El azar y la necesidad

2048 (II)

2048, el año del centenario orwelliano del que hablábamos en la primera entrega, es 211, una potencia que tiene la fuerza de un símbolo, la del inicio de una era en la que los matemáticos tendrán un papel básico en el diseño de nuestras vidas.  Los matemáticos ocuparán una plaza importante en la programación de la sociedad orwelliana del futuro, porqué la vida cotidiana estará regida por un sinfín de algoritmos, protocolos que encauzarán y regularán cada una de nuestras actividades.  Y para ello utilizarán un lenguaje simbólico, la newspeak de 1984, una "neolengua" adaptada al uso informal, para que las instrucciones lleguen correctamente a sus destinatarios, el lenguaje tenderá a computerizarse para dejar de tener sentido social, para que sea eficiente, para que nadie pueda decir que no ha entendido las instrucciones. La excusa para la implantación progresiva y masiva de algoritmos en nuestra vida cotidiana, para la matematización de nuestro comportamiento,  será el aumento real de la complejidad  como causa del incremento del número de individuos (en el 2048 seremos unos 9100 millones según estudios de la ONU) y del incremento de sus intercambios (las necesidades energéticas para el 2048 se estiman en 25 TW, 1012 wats ).

La libertad en el mundo del próximo 2048 estará muy restringida, pero no por capricho de un dictador, o de una conspiración fascista, si no por un tema práctico. La libertad será paulatinamente anulada  para que no se rompan  los cauces que imponen los protocolos, los algoritmos que nos permitirán que todo funcione. Promover el libre albedrío  será visto como disparar en la línea de flotación del sistema, por lo que implica de rotura del equilibrio necesario para mantener en pie una sociedad sumamente compleja. El interés personal, en definitiva,  quedará supeditado al general, como ahora, pero más a lo bestia.

En el año 2048 no habrá lugar para la democracia y mucho menos para las utopías. ¿Puede un mundo de 9100 millones de habitantes vivir en pequeñas comunidades autogestionadas y sostenibles? Por desgracia no, el modelo de crecimiento y de relación social que nos hemos auto impuesto como especie animal es, a la larga,  contrario a la idea de libertad, una idea de libertad y democracia que en su día fue el estímulo de ese mismo crecimiento: somos rehenes de nuestra propia cultura, de nuestra propia condición humana, de un progreso que es como un caballo desbocado sin meta ni destino. No me cabe la menor duda que en el año 2048 habrá menos espacio para la libertad en la línea de restricción de la que he hablado, y la prueba que me permite asegurarlo está en el presente, en los múltiples asaltos que sufrimos a diario en nuestros derechos, en el abordaje a nuestra intimidad, en la pérdida real de capacidad de decisión de los ciudadanos en las democracias de la segunda década del siglo XXI.  Puede parecer apocalíptico, pero en realidad no lo será en su momento, porqué de eso se trata, de que no lo parezca. Para sobrevivir deberemos ser consumidores y productores eficaces, sin salirnos de nuestro propio algoritmo, un conjunto de prescripciones que posibilitará que nuestra vida sea bien definida, ordenada  y, cambiando el paradigma de Orwell a Huxley, también aparentemente feliz.

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