El azar y la necesidad

El doctor Zuckerberg, supongo.

El famoso explorador y misionero escocés David Livingstone  reflexionó un día sobre la situación de África mientras se remojaba los pies en el rio Zambeze.  La conclusión  a la que llegó es simple, o simplona: lo que el continente necesitaba para progresar era máquinas. Máquinas que debía suministrar occidente, claro.   El pasado lunes 22 de febrero, el jovencito Mark Zuckerberg quiso emular al doctor Livingstone con una declaración similar en el Mobile World Congress de Barcelona. En este caso  su máquina milagrosa es Internet, la red al alcance de todos. Zuckerberg argumentó que la conectividad puede mejorar las vidas de los ciudadanos, disminuir las desigualdades y estimular el desarrollo económico. ¿Puede ser cierto ese milagro?

Internet facilita  la emergencia de pequeños negocios, basados en la cooperación, eliminando intermediarios al poder incidir en un mercado global. Gracias a la conectividad, por ejemplo,  se han creado más de cien laboratorios tecnológicos, hubs,  en 28 países de toda África. En cinco años la IHUB de Nairobi, por ejemplo, ha creado más de 150 pequeñas empresas. Internet es también una ayuda importante en educación. El programa TZ21 en Tanzania, proporciona herramientas tecnológicas a las escuelas de Zanzíbar y ha conseguido escolarizar a muchos niños en edad de primaria. El doctor Adelard Ngabonziza director de un centro médico de Kenia, usa la red para estar en contacto con otros médicos y sanitarios, puede atender consultas a distancia, tener noticia de emergencias sanitarias en lugares de difícil acceso y, finalmente,   poner al día sus conocimientos. Son muchas las aplicaciones que la conectividad aporta, eso es un punto indiscutible  y Mark Zukceberg, como no,  las conoce.

Internet es una herramienta formidable para el desarrollo, pero no parece que las injusticias sociales se resuelvan sólo con el acceso a la red. Para la mayor parte de los gobiernos africanos las prioridades son otras; erradicar enfermedades endémicas, el analfabetismo, la pobreza, la corrupción, las guerras... Los gobiernos no pueden hacer frente a las costosas inversiones en comunicaciones que supone llevar la red al alcance de todos. ¿Quién pagará, pues, la costosa factura de la conectividad? ¿Nuestro joven amigo de facebook? ¿El mismo que defrauda al fisco millones de euros al año gracias a la ingeniería financiera de sus contables?  Imaginemos que sí, que nuestro amigo de Facebook, en un acto de generosidad extrema, la paga. ¿Acabarían las desigualdades en África? Mucho me temo que no. El origen de la desigualdad de muchos países africanos no se encuentra en la falta de acceso a Internet, está causada por la voracidad extractiva y explotadora de las antiguas potencias coloniales y de las nuevas y al mantenimiento y sostén  de dictaduras y de gobiernos corruptos.

El descubrimiento de nuevas rutas en África era el objetivo que perseguía el doctor Livingstone, con el propósito de  facilitar la tarea misionera  y, como no,  la actividad comercial del Imperio Británico.  Por eso Zuckeberg parece un nuevo Livingstone sin salacot.  El  moderno discursito  desarrollista en torno de las tecnologías de la información y su impacto en la sociedad,  es continuador de la ideología misionera de Livingstone, de ese mesianismo humanitario occidental, que parece desinteresado, joven, moderno y altruista,  pero que en realidad es un caballo de Troya en favor del desarrollo tecnológico y de los que lo controlan, los de siempre.

 

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