El azar y la necesidad

Debate a siete: Catalunya es diferente

El debate a siete que protagonizaron las distintas formaciones con representación en el Parlamento de Cataluña fue poco esclarecedor y confuso desde el punto de vista de los contenidos, pero profundamente aleccionador desde la óptica de las formas. El desarrollo del debate fue una auténtica lección de madurez democrática y una prueba de la cohesión de la sociedad catalana. A pesar de la alta carga emotiva de esta campaña, con el horizonte de la independencia y el marco de la dura crisis económica, no hubo exceso de tensión, ni malas formas ni discusiones acaloradas. La razón de este pequeño milagro catalán radica en las profundas convicciones democráticas de su sociedad, que no admite ni las salidas de tono, ni el exceso de demagogia ni la falta de educación. Los partidos políticos catalanes conocen esa realidad y actúan en consecuencia, defienden su punto de vista pero respetan el del contrario. Hubo respeto en las formas, pero también coincidencias en los contenidos, por extraño que pueda parecer.

Todos los partidos políticos coincidieron en un mínimo común denominador, concretamente en dos: la urgencia de un cambio en el sistema de financiación y la necesidad de que Cataluña disponga de mejores insfraestructuras que la hagan más competitiva, corredor mediterráneo, puerto de Barcelona, enlace del AVE con Europa. Albert Rivera de Ciutadans, que está radicalmente en contra de la independencia, señaló la necesidad de un cambio en las políticas de los gobiernos de Madrid en relación a este tema, y lo hizo en nombre de la cohesión territorial, de la cohesión territorial española, claro. Alicia Sánchez Camacho hizo otro tanto. Es verdad que la solución al tema de las infraestructuras y al de la financiación son distintas dependiendo de las formaciones, -independencia, federalismo, reforma-, pero la diagnosis del problema es de carácter general. Coincidencia en algunos contenidos y transversalidad en las posiciones sobre temas puntuales. Afinidades entre formaciones de muy distinto signo, que pueden parecer inverosímiles, pero que se manifestaron en el debate. Solidaritat per la Independència y Ciutadans fueron al unísono en denunciar la falta de claridad de las cuentas del resto de partidos políticos, y pusieron sobre el tapete el favoritismo que supone la condonación de sus deudas por parte de algunas entidades financieras. Albert Rivera destacó la posición de su partido y la de Esquerra Republicana y de Iniciativa per Cataluña en relación al tema hipotecario. Alicia Sanchez Camacho y Artur Mas acusaron al tripartito de vaciar las arcas de la Generalitat con un exceso de déficit, y los integrantes del antiguo tripartito hicieron lo propio con la gestión de CiU. Madurez democrática. Multilateralidad, transversalidad en muchos temas, posiciones enfrentadas en otros, pero desde una óptica puramente catalana, incluso cuando se trata de la defensa de la unidad de España. Y todo eso con una campaña dura y agresiva, con la filtración de un supuesto  borrador  de un informe  policial del que no hubo ni una mención en todo el debate.

A partir del día 25 Cataluña tendrá un nuevo parlamento, seguramente con una mayoría destacada para convocar un referéndum, y todo ello con un horizonte de tensiones y enfrentamientos, con el trasfondo de una brutal crisis económica. A pesar de este negro panorama, se puede afirmar que la sociedad catalana, representada ayer en el debate por sus dirigentes políticos, está lo suficientemente cohesionada para afrontar ese reto, tan cohesionada que podrá sobrevivir unida dentro o fuera de España.

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