El detonador

¿De qué demonios hablan las letras de Sonic Youth?

Lo confieso: Sonic Youth nunca me hicieron tilín. Quizás no tuve un hermano mayor que me los descubriera, o quizás llegué tarde -en los discos malos-, o puede que no los entendiera, o que sencillamente no me gustaran, y ya está.

En realidad, no es que no me gusten. Escucho 'Candle', 'Sugar Kane' o 'Diamond sea', por mencionar tres canciones a botepronto, y me convencen: 100% intensidad, 100% fuerza y además se estaban inventando un estilo.

Les veo en concierto y flipo: sonido espectacular en el último Primavera Sound, dos veces más contundente que el del abuelete Neil Young. Pocas veces, en serio, pocas veces he escuchado un sonido tan perfecto en concierto. ¡Parecía un disco! El sonido y la velocidad, convirtiéndose en uno. Pero después... no los vuelvo a escuchar. Lo diré bajo: me aburren, no me tocan.

Lo intenté con el 'Daydream nation', con el 'Dirty' (este me lo pillé en un FNAC en París), con un recopilatorio... Nada. Incluso ya en este siglo le di una oportunidad a 'Sonic nurse'... Peor. Además -y esto ya es algo personal, lo reconozco-, nunca me cayeron bien: esa pose arty, esa suficiencia tan 'cool', esa pinta de resabidos, las posturitas de 'guitar heros' en los conciertos...

Y hay más: nuestros héroes del underground son tan fieles a sí mismos que suspendieron cuatro entrevistas promocionales con los principales medios de este país -que se habían arrodillado ante ellos como si fueran dioses recién caídos sobre el Primavera Sound de Barcelona (no les culpemos, hacían su trabajo)- con solo unos minutos de antelación. Al parecer, querían ver a Neil Young.

Lo dijo, muy bien dicho, la misma Kim Gordon, bajista y voz del grupo: "El rock and roll son cuatro tíos encima de un escenario creyendo en sí mismos". ¿Será eso?

Pues bien, aún así, el otro día, escuchando su nuevo disco, me pregunté: ¿de qué hablarán las letras de estos tíos? Mucho se ha escrito sobre su sonido: inventaron el noise rock, experimentaron con el ruido, pero... También cantan, ¿no? ¿Y qué dicen? Aposté que no mucho. No me equivoqué.

Centrémonos en su nuevo disco, 'The eternal', que salió a la venta ayer.

Kim Gordon escribe cuatro letras, Thurston Moore seis y Lee Ranaldo, que en principio parecía el más ducho en la materia -ha publicado algún libro de poesía (con traducción al español, por cierto)-, sólo escribe dos textos.

Uno de los temas fetiche de Kim Gordon es el feminismo. Lo deja claro en el primer tema, 'Sacred Trickster' (Sagrado estafador), con versos como estos: "¿Que cómo me siento al ser una chica y formar parte de una banda? / No acabo de entender dónde está lo pintoresco, / me dejas pasmada, querido". No es el colmo de la militancia (ni del ingenio), está claro.

'Calming the snake' habla de una cortina de cadáveres y de bajar al río porque "quiero sentir cómo tiritas"... Ideas abstractas y dispersas sin un ancla al que agarrarse. Se dijo que otra de las canciones de Kim Gordon, 'Malibu gas station', hablaba de Britney Spears. Es posible que, de forma bastante críptica, Gordon esté hablando de la estrella del pop, pero su texto es bastante inofensivo.

Thurston Moore tampoco hace daño con las proclamas de 'Anti-orgasm', una canción llena de eslóganes que zozobra en un batiburrillo de ideas alrededor de la política, la moral, el sexo y la religión. Para mí, incomprensible. ¿Será este uno de sus famosos collages inspirados en la generación beat?

Moore no le saca partido a la metáfora de 'Leaky lifeboat' (Bote salvavidas agujereado), que peca de falta de concrección. Tan críptico que no golpea. Hasta el mismísimo Dylan, rey de la paranoia lírica, le suspendería.

Suena más atrevido en 'Poison arrow' (Flecha venenosa), donde deja traslucir una historia de sexo sadomasoquista con versos como "Cada vez que te ato las manos sé que estoy más cerca de la verdad". Pero luego en 'No way' cae en topicazos como 'Sabes que me hiciste daño una vez, y sabes que no me volverás a hacer daño, porque estoy harto de tus juegos". Ponedle la voz de Enrique Iglesias. ¿A que cuela?

Como era de esperar, Lee Ranaldo es el que mejor maneja las palabras. Cuenta más cosas y sugiere más. Es también el más luminoso de los tres. Por ejemplo, en 'Walkin' blue' (Caminando triste): "Estoy aquí para hacerte saber / que todo lo que necesitamos hacer es sólo dejar las cosas pasar / Has oído que hemos nacido para perder, lo sé / Pero no empieces a pensar que es verdad". Un poco beatleliano, incluso.

En resumen: ideas abstractas, imágenes vagas, poco contenido, coqueteo con temas extremos y algún desvarío incomprensible. Vamos, que por ahora y a la espera de que a Steve Shelley (cuarto Sonic Youth, batería) le dé por ponerse a escribir letras, casi que me quedo con su ruido.

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