El detonador

La verdadera muerte del disco

La industria discográfica está K.O., muerta, finita, out. Y una vez más: ni el top manta ni las descargas por internet son los culpables. Es que su propio nombre está muerto: dis-co-grá-fi-ca. No es que no se vendan CDs, señores, ¡es que ya nadie escucha música en CDs! El problema no es Internet, el problema es el soporte.

Y que nadie venga con el regreso del vinilo, porque eso es una moda muy pasajera y muy marginal que le servirá a alguna discográfica para maquillar el balance a fin de mes y poco más. No, señores, el disco y el CD han muerto. Los que quedan son sólo cadáveres vivientes: fiambres con cara de zombie.

No siento pena ni por los unos ni por los otros. Nunca entendí esa adoración por los vinilos, tampoco echaré de menos al CD. A mí lo que me gusta es la música. Es más, que nos liberemos del objeto me parece una derrota del materialismo e incluso del consumismo desaforado.

Hace unos meses fui a un festival en el extranjero y uno de los periodistas españoles se tiró una mañana comprando CDs. Serían más de treinta. El último día, mientras comíamos, nos los fue enseñando uno a uno. Se gastó una pasta. Yo pensaba: ¡pero si todo eso me lo puedo bajar desde casa!

Pero por debajo de la desaparición física del disco, está la verdadera muerte del disco: la muerte del concepto de álbum. Esto es más preocupante.

Los hábitos de consumo de música han cambiado. Antes, y cuando digo antes me refiero a los últimos 60 años, la única manera de acceder a la música era, aparte de escuchar la radio, comprarla, ya fuera en forma de disco de vinilo, casette o compacto.

Los soportes fijaban el límite a la música: había sitio para 70 minutos, más o menos. Así nació el álbum de canciones y más tarde lo que se denominó álbum conceptual, que no era sino un conjunto de canciones que tenían un nexo en común. Uno de los álbumes conceptuales más famosos de la historia es 'The Wall', de Pink Floyd, que más tarde se adaptaría al cine.

¿Ahora cómo se accede a la música? Básicamente, te metes en Internet y te descargas canciones. Alguien podrá decir: "Sí, pero te descargas discos". Bueno, te descargas las canciones de docena en docena porque el formato CD todavía es el estandar, pero... ¿qué ocurrirá dentro de diez años?

Antes no había manera de almacenar más de 15 canciones juntas. Ahora puedes meter 15.000 en un reproductor de MP3. ¿Cómo será el futuro? ¿Cómo es hoy?

A mí, personalmente, me inquietaría que desaparecieran los álbumes conceptuales. Algunos de mis discos favoritos de todos los tiempos son conceptuales (diré uno: el imprescindible 'Death of a ladies' man', de Leonard Cohen), ya sea por el tema o por el sonido.

Por otro lado, sin los discos tal y como los conocemos nos libraríamos de las malditas canciones de relleno, uno de los peores y más extendidos males del Long-play.

No sé, ¿qué pensáis? ¿Seguirán publicando los músicos canciones de diez en diez o harán otra cosa? ¿Empezarán a colgar una canción cada mes? Yo no lo sé, vosotros quizás sí.

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