El Imaginario Salvaje

Manual urgente de advertencias pop

"Quieren romper el sistema democrático occidental tal y como lo conocemos"
Esperanza Aguirre discípula de Sauron

Tener cuidado con adversarios que se han especializado en el emponzoñamiento, ser conscientes de que el juego electoral solo es parte de un cambio más profundo y optar por una cultura política realmente diferente son consideraciones que se deberían tener muy en cuenta a la hora de crear un contexto de cambio sustancial. Aquí va un pequeño catálogo de metáforas al más puro estilo frikipop:

1. Cuidado con los espasmos de una cuatrera. El argumento central de cualquier western radica en la originalidad con la que se combinen los diferentes arquetipos que inevitablemente terminarán apareciendo a lo largo del film. De entre los vaqueros destacan aquellos que van a caballo, que se arriesgan, que avanzan en la incertidumbre aunque tengan una meta clara, que soportan las tormentas del desierto. Frente a estos, están los otros vaqueros, los taimados que se apuestan tras una roca, tumbados y traicioneros, disparando a todo lo que se mueve, porque no pueden soportar la brillantez de los que arriesgan y disienten. El movimiento de los que van a caballo es vivido por los inmovilistas como un ataque radical a su forma de vida. Por eso no debe sorprendernos la virulencia de una Esperanza Aguirre que siente que su universo se vine abajo ante la cinética transformadora de Carmena y los suyos. La cuatrera del Tamayazo dispara sin parar con movimientos espasmódicos, e impotente se inmola en el altar de su derrota y propone una nueva treta al candidato del PSOE, a fin de desestabilizar a los que van a caballo. Aguirre, con su cognición resecada por tantas horas cara al sol y con la sensibilidad de un cactus, está incapacitada para asumir que ella ha sido desterrada a los montículos del ayer. Esperará, se guarecerá latente en el lugar más oscuro de aquellos que alberguen traición en sus adentros. Los que van a caballo no deberían perderla de vista. En su caminar habrá muchas serpientes de cascabel y para contrarrestarlas hará falta algo más que las bondadosas políticas de reinserción.

2. Las balas de plata no matan vampiros. Para evitar decepciones sobrevenidas, es crucial desandar la imagen "milagro" de la política institucional. Las instituciones públicas que comenzarán a ser gestionadas por opciones transformadoras jugarán un papel vital en la consolidación de derechos esenciales, pero los cambios estructurales sólo se podrán lograr con un cambio esencial de la hegemonía cultural. Tras décadas de adoctrinamiento del individualismo, el egoísmo como motor de desarrollo, la corrupción, la competencia salvaje, se ha producido lo que Richard Sennet denominaría una auténtica corrosión del carácter, donde los modos culturales han sido suficientemente adulterados como para que una parte importante de la sociedad siga sin percibir negativamente estos valores y sus consecuencias. Hay que recuperar la dimensión de la decencia en el marco de la sociedad y volver a reconstruir lógicas muy básicas: un niño no pasa hambre en el Madrid de 2015 porque no haya comida, sino porque sus derechos están siendo conculcados y parasitados por un sistema que apuesta por un auténtico darwinismo social. En el ámbito de lo local se deberán crear medidas red que generen servicios y canales de solidaridad, y que además eduquen en miradas colectivas y solidarias. Un sistema cultural como el que habitamos y sufrimos no puede morir con balas de plata. Los vampiros sólo mueren cuando la luz, la transparencia y la reflexión crítica de la sociedad interrogan sobre su oscura naturaleza.

3. Viki sí, Mazinguer, no. Mazinguer Z se oponía al Doctor Infierno, al Barón Ashler y al Conde Brocken, y hacía bien. Lograba a través de sus mecanismos super tecnológicos oponerse a los brutos mecánicos. Nunca se supo de la incoherencia esencial de que un robot pilotado pudiera con una hueste incesante de máquinas, que eran mucho más creativas en su crueldad, en su capacidad destructiva y en su fuerza bruta. Por eso Mazinguer nunca fue un robot transformador. Luchaba contra una estructura cuya cultura política reproducía incesantemente. La gran ola por el cambio debe combatir saliéndose del enmarcado del embrutecimiento político y creando una cultura política radicalmente diferente. Si la nueva efervescencia política se empecina en las dinámicas propias de Juego de Tronos muy pronto descubriremos que los adversarios son más brutos, más desalmados y más fuertes. Viki el vikingo no respetaba las reglas del juego basadas en la fuerza, por el contrario, utilizaba la inteligencia y soslayaba aquellos juegos en los que era imposible vencer. Generaba alianzas, pensaba, actuaba de manera concertada y primaba el trabajo en equipo. Pero Viki el vikingo, sobre todo generaba identidad a partir del respeto, el reconocimiento y el afecto, algo que nadie debería olvidar. Snorri y Tejure, ustedes me entienden, siendo necesarios estaban imposibilitados para crear un motor afectivo que vinculara a un equipo plural que se adentraba constantemente en lo ignoto para revelarse contra los monstruosos designios de Odín.

4. Tiempo de MacGiver. ¿pero para qué pensar, luchar, sentir, concertar, agitar? Para garantizar derechos fundamentales a la inmensa mayoría. Lo que me lleva inevitablemente a la figura de MacGiver. Este personaje se dedicaba a gestionar dos recursos fundamentales: soluciones concretas y tiempo de ejecución de esas soluciones. El estereotipo con que los sectores más conservadores están intentando envenenar a la sociedad sobre la ola de cambio se verán seriamente cuestionados cuando se comiencen a aportar soluciones concretas a personas y colectivos en tiempo y en forma adecuados. Para ello será necesario estipular modelos de gestión que compatibilicen la participación ciudadana, la recuperación de lo público y la administración justa de los recursos. Lo que me lleva a aquella frase del Crepúsculo Celta de W.B. Yeats "... ¿dónde hay esperanza o acción más hermosa?"

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