El dedo en la llaga

Paradojas aparentes

La ex Batasuna prometió que su corriente política estará presente en las elecciones del 9-M y muchos se han quedado perplejos al ver que no ha presentado ninguna candidatura camuflada en la que apoyarse a la hora de las urnas.

Sin embargo, eso tiene explicación. La ex Batasuna desdeña hacerse un hueco en el Parlamento de Madrid, en el que tendría un margen de acción mínimo, si es que no nulo. Estar en el Congreso de los Diputados para que le hagan el vacío, incluso en el propio Grupo Mixto, no le compensa. De modo que en estas elecciones (en éstas, en concreto), le da igual carecer de candidatos.

Pero puede estar presente en las elecciones del 9-M. ¿Cómo? Podría hacerlo recomendando la abstención, como en 2000 (se notó bastante), o promoviendo el voto nulo, como hizo en 2004 y como algunos auguran que volverá a hacer esta vez. Hace cuatro año hubo en la Comunidad Autónoma Vasca 104.017 papeletas anuladas, frente a las sólo 12.299 de 2000. Si lograra arrastrar al voto nulo a los más de 150.000 electores que respaldaron a EHAK en las últimas autonómicas, qué duda cabe que habrá conseguido su objetivo: mostrar que su peso social es aún significativo, pese a todo.

Otra paradoja que es sólo aparente la aportan los distintos partidos vascos en su actitud ante la ilegalización de ANV y EHAK. Resulta que aquellos que más pueden sacar tajada de la ausencia electoral de los dos partidos neutralizados (el PNV, EA y, sobre todo, Ezker Batua, Aralar y Nafarroa Bai) son los que más protestan por ella, en tanto que los dos a los que más les interesaría que los de Otegi acudieran a las urnas, para fragmentar el voto nacionalista (PSE-PSOE y PP), son los que más respaldan la medida censora.

También esto tiene sentido. Los partidos de ámbito vasco se la juegan en Euskal Herria, donde la mayoría social desaprueba las ilegalizaciones. Pero el PSOE y el PP no consideran decisivo lo que pase o deje de pasar en unos territorios que albergan a sólo el 6,4% del censo estatal. Buscan el favor electoral de otro público, muchísimo más numeroso y muy distinto.

Lo de Euskadi les parece casi calderilla. Y como tal lo tratan.

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