El dedo en la llaga

El diálogo con ETA

Aseguran que José Luis Rodríguez Zapatero se comprometerá en su discurso de investidura a no entablar ningún nuevo diálogo con ETA.
¿Cómo hay que tomarse eso?
En primer lugar, quien se niega a que haya un diálogo con ETA (si por diálogo se entiende negociación o expectativas de acuerdo) es la propia ETA. Para discutir con un enemigo a ver si cabe llegar con él a alguna forma de arreglo o de distensión, lo primero que se requiere es que el propio enemigo se haga cargo de la realidad de las cosas. Empezando por la suya.
"El problema de ETA no es que esté en las nubes –me dijo hace ya tiempo un dirigente vasco–. A fin de cuentas, desde las nubes se puede atisbar más o menos el suelo. Su problema es que anda flotando por el espacio sideral. Ya ni sabe por dónde
está la Tierra."
No hay más que leer cualquiera de los plomizos comunicados de ETA para comprobar que, en efecto, su subjetivismo la sitúa a años luz de la situación real: de la vasca, de la española, de la europea y de la universal.

En esas condiciones, el asunto no es si Zapatero quiere o no quiere dialogar con ETA. Es que, aquí y ahora, no podría hacerlo, aunque quisiera.
Lo que me parece un error es que el postulante a la Presidencia del Gobierno lo plantee en los términos que parece que va a hacerlo. No porque el resultado práctico vaya a ser diferente, sino porque es un modo de encarar el problema que implica, de hecho, una rendición ideológica
ante el PP.
Una cosa es dejar claro que no negocias porque no hay manera de hacerlo en condiciones, y otra es que aceptes que cualquier forma de negociación con el enemigo es intrínsecamente perversa. Ese supuesto principio, una y otra vez formulado por Rajoy, es una perfecta simpleza.
Un político inteligente (menos aún un político sensible) no puede negarse a hablar con nadie que esté en condiciones de hacer daño a la sociedad. Para rechazar sus planteamientos y decir que no a sus exigencias siempre habrá tiempo. ¿Qué gana con cerrarse en banda al diálogo, por sistema? ¿Hacerse fama de rígido?
Lo peor no es renunciar a la ética por la estética. Más grave es equivocarse tanto de ética como de estética.

Más Noticias