El 4º Poder en Red

Podemos a la parrilla (I)

Comunidad editorial de El 4º Poder en Red
*Esta es la primera entrega de una serie que publicaremos sobre la cobertura informativa de Podemos. Nos basamos en las Sesiones del Curso sobre Esfera Pública Digital del Máster CCCD.

 

Ha pasado un año desde la irrupción de Podemos. Un año en el que, de nuevo, se demostró que la esfera pública española es un campo de batalla donde impera la ley del más fuerte: un darwinismo mediático marcado por las alianzas partidarias y económicas de los medios de comunicación convencionales.

Podemos fue clave al introducir en los medios el discurso quincemayista, crítico con la Transición y con el Régimen del 78. Sin embargo, ese discurso corre el riesgo de ser fagocitado por Ciudadanos, partido más afín a las élites que Podemos pretende combatir. La lógica mercantilista y las alianza partidarias señalan una secuencia marcada por: la guerra de audiencias, el cierre discursivo y la guerra sucia.

Primera fase: la audiencia lo es todo

Podemos da audiencia. Pablo Iglesias aumenta el número de espectadores de los programa televisivos en los que aparece gracias a: su particular lenguaje, que mezcla lo emocional y lo estético; su temple, al hacer frente a tertulianos vociferantes y acostumbrados a la marrullería; y al incipiente "discurso del sentido común", que más tarde se convertirá en el principal eslogan de su formación. Características que conectan, casi instantáneamente, con el imaginario del público.

Sin saberlo, en su afán por ganar audiencia, los medios permiten que el latente "No nos representan" derrumbe su muro mediático. Antes, dicho discurso había pasado tres años a fuego lento en los medios alternativos, calando poco a poco en la opinión pública.

Fue desde principios de 2014 cuando Iglesias logra introducir un discurso que recoge, ente otras, las principales demandas de la PAH y de las distintas mareas, así como las voces más críticas con el capitalismo... Las lanza, ni más ni menos, que en prime time. La falta de carisma y aparente desconexión con la realidad de los principales líderes políticos (Rajoy en el PP, Rubalcaba en el PSOE, Cayo Lara en IU) hacen el resto: le ofrecieron en bandeja la rampa de lanzamiento para un mensaje que se llevaba perfeccionando cinco años.

Justo cinco años antes de las Elecciones Europeas de 2014, Pablo Iglesias presentó el primer programa de 99 segundos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Un espacio de debate creado por alumnos y docentes de la propia universidad. Poco tiempo después comenzó a emitirse La Tuerka en la televisión local de Vallecas, TeleK. Después, Iglesias da el salto a la TDT, donde sorprende a tertulianos de extrema derecha, a quienes utiliza de sparring mediáticos. Se entrena con ellos, pule su estilo y entra en los platós de las grandes televisiones.

El último paso de esta etapa se da en los platós de Cuatro y La Sexta. Desde ahí, la figura mediática de Pablo Iglesias se transforma en Podemos. Logrará más de un millón de votos y envía cinco diputados al Parlamento Europeo.

Segunda Fase: el cierre discursivo

Los resultados de las Elecciones Europeas son el primer toque de atención. Por primera vez en 30 años, los votos de PP y PSOE sumados no superan el 50%. Hasta aquel momento, las élites y los medios del bipartidismo se habían limitado a ignorar a Podemos. A partir de entonces, empezarán a considerarlo una amenaza.

Las encuestas demoscópicas de septiembre de 2014 comienzan a mostrar que la formación liderada por Iglesias no había sido una simple receptora del voto de protesta en unas elecciones menores. Podemos se consolida como opción política, y los poderes políticos empiezan a darse cuenta de que el espacio discursivo de Podemos debe cerrarse. Mensaje que pronto encuentra correlación en los medios convencionales, que actúan en consecuencia.

La reprimenda llega incluso a darse en antena. Esperanza Aguirre, líder del Partido Popular en la Comunidad de Madrid, cuestionó en directo el tratamiento informativo que un medio de comunicación privado había dado a las elecciones griegas, así como la relación establecida entre Syriza y Podemos. Aguirre calificó de "propaganda" dicha cobertura y terminó increpando a la presentadora.

Los medios captaron el mensaje. La estrategia es clara: generar la mayor visibilidad posible del partido (aprovechando su tirón de audiencia), pero con un sesgo mediático negativo. El grifo de la transmisión de ideas se cierra y los miembros de Podemos ya solo aparecerán para defenderse de ataques y descréditos. La formación de Iglesias tiene parte de responsabilidad en este giro. Si responde a las preguntas de los periodistas sobre las líneas básicas de su programa diciendo que esto será consultado a los expertos y a los seguidores, solo cabe centrarse en lo líderes. Serán objetivos a batir.

Portada de ABC del 10 de febrero de 2015.
Portada de ABC del 10 de febrero de 2015.
Portada de La Razón del 27 de enero de 2015.
Portada de La Razón del 27 de enero de 2015.

 

Tercera fase: comienza la guerra sucia

La última etapa comienza con la campaña contra Juan Carlos Monedero. Dicha estrategia cumple con éxito sus objetivos: derribar al número tres de la formación, implantar el mensaje de que nadie está limpio de corrupción y frenar el impacto electoral de Podemos. Era el bloqueo al potente inicio de campaña electoral que había protagonizado tras la multitudinaria convocatoria de la Marcha por el Cambio.

La portada de ABC (10/02/2015) fue significativa de las prioridades informativas imperantes. Era el día después de la eclosión del escándalo de la lista Falciani. El periódico utilizó su portada para, en vez de dar cuenta de ello, atacar la imagen de las universidades españolas. ¿Tendría algo que ver la presencia del apellido Luca de Tena –fundador e histórico editor de ABC– en la lista?

Surge la paradoja. Mientras medios de todo el mundo tratan las lista Falcini, los principales medios españoles hacen caso omiso y dedican un amplio despliegue a Monedero, profesor universitario, y sin ningún puesto de responsabilidad política. En contraposición, nadie dedica atención a cómo un banco internacional ha orquestado una operación masiva para que las principales fortunas del país rebajen al mínimo su carga impositiva, Una vez más, la esfera pública española vuelve a traicionar el derecho a la información de los ciudadanos.

 

Portada El Mundo 10 de febrero 2015.
Portada El Mundo 10 de febrero 2015.
Portada El País 10 febrero 2015.
Portada El País 10 febrero 2015.

 

Para El País, los vagos recuerdos de Claus Offe, un académico de ochenta años que reconoce tener "mala memoria", son utilizados para acusar en portada a Juan Carlos Monedero de haber falsificado su currículum. Una decisión periodísticamente inaceptable que lleva, días después, a la Defensora del Lector del propio diario a reprender al director adjunto del periódico y a pedir disculpas a los propios lectores.

A la maniobra contra Podemos se suman incluso las instituciones del Estado. Cristobal Montoro, ministro de Hacienda, utiliza el fisco español para amedrentar a Iglesias, Monedero y al resto de miembros del partido. Estrategia que es definida, incluso por Federico Jiménez Losantos, como una "vulneración de sus derechos" contraria al marco legal sobre protección de datos fiscales vigente en España.

Sin embargo, la campaña consigue sus objetivos. Se descubre que Hacienda llamó uno a uno a los españoles de la lista Falciani para que se pusieran al día con sus obligaciones fiscales. Pero Monedero tuvo que presentar una declaración complementaria, dar una rueda de prensa con las facturas de su trabajo y apartarse, finalmente, de la primera línea del partido.

La estrategia político-mediática se había cumplido. Refuerza lo existente y frena lo emergente.

Continuará...

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