El dedo en la llaga

Cuestión de alternativas

Viendo ayer imágenes de la ofrenda que el jefe del Estado español hace todos los años al apóstol Santiago, sea en persona o por súbdito interpuesto, recordé la explicación que dio Ramón Jáuregui en el último Congreso del PSOE para justificar que los funerales de Estado sigan realizándose de acuerdo con el ritual católico aquí, en un país que se proclama aconfesional.

Según Jáuregui, se mantiene lo de siempre porque carecemos de alternativas debidamente probadas.
Me pregunto si la ofrenda del Estado español al apóstol Santiago, apodado Matamoros, se realizará por la misma razón: porque no tenemos una alternativa suficientemente probada. Es posible que la advocación castrense a la Virgen del Pilar se deba, pura y simplemente, a que tampoco nuestros ejércitos han encontrado una alternativa válida. Los franceses tienen a Marianne, símbolo de la libertad, que –recordemos el famoso cuadro de Delacroix– se lanza al combate tocada con un gorro frigio, exhibiendo fieramente su pecho y enarbolando la bandera republicana. Pero eso lo hacen los franceses seguramente porque tampoco tienen una buena alternativa. ¿Por qué no prueban con la Virgen de Lourdes?

Una observación de mero sentido común: la ausencia de alternativas suficientemente probadas nunca se remediará si no se prueba ninguna.

Hace muchos años, murió un hermano mío, ateo, por la gracia de Dios. Nos planteamos hacerle unas exequias ad hoc. Improvisamos un acto nocturno en el Peine de los Vientos, en San Sebastián, con lectura de poemas, alcohol y muchas risas. Resultó bien, pero mejorable.

Hace pocos meses, se me murió otro hermano. La ceremonia, en la montaña, junto al monumento al padre Donosti, estuvo ya mejor organizada. Para empezar, nadie dijo nada, lo que representa toda una alternativa a la tradicional verborragia necrófila.
Este hermano mío era partidario de la creación de un servicio municipal gratuito de recogida de cadáveres, útil para retirar lo que quede de nosotros después de que nos hayan extraído todos los órganos que puedan servir para algo, salvo para hacer hamburguesas.

Esa sí que sería una alternativa realmente aconfesional. Yo me apunto.

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