El dedo en la llaga

Pelillos a la mar

Ya sabemos que los islamistas detenidos en Barcelona iban a cometer un atentado en el metro de la capital catalana. Lo dice la Policía, lo respalda el ministro del Interior y lo ratifican los medios de información.

En realidad, rara es la vez que no conocemos de inmediato todos los crímenes que han cometido cuantos son detenidos: la Policía acusa, ellos lo admiten (es de agradecer la propensión que tienen en los últimos tiempos los detenidos a sincerarse con sus interrogadores), Interior y los jueces, modelos de transparencia, se lo cuentan todo a la Prensa (dándole incluso la versión que debe ser difundida, para ahorrarle trabajo) y ésta lo reproduce y certifica. Y a por la siguiente.

¿Quién se queja de la lentitud de la justicia? En España los juicios no son rápidos: son casi instantáneos. Los detenidos son condenados y puestos en la picota en cosa de nada.

Yo estudié periodismo en otro tiempo y en otras latitudes. En los 70 y en Francia. Nos enseñaban un oficio diferente. Se suponía que lo nuestro era informar. Los juicios y las sentencias quedaban para los tribunales. Recuerdo la indignación que nos produjo allí que un periódico español, Informaciones, que pasaba por ser de lo menos malo del franquismo, pusiera un mal día de 1975 como gran titular de portada: "Hoy se juzga a los asesinos del teniente Pose". Nos dijimos: "¿Cómo pueden calificarlos de ‘asesinos’ si todavía ni siquiera han sido juzgados?".

Ahora un titular así no escandalizaría a nadie. Tampoco a mí. (Por cierto que dos de los jóvenes a los que juzgaron aquel día resultaron condenados a muerte y fueron ejecutados.)

Me viene al recuerdo otro caso curioso: una joven vasca, Ainara Gorostiaga, fue detenida en 2002 en Navarra y acusada del asesinato de un concejal de UPN, José Javier Múgica. De entrada, nadie vio ningún problema: ella misma había confesado su crimen ante la Policía.

El problema vino en 2004, cuando se aclaró que Gorostiaga no había tenido ninguna relación con el asesinato de Múgica. Ni la más mínima. Tuvieron que ponerla en libertad sin cargos.

¿Por qué se había confesado culpable? ¿Por vicio?

Qué más da. Pelillos a la mar.

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