El azar y la necesidad

Catalunya, rebelión o sexo.

Jordi Évole fue el protagonista que más brilló en el debate entre Felipe González y Artur Mas. Su mérito fue  triple: posibilitar un diálogo civilizado, que tuviera interés y que no eludiera el conflicto. En este caso el medio es el mensaje, se puede hablar civilizadamente de cualquier cosa y, además, se puede  incomodar a los entrevistados sin faltarles al respeto, aunque estos sean un presidente y un ex presidente. Esperemos que esta forma de debatir consiga adeptos para que el respeto gane terreno a la algarabía, el insulto y el ruido mediático.

A pesar de lo reconfortante que resultó escuchar un debate educado,  la realidad es que las posturas que se plantearon, -referéndum sí o no-, están muy alejadas, y no podía ser de otra manera, entre hacer una consulta y no hacerla, no hay opciones intermedias.  En este sentido las posiciones entorno del debate soberanista están muy claras, a veces demasiado. PP y PSOE coinciden en que la Constitución es intocable en este punto ( no lo ha sido en otros), y que la soberanía radica en la totalidad del pueblo español. Llegados hasta aquí,  todos aquellos que optan  por la independencia de Catalunya o de cualquier otro pueblo de España, saben que no les basta con obtener una mayoría cualificada de ciudadanos de su comunidad que les apoye, ni tan solo les bastaría lograr  la unanimidad de todos ellos, ni en este utópico supuesto  podrían acceder a la independencia. El estado reconoce el derecho democrático de los que apoyan la independencia a presentarse a les elecciones, les permite defender y difundir su ideología, pero les niega la posibilidad de conseguir su propósito. Si el estado niega que una opción democrática y respetuosa consiga sus objetivos ( y se trata de objetivos democráticos, que respetan la Declaración Universal de los derechos humanos) si se les niega la vía democrática,  sólo quedará un camino posible, la rebelión. Ojalá me equivoque, pero si dentro de un año, no se ha permitido el referéndum y la autonomía ha sido suspendida, Barcelona se parecerá más a Kiev que a Edimburgo. La rebelión puede ser una salida, pero hay alternativas más jocosas y lúdicas. Los  catalanes podemos ganar un referéndum de autodeterminación  a escala  española dentro de veinte años si conseguimos reproducirnos a ritmo bacteriano. No hay muchas opciones, o rebelión , o sexo.

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