Elisa Serna

DESAPRENDER LO APRENDIDO DEL NEOLIBERALISMO

 

 

    El puñetazo en la mesa del Ministro de Trabajo, Sr. Corbacho, simultaneo al del Presidente del Gobierno de España, José Luís Rodríguez Zapatero, en días pasados, cuando el presidente de la Patronal, CEOE, Sr. Martín Ferrán les espetó en la mesa de Diálogo Social, sin ningún empacho, que quería nada menos que 20.000 millones de euros del Fondo de Pensiones, merece hoy el homenaje de esta plumilla y la reflexión pausada, sobre las ínsulas del neoliberalismo salvaje que afectan al pensamiento de todos los Martín Ferrán, que en el mundo són.

     

    El sistema económico neoliberal, que lanzo en España aquel Aznar que hablaba catalán en la intimidad y consideraba a ETA un Movimiento de Liberación Nacional, todo en una misma foto, la de las Azores, ha fracasado estrepitosamente ante nuestras narices. Aquejado de impunítis y cletomanía persecutoria con los trabajadores, las empresas y los fondos públicos, han llevado la economía española al colapso pasajero y a les trabajadores, al paro, injustificadamente.

     

    Nos es dado no obstante, introducirnos por las grietas abiertas del sistema defendido por los codiciosos seguidos de Keynes o Adam Smith, un sistema periclitado, kaput, y reconstruir de sus cenizas, a modo del ave Fenix, un nuevo paradigma cultural, politíco, económico y social, en base a todos los movimientos de anticipación, críticos con el neoliberalismo desde que prácticamente, fué relanzado en nuestro país, 1996.

     

    La pedagogía que exige la situación, a mi modo de ver, viene a ser una profilaxis terapeútica: desaprender lo aprendido, la construcción de otro paradigma, otro modelo de sociedad, fraternal, solidaria, pegada a la naturaleza, que sume voluntades humanistas, que asumiera los contenidos propios y el ceño pasajero de una revolución cultural de amplio espectro, cerca de las personas damnificadas o no, por el sistema económico neoliberal que decididamente abandonamos, como el que despierta de una atroz pesadilla: la contemplación de los millones de víctimas que han empapado con su sangre todo el Oriente Medio, los Balcanes, las dos guerras mundiales a que no han llevado su cleptomanía persecutoria.

     

    Partidos de izquierdas, sindicatos de clase, colectivos, plataformas, asociaciones, de todo el tejido social de las izquierdas, trenzados a sus bases, a los vecinos de cada barrio, en el sistema educativo, los medios de comunicación, les periodistes y las Facultades de Ciencias de la Información, Historia, Filosofía y Ciencias Políticas, de Humanidades, en general.

     

    Una revolución cultural de base humanista, respetuosa, por la vía pacífica, que devuelva la sonrisa, que vuelva a situar al ser humano, en el centro de nuestra creatividad y nuestros proyectos, como en el Renacimiento, como en la edad de Plata de la cultura española, los primeros años treinta del siglo pasado, o – si me permiten – tal como ibamos, guitarra en ristre, cantando a los poetas de aquella Generacion del 27, salvando las distancias.

     

    Una revolución cultural que haga primero profilaxis, que ayude a desaprender el pensamiento único neoliberal, dinero-dinero-dinero, mercado-mercado-mercado, competitividad, negocios, lujo, cultura-basura, mayorets, hallowines, macdonalitos, tele-basura, politica-espectáculo, cine violento, agresivo, cripto-nazi... que devuelva a gallegos, vascos, catalanes y españoles, las culturas que nos propias.

     

    En el plano filosófico, superestructural, ideológico, político, recuperar la ética del reparto es, a mi juicio, devolvernos, re-publicar, llevar de nuevo a su carácter publico originario, las grandes empresas, que ya habíamos pre-pagado la ciudadania y los creyentes, nomina a nomina, declaración de Hacienda, tras declaración de Hacienda, como paso inevitable hacia un sector público sano, fuerte, nuestro de nuevo, donde estuvieran integrados todos los servicios públicos estratégicos para el desarrollo tranquilo de nuestras vidas: la luz, el teléfono, el agua, el transporte, los médicos, la enseñanza, la vivienda, entre otros.

    No partimos de cero. La mayoría social es de izquierdas, republicanas en muchos casos. Sus partidos de las izquierdas, los nacionalistas anti-franquistas o independentistas de izquierdas, los verdes, las feministas, junto a los sindicatos de clase, un tupido tejido asociativo memorialista, mas infinidad de ongs, lobbies o grupos de opinión, fundaciones, artistas e intelectuales con por poder de convocatoria, componen un compacto intácto, que acabaría minimizando, apartando del arco parlamentario, legislativo, representativo, a quienes quisieron hacer de los seres humanos, máquinas de ganar dinero-dinero-dinero, para su beneficio propio.

     

    Y ese despreció por lo abyecto, se va a ver ya en las próximas elecciones legislativas del 2012, porque – sencillamente – el neoliberalismo, no sirve al bienestar de todos, sino solo a esas cincuenta familias, aquejadas de impunitis y cletomanía persecutoria con les trabajadores, las empresas y los Fondos Públicos.

     

    Son los mismos que financiaron, alternativamente, los estudios de Keynes o Adam Smith, a sabiendas de que no estaban colaborando precisamente, al mejor desarrollo de las capacidades fraternales, intelectuales, de la humanidad gozosa, solidaria, culta, que la mayoría social de izquierdas en nuestro país, quisiéramos compartir, disfrutar, en esta esquina de Occidente, de topónimo francés, España, aunque a mi me gusta llamarla Ibéria.

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