndido para la metalurgia, que nunca conoceremos, porque las cuentas del Grupo Villar Mir son lo más parecido a un agujero negro, y también para las centrales, que proporcionaron a Ferroatlantica, en los últimos dos años, unos ingresos de más de 40 M€ . A esto, sin duda, es a lo que se debe referir Ferroatlántica, cuando dice que las centrales hidráulicas necesitaron el apoyo de las factorías de ferroaleaciones.

También debe de ser por el bien común, por lo que Ferroatlantica sigue negando, contra toda evidencia, la posibilidad de funcionar en régimen de autoconsumo por razones legales.

Pues bien ni la Ley del Sector Eléctrico, 24/2013 Art. 9 (b) y 9(c) ni el Real Decreto 900/2015 de autoconsumo en su Art. 4, impiden que las factorías de Cee y Dumbria con las centrales hidráulicas del Xallas y Grande, se configuren como una unidad de autoconsumo tipo 2.

Tampoco, como afirma Ferroatlántica, la prestación del servicio de interrumpibilidad, es incompatible con el autoconsumo como se desprende de las resolución de la Secretaría de Estado de Energía de 1 de agosto de 2014 y 5 de agosto de 2016, que explícitamente recogen el autoconsumo, bien es cierto que asegurando que Ferroatlantica presta el servicio por la totalidad de los bloques conseguidos en la subasta de interrumpiblidad y no se inventa otro "bombeo de prima".

Lo que ocurre con el autoconsumo es que le complica a Ferroatlantica la venta de las centrales al adjudicarles una servidumbre: atender prioritariamente el consumo de las factorías. Un asunto donde las afirmaciones de Ferroatlántica alcanzan el delirio, cuando afirma que legalmente es imposible que las centrales le vendan su energía a las factorías.

Es el "bien común", en forma de venta de las centrales, el que le impide a Ferroatlántica disponer en 2015 y 2016 de energía a precios muy inferiores, si optara por combinar el autoconsumo y la prima de interrumpibilidad, aproximadamente: 13 €/MWh y 6 €/MWh respectivamente, ya que el peaje a pagar por la energía autoconsumida 6 €/MWh es inferior a la diferencia entre los precios de compra y venta de la energía.

Los cuadros siguientes, elaborados a partir de información publicada por REE, Eurostat, OMIE y las informaciones de consumo publicadas por Ferroatlantica, resumen la evolución de los costes y precios y el impacto de prescindir de la generación, la interrumpibilidad o ambas para valores medios de generación y consumo.

Villar Mir y el bien común

 

Villar Mir y el bien común

 

Una vez que se haya desprendido de las centrales y de los ingresos correspondientes a la energía que proporcionan a las factorías, el precio de la energía para estas últimas se irá a los 40 €/MWh, en el limite de la competitividad con Alemania o Francia.

La combinación de autoconsumo e interrumpibilidad proporciona unos precios extremadamente competitivos para la energía.

Sin el concurso de las centrales hidraúlicas, la continuidad de las factorías de Cee y Dumbría, quedará al albur del resultado de la subasta de interrumpibilidad. Es decir del dinero que pongamos el resto de los consumidores.

Un tributo que el Grupo Villar Mir, nos hará pagar cada año, si no queremos "ser responsables" de poner en el paro a centenares de trabajadores.

Y así, Ferroatlantica, con la colaboración necesaria de la Xunta de Galicia, en nombre del mismo "bien común" con el que ha llegado hasta aquí, nos obsequiará con una coda final. Vender nuestro bien común: el agua y que además le paguemos los costes de su decisión.

 

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