EconoNuestra

Otra Europa para frenar a la extrema derecha

Fernando Luengo Escalonilla
Economista y membro de la Secretaría de Europa de Podemos y del círculo de Chamberí
@fluengoe
https://fernandoluengo.wordpress.com

Existe una generalizada y comprensible inquietud por el ascenso de la extrema derecha, en buena parte de los países europeos y también en España. ¿Qué hacer para frenar y revertir esta deriva? No hay respuestas fáciles para un problema complejo, que, sin duda alguna, urge abordar.

Un aspecto importante, que ha menudo queda oculto, es que las políticas económicas y sociales que han impulsado las instituciones comunitarias y también los partidos y gobiernos conservadores han sido uno de los principales combustibles de la extrema derecha. Otro tanto ha ocurrido con la mayor parte de la socialdemocracia europea, que ha sido corresponsable, cuando no principal impulsora, de esas políticas.

El escenario generado por las mismas, sobre el que justamente hay que actuar, ha sido el caldo de cultivo propicio para el surgimiento y consolidación de la extrema derecha, que ha sabido canalizar una parte de la desafección y el descontento. Encuentro en el apoyo a esos partidos rechazo, hartazgo y desconcierto, antes que indignación activa, politizada y comprometida de la población.

En estas coordenadas, si de verdad se quiere frenar el ascenso de la derecha xenófoba y populista, ofrecer más de lo mismo o reformas de escaso calado que mantienen en lo fundamental el actual estado de cosas es claramente el camino equivocado. Y tampoco es una alternativa apelar a más Europa. Porque, en realidad, más Europa significa dar por bueno el papel prominente de los mercados financieros y las corporaciones transnacionales, someterse a los dictados austeritarios de Bruselas y del Fondo Monetario Internacional, pretender acorazar las fronteras comunitarias ante la llegada de personas migrantes y refugiados, aumentar el gasto militar y proteger los paraísos fiscales. Esto y no otra cosa es la Europa realmente existente; y la que preservan y fortalecen las tímidas y sesgadas reformas en la arquitectura institucional introducidas por las elites políticas y económicas.

Un compromiso sincero y decidido para frenar a la extrema derecha exige apostar por un escenario alternativo. Una de las piedras angulares del mismo tiene que ser reducir los privilegios de los de arriba. Estos privilegios, que están en el origen de la crisis económica, parasitan las instituciones estatales y comunitarias, y constituyen los cimientos de un capitalismo depredador social y materialmente, crecientemente oligárquico y autoritario.

El aumento y enquistamiento de la desigualdad es una de las razones del auge de la extrema derecha. La respuesta del establishment ante el aumento de la fractura social ha sido insistir en las mismas promesas, mil veces incumplidas, y en las mismas recetas, mil veces fracasadas.

Poco se habla y casi nada se hace para corregir y revertir esta situación. Las ingenuas o interesadas llamadas a la recuperación de las esencias de la construcción europea o levantar la bandera del europeísmo frente a los populismos desintegradores que la amenazan suponen, de hecho, una cortina de humo, pues ignoran o relegan a un papel secundario esa problemática.

Otra Europa significa necesariamente un reparto de la renta y de la riqueza, así como de los recursos materiales y energéticos, que beneficie a las mayorías sociales. Avanzar en esa dirección supone poner el foco en los de arriba. Sabiendo que, en realidad, ambos planos están íntimamente relacionados; los recursos necesarios para mejorar la situación de los de abajo exige limitar los privilegios de los de arriba.

Avanzar en esta dirección significa, entre otras cosas, aplicar políticas decididamente progresivas en materia tributaria, prohibir los paraísos fiscales, exigir que las corporaciones transnacionales tributen por todos los beneficios obtenidos en los territorios donde operan, aplicar límites a las retribuciones percibidas por las elites empresariales, prohibir los mercados y productos financieros opacos, introducir principios de condicionalidad en materia de sostenibilidad, equidad de género y respeto de la negociación colectiva a la hora de acceder a los recursos públicos y prohibir las puertas giratorias.

¿Significa esto ir demasiado lejos? No lo creo. Hay que insistir en que el desafío que tenemos ante nosotros es de esta envergadura. Situar en el centro de la agenda política europea estos asuntos es apuntar al corazón de la "enfermedad europea", dotar de alcance y coherencia a la palabra Europa. De esta manera quedará claro que, en muchos aspectos fundamentales, los intereses de la extrema derecha coinciden con los del establishment político y económico; quedará claro asimismo que existe una izquierda con diagnósticos y propuestas con capacidad y voluntad de ser un factor de cambio en Europa.

 

Más Noticias