El detonador

Espaldamaceta te hiela la sangre

Espaldamaceta es una voz y una guitarra española. La atracción por lo simple y lo pequeño es, en su caso, difícil de resistir. El tarraconense Juan José González, su nombre de pila, entona con timbre de viejo maestro canciones que hacen pensar en Radiohead y Silvio Rodríguez, en música tradicional balear y en Los Planetas, en Nick Drake y en Discépolo, en algo viejo que viene desde tiempo atrás pero que nace hoy con una actualidad indiscutible.

Como casi todos los grandes discos, esto no hubiera sido posible en otro momento. Espaldamaceta mola mucho.

Se titula 'Miedo al silencio' cuando el silencio casi ni se rompe, convirtiendo en un juego (algo macabro, pero sincero) el aterrador ejercicio de rozarte con lo que te asusta, lo que te hace temblar y te paraliza. Espaldamaceta se atreve a mucho con poco porque sus canciones han hecho un viaje de ida y vuelta y regresan cargadas sin necesidad de disfrazarse de nada.

Ha encontrado un lenguaje que es un océano y lo nada con brazadas sobrias, delicadas y valientes. Su pequeño milagro es hacer algo nuevo con las armas de los antepasados, instrumentos y estilo incluido. Las canciones llevan dentro de ellas la semilla del presente y fluyen como ríos estrechos de furioso caudal.

Espaldamaceta parece circular por los cauces de otros, pero cuando te quieres dar cuenta estás metido en una habitación a solas con él. Y él canta y te das cuenta de que sus canciones son mucho más complejas de lo que en principio creíste, y que a esta sencillez no se llega de casualidad, y que su gusto es exquisito y que cada segundo del disco encierra una decisión.

El final, con 'No os lo he dicho todo', cuando parece un cabrero de los años veinte tarareando una tonada en la montaña, confirma la seriedad de todo esto. Sin olvidarnos de una emocionante versión de Leonard Cohen, 'El partisano', en español y catalán y con unos coros preciosos de María Rodés.

¡Y que viva Tarragona! Candidato a disco de cabecera de mis vacaciones.

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