El azar y la necesidad

2048 ( y III)

En el 2048, como ya expusimos en la entrega anterior, la población mundial crecerá hasta los 9100 millones y sus necesidades energéticas se acercarán a los 25TW ( en el 2010 se situaban entorno de los 16TW). Este aumento de población y de interrelaciones provocará un aumento de la demanda de materias primas y el incremento de sus precios. La consecuencia directa de este aumento del consumo global será la escasez, bien sea por causas directas (agotamiento de las fuentes de producción) o indirectas (acaparamiento en vistas a la especulación).  La escasez tendrá un papel clave en las relaciones de poder entre estados y grupos sociales,  y entre otras cosas será una herramienta de dominio en manos de los poderosos y de sus elites dirigentes, porqué su gestión permitirá amasar grandes fortunas y coaccionar a la población con la amenaza de la falta de suministro. En este futuro orwelliano que hemos intentado intuir, la escasez será la excusa que permitirá restringir los recursos que lleguen a la población, de tal manera que los ciudadanos siempre estén apurados por obtener los productos que aseguren su bienestar y bailen al filo de la subsistencia, ni un poco más arriba, ni un poco más abajo. La gestión de la escasez es lo que en  la novela de Orwell organiza, por contraste, el ministerio de la abundancia, el encargado de los asuntos económicos, el responsable de que la población tenga siempre un poquito menos de lo necesario o justo lo necesario. La escasez será el gran negocio de mediados de siglo, porqué permitirá optimizar los beneficios de las empresas gracias  a la labor de especialistas que especularán con dos variables,  la avaricia del productor y la dignidad del trabajador. No habrá mucho espacio para la protesta, porqué el trabajo, como ahora, será también escaso, como lo serán los salarios y las prestaciones sociales.

El mundo del 2048, más poblado, con menos recursos, con un sinfín de interrelaciones que lo harán más complejo, será un mundo menos libre, un mundo más vigilado y peor informado. La información, en contraste con la escasez de otros bienes,  será abundante, tal vez apabullante y ruidosa y, por tanto, de escasa calidad. En el 2048 no será necesario un Ministerio de la Verdad, como en la novela de Orwell, para esconder y tergiversar la información,  bastará con crear tsunamis de información para ocultar la verdad. Dar información fiable es un proceso productivo costoso que exige movilizar a un gran número de profesionales y las empresas que se dedican a ello atraviesan ya grandes dificultades económicas. Salvo algunas raras excepciones, los grandes medios de comunicación están arruinados y sólo sobreviven gracias al soporte  interesado de los grandes grupos financieros y a las tibias ayudas que llegan del estado. No hace falta esperar al 2048, para presagiar que la independencia de los medios de comunicación estará por los suelos, y sin medios independientes no existirá información veraz.

Todo lo que hemos pronosticado para el centenario de la publicación de la novela de Orwell, para el 2048, está ya predefinido en el mundo del 2014 y responde en gran parte a movimientos de fondo cultural con una inercia muy poderosa, a fuerzas que sólo se explican como resultado de nuestra propia evolución como especie.

Más Noticias