El detonador

John Fogerty en cinco palabras: a-co-jo-nan-te

Fue ayer, fui solo y terminé bailando, saltando y cantando como un poseso. Pasaban las once de la noche, sonaba 'Fortunate son' y pensé: ¿Era esta canción tan intensa, tan rápida, tan bestia? (ver izquierda, filmación amateur en un concierto de Portland del año pasado)

Claro: siempre la había escuchado en un disco en casa, a lo sumo un poco más alto en algún bar. Pero ayer, John Fogerty, el inimitable e inigualable líder de la Creedence Clearwater Revival, descendió sobre la Casa de Campo de Madrid y dijo: esto era. Y eso era, y vimos todos que era bueno.

Amigos y amigas, John Fogerty hizo el milagro: resucitó el viejo repertorio de la Creedence y demostró su inmortalidad. Fue como la multiplicación de los panes y los peces: dos docenas de canciones colmaron a 1.500 personas. ¿Colmaron? No: los hombres, pecadores insaciables, queríamos más. Fogerty llevaba dos horas en el escenario, disparando clásicos tan potentes como truenos y haciéndolos sonar robustos, bravos, electrizantes, vibrantes, como si los hubiera compuesto ayer, y el público, en pie, levantando puños y manos, lanzando alaridos de alegría y placer, todavía pedía más. Y más.

Yo también, enfervorecido y entregado a los pies de San Fogerty y su bestial banda de apóstoles (tres guitarras, un bajo, un batería, un teclista-violinista; sí, siete tíos sobre el escenario). Porque ayer asistí, ojito, al mejor concierto en lo que va de año, y que conste que he visto a Neil Young y David Byrne y Tarántula (esto último es broma, claro). Era una noche cualquiera de un julio cualquiera, pero de repente todo cambió.

Todavía era de día cuando abrió con una ráfaga de cuatro clásicos de la Creedence que ya me dejaron con la lengua fuera: 'Hey Tonight', 'Bad moon rising', 'Susie Q' (originalmente escrita por Dale Hawkins) y 'Lookin' out my backdoor' (a la izquierda, una grabación de este tema en Austin). Imposible no moverse. Sus canciones conviertieron mi esternón en un muellle y mis manos en dos maracas: no podía quedarme quieto. El resto, igual. Pura y contagiosa música de baile.

En cinco minutos Fogerty me dejó boquiabierto. Me hipnotizaba cuando daba saltitos por el escenario dibujando riffs que convertían su cuerpo en sonido. Da igual que se haya estirado la cara porque quiere ser un eterno joven (y bien que se lo merece), que sus camisas sean horteras o que se parezca a Georgie Dann: lo que hizo ayer es más auténtico, emocionante y verdadero que una piedra. Nada es viejo si es bueno.

Bajaré de la nube: a mitad de concierto, cuando aparcó el repertorio de la Creedence y metió mano a su menos conocida etapa en solitario, el pulso desaceleró. Luego, cuando decidió alargar un par de solos dos o tres minutos más de la cuenta, puso a prueba mi capacidad de atención. Pero es que si no hace eso, ¿no me hubiera atragantado con semejante aluvión de clásicos instantáneos? A todos nos gustan las hamburguesas, pero ninguno nos comeríamos cinco seguidas, ¿no? Y eso Fogerty lo sabe, que para eso viene de California.

Y cuando hablo de hamburguesas, no me refiero al McDonald's.

Ahora me viene a la cabeza la apabullante versión de 'Midnight special' (muy parecida a la del vídeo de la izquierda): me sentía John Wayne abandonando un poblado del oeste tras liberarlo de una banda de rufianes. Cabalgando a trote, bajo el sol, sonriendo bajo el sombrero.

Fogerty hasta se reía de nosotros y de sí mismo. "Sois increíbles. Me recordáis al público de Woodstock", dijo en una pausa, "sólo que en Woodstock estaban desnudos".

Sus canciones son perfectas, redondas. Parecen sencillas y, qué leches, son sencillas, pero qué difícil es componer algo así. Ayer tocó 'Have you ever seen the rain?', 'Who'll stop the rain?', 'Down on the corner', 'Born on the bayou'...

Sencillas, pero de una musicalidad y un dinamismo soberbios. Escuchen 'Proud Mary' (a la izquierda, en el concierto de hace cuatro días en Murcia): ¿Cómo se le ocurrió cambiar la segunda estrofa por un solo de guitarra? ¿No os parece genial? Además, su voz es un torrente: sentimiento negro, estilo blanco, registro de tenor.

Con 'Proud Mary' terminó el concierto, después de poner a todo el mundo a cantar y saltar con la infalible 'Rockin' all over the world'. Fue apoteósico e inolvidable. Como diría Matías Prats, el graderío se venía abajo. Rostros de felicidad. 

PD: Como es habitual en todo concierto rockero, por cada diez hombres había una mujer. Por eso me sorprendió lo que me ocurrió tras salir de la Casa de Campo. Cogí el metro en la estación de Lago y a mi lado se sentó una chica. Parecía nerviosa y no dejaba de mirar su móvil. Tenía los bajos del pantalón vaquero embarrados y por un momento pensé que era una yonqui. De repente, le sonó un SMS y no pude evitar mirar a escondidas. El mensaje decía:

- ¿Qué tal ha ido? ¿Te vienes?

Y ella contestó:

- HA SIDO ACOJONANTE. SIN PRECEDENTES. IRÉ SI ME CONFIRMAS QUE TE VIENE BIEN.

Fogerty, el amor... Lo dicho: acojonante.

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